A decir verdad, Juanjo estaba un poco nervioso por el reencuentro con Martin.
Había pasado menos de una semana desde la fiesta y no habían vuelto a verse desde entonces. Sí recibió el mensaje de llegada del menor, también habían hablado por mensajes, pero parecía que ambos habían hecho un acuerdo silencioso de no verse en un par de días.
Ambos se habían dado cuenta de lo que pasó en la discoteca y necesitaban un poco de distancia para evitar que la pequeña llama que se había encendido aquella noche no se extendiera más por el bien de la búsqueda. El aragonés agradeció infinitamente que el vasco lo entendiese, era a a eso a lo que se refería con que la conexión entre ellos había sido especial, había una especie de entendimiento natural entre ellos. Pensaban lo mismo.
Es por eso que se había pasado los últimos días sumergido en su trabajo, intentando mantener su mente alejada de las ganas que tenía de volver a sentir el calor ajeno contra su piel. Aunque no siempre era posible, porque cuando estaba en la cama antes de dormir, era difícil no recordar la reacción del cuerpo del más pequeño ante un gesto tan mínimo aquel.
Y no era por ser un pervertido, pero a veces su imaginación se ponía creativa y no podía evitar preguntarse como reaccionaría Martin a otras... cosas.
Pero bueno, eso era solo a veces.
Él simplemente no quería darse el tiempo suficiente para pensar lo que suponían para él los acontecimientos de esa noche. Lo que él no sabía era que aquello era como tapar el sol con un dedo, porque cada vez se hacía más evidente lo que eso significaba: Martin empezaba a gustarle más allá de lo físico.
Pero él era demasiado cabezota para admitirlo todavía.
El caso es que finalmente habían acordado en verse en un hotel cerca del centro. Por lo que le había explicado el menor, aquella noche lo vio hablar con una mujer que esa misma noche tenía un bolo en el bar de ese mismo hotel. Habían acordado ir a hablar con ella un par de horas antes del bolo, durante los ensayos, para poder charlar tranquilamente sin que nadie pudiese interrumpir.
Juanjo estacionó su coche no muy lejos del hotel y salió a la búsqueda del vasco. No tardó en encontrarlo, puesto que este ya lo estaba esperando junto a la gran entrada del hotel, apoyado en una de las paredes del lateral.
Tenía un aire despreocupado, y la brisa de finales de mayo le acariciaba el pelo. Si bien su outfit era más sencillo que la última vez que se vieron, se quedó un poco embobado igualmente. Tuvo que regañarse mentalmente cuando se acercó a él, porque no podía ser que se le estuviese cayendo la baba todo el tiempo.
"Hola." Saludó, sobresaltando un poco al contario, que no se había dado cuenta de su presencia por estar mirando su móvil.
Ya pasado el sobresalto, le regaló una sonrisa. "Hola." Levantó su peso de la pared. "¿Listo para continuar?"
"Claro." Respondió entrando por la gran puerta.
En cuanto pasaron al recibidor, Juanjo pudo ver que se trataba de un hotel bastante lujoso. Que podría haberlo intuido ya con ver la fachada, pero él se había centrado en mirar otra cosa.
Siguiendo las indicaciones que había en los diferente carteles de los pasillos del hotel, llegaron hasta el bar dónde la chica, que según Martin se llamaba Naiara, estaba teniendo ensayos y pruebas de sonido. Se esforzaron en pasar desapercibidos para colarse en el backstage, ya que se suponía que el acceso a este solo era para personal autorizado. No fue difícil, ya que todo el mundo parecía estar a sus cosas.
Una vez allí, siguieron con su plan de ser lo menos visibles posible, hasta que vieron a la mujer abandonar el escenario y pasar a su lado. Era bastante bajita y su pelo era de un negro casi azabache. Tenía los labios rellenos y unos ojos oscuros y grandes, era una mujer guapa.
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En busca de tus colores
FanfictionEn un mundo en el que todo es blanco y negro hasta que tocas a tu alma gemela, Juanjo se despierta viendo todo a color. ¿El problema? No recuerda quien le tiñó el mundo de colores.