08: Conversaciones bajo las estrellas

736 108 30
                                    

Juanjo casi murió de un infarto al escuchar el timbre de su piso sonar aquel miércoles por la noche.

Estaba en la cocina terminando de preparar la cena tarareando una canción por lo bajo, esperando la llegada del chico del bigote. Ya le había encargado a Almudena y Alex que pusieran la mesa mientras el se movía como un loco por la cocina.

Estaba nervioso. Bastante, además.

No podía quitarse de la mente el hecho de que era la primera vez que Martin y él quedaban simplemente para verse, sin ningún plan de búsqueda detrás. Que en realidad no debería ser tan extraño como lo planteaba, ya que a lo largo de sus encuentros habían entablado una bonita amistad, pero no podía evitarlo.

Somos amigos y los amigos quedan, se convencía a sí mismo, aunque su preocupación probablemente venía de otra parte.

De la parte  de su cabeza que no podía ver al menor como sólo un amigo, la parte que se contradecía con su lado racional.

Tuvo que sacudir la cabeza para volver a la realidad. Desde que le había admitido a su mejor amiga el hecho de que el vasco le gustaba, su mente vagaba a lugares muy extraños que, a la larga, no podían ser muy buenos para su corazón.

"¡Abro yo!" Gritó mientras salía de la cocina a toda prisa, buscando evitar que sea su compañera de piso la que abra la puerta.

Agarró el pomo con fuerza y abrió la puerta antes de darse el tiempo de prepararse mentalmente para lo que venía, puesto que si se ponía a pensar mucho iba a entrar en un bucle nervioso e iba a dejar a Martin en la puerta de su casa.

"Hola." Le saludó en cuanto la puerta abierta reveló su figura.

Inconscientemente, se encontró a si mismo recorriendo al menor con la mirada. Desde su pelo desordenado hasta la punta de sus zapatos de montaña, pasando por su cuidado bigote, la ajustada camiseta azul marino que llevaba o los pantalones desmesuradamente anchos. Estaba guapísimo.

"Hola." Le respondió el contrario. Su voz sonaba divertida.

Martin también lo recorrió con la mirada, pero por el contrario a él, un brillo vacilón danzaba en sus ojos, acompañado de una sonrisa del mismo carácter. Iba a preguntarle por qué lo miraba así, pero bajó su mirada siguiendo la del menor, entendiendo al instante su expresión.

Había salido con tanta prisa de la cocina que no se había dado cuenta de que no se había quitado el ridículo delantal que se había puesto para no manchar la ropa que se había puesto para la cena. Se lo había regalado Almudena las navidades pasadas: había un gracioso montaje con su cara en todo el centro, acompañado de la frase: El masterchef de esta casa.

Sintió sus mejillas arder, un poco avergonzado. Se lo quitó rápidamente e invitó al menor a pasar. A penas había dado un par de pasos al interior del piso cuando Denna se acercó al chico del bigote para presentarse, seguida por su novio.

"Soy Almudena, pero puedes llamarme Denna." Le rodeó con los brazos en un abrazo. "Y él es mi novio Alex." En cuanto se separó señaló al chico moreno que había a su lado.

El mencionado también se acercó al vasco para saludarle con un abrazo. "¿Qué hay, tío?"

"Vamos sentándonos, que la cena nos espera." Volvió a hablar la granadina volviendo sobre sus pasos hacia el salón, dónde la mesa ya estaba inmaculadamente preparada. Podía verse el esmero de su compañera de piso para ponerlo todo en orden.

Juanjo pensaba que, por el contrario a él, Denna parecía ser una anfitriona excelente.

Mientras los otros tres tomaban asiento en la mesa, Juanjo se volvió a la cocina a por el plato que había preparado esa noche: Canelones con salsa de tomate. Sabiendo que era un plato fácil y que —aunque fuese de manera inconsciente— quería impresionar al menor, había sido la mejor opción.

En busca de tus coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora