Capítulo 11: Eras

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(...)

- Voy a quedarme aquí hasta que te duermas o por si necesitas algo...agregó el mayor..
- Si no te molesta, claro.

Luego de unas milésimas de segundos Bill respondió...

- Está bien Tom, no hay problema, puedes hacerlo... - Y... gracias!

El gemelo mayor le regalo una bella sonrisa y asintió con la cabeza.

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Tom se había recostado sobre un sofá reconfortable que se encontraba en la habitación, levantando los pies sobre una mesa ratona que formaba parte del decorado del ambiente, terminando de beber el resto de cerveza que le había quedado, debia estar cómodo, iba hacer una noche larga... debía velar por el sueño de su hermano...
En un momento Bill despertó y se acomodó bien sobre su almohada mirando a Tom, éste estaba observando por el gran ventanal del cuarto,a esa gran moneda de plata en el cielo, cuyo reflejo iluminaba su torso desnudo ya que la camisa que llevaba puesta estaba desprendida por el calor que emanaba de la habitación, su piel brillaba por la luz que refractaban los vidrios...
El castaño se dió vuelta al sentir unos faroles negros mirándolo, pero el pelinegro agachó su mirada al sentir como sus ojos se posaban en los del otro.
Pero la tentación pudo más y volvió alzar esos cristales color avellana, y sin romper esa alianza de sus luceros, su gemelo se acercó al lecho donde descansaba Bill y se acostó a su lado y éste le hablo:

- Tom...por qué no me dijiste que habías ayudado a Andy con el contratiempo de su equipo de sonido?

- No lo creí necesario, solo fue un trámite para mí.. respondió

- Tu acción me hace pensar que él empieza a caerte en gracia.

- No te confundas Bill...lo hice por mera solidaridad...

Luego de esa conversación ambos se giraron mirando al techo, abrazándolos un silencio ensordesedor, y sus manos que reposaba sobre el colchón se rozaron tímidamente y sus dedos se entrelazaron muy suavente, la respiración del pelinegro comenzó acelerarse haciendo que su pecho subiera y bajara rápidamente, sin aguantar más se levantó dirigiendose al balcón detrás del ventanal de vidrio de la habitación...
Sintió la presencia de Tom de tras suyo y dijo:

- No..

- Por qué no?...Bill

Y sin más, éste último se dejó consumir por ese fuego que invadía su interior y lo beso...
Se entregó a los brazos de ese error tan irresistible, se besaron con tantas ganas, con tanta pasión que de tanto estar contenidas explotaron de emoción.
Bill lo tomó por el cuello y Tom colo sus manos en su cintura atrayendose como imanes, sin poder separse y deshacer el baile de sus labios y el danzar de sus lenguas que envenenaban sus gargantas; el castaño condujo ambos cuerpos al interior de la habitación poniendo a su gemelo sobre la gran pared de cristal; bajando de su boca al cuello, haciéndose paso por la clavícula para besar su pecho y subir nuevamente a su labios, por un momento se separaron y se clavaron la mirada, pero era tal la magnitud del deseo que sus fauces volvieron a juntarse.
Las caricias iban y venian, y sus cuerpos se fundían en uno solo.
Las manos de Bill se deslizaron lentamente por los pectorales de Tom despojandolo completamente de su camisa, el mayor siguió la acción del pelinegro, hasta eliminar toda tela que se interponía entre sus tejidos conectivos.
Tom dio vuelta a su hermano poniendolo de cara al vidrio, paseó hasta su espalda baja dejando besos húmedos y pequeñas mordidas en su nuca, Bill soltaba suspiros que parecían interminables; pero la cosa fue subiendo de tono, el azabache tenía sus manos apoyadas sobre esa pared vidriosa, mientras su hermano acariciaba sus muslos, sus nalgas, hasta que sigilosamente se arrodillo las abrió haciendo un camino húmedo en medio de ellas rodeando su entrada para preparlo, en ese momento Bill soltó un -por Dios Tom...me estoy derritiéndo de placer...
- Si el precio de sentir esto contigo es incinerarme en el infierno, estoy dispuesto a pagarlo y con creses.

Amor escandaloso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora