Capítulo 1- Hold me Now.

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Estaba acostado sobre un cómodo lugar, el sol le daba directo en los ojos; no podía abrirlos por el dolor que ocasiona eso en la cabeza, pensaba que en cualquier momento le iba a explotar. El aliento no lo sentía asqueroso, con esa sensación de humo en la lengua ni la garganta ardiendo por el alcohol. Sentía el aliento con sabor a menta y hierbas, un sabor bastante familiar. No sabía dónde estaba, esperaba despertarme en un callejón abandonado, con olor a orina y otras cosas desagradables, pero el lugar donde estaba olía a flores y café, un olor realmente agradable. Se trató de mover pero el cuerpo le dolía horrible, con los músculos tensos y entumecidos. Nunca había sentido tanto dolor, bueno, no después de la guerra. Aún así no quería levantarse, la calidez del sol en su rostro y mantas limpias sobre él era una sensación extraña. La persona con la que durmió seguramente era amable, pero no podía quedarse, se tenía que levantar e irse de la casa del desconocido o desconocida. Trató de estirar el cuerpo de nuevo y en ese intento todo su cuerpo soltó sonidos de articulaciones chocando entre sí. Estaba en un sofá, los respaldo de los brazos tocaban sus pies y cabeza.

No quería abrir los ojos, le dolían demasiado para hacer esa acción.

Escucho unos pasos lejos como si estuvieran subiendo las escaleras, después una puerta abrirse, no me moví, no sabía quién era. Mantuve mi fachada de seguir dormido, sentí unas manos suaves tocando mi rostro, revisando su pulso; la persona se alejó. El olor le era familiar, olía a menta y pino, no recordaba con exactitud ese olor. Se escucharon más ruidos, unas ollas y sartenes, con ruidos de cuchillos cortando.

Sabía que se tenía que ir, abrió los ojos, lentamente, hasta que el dolor pudo ser soportable. Miró a su alrededor, en un pequeño apartamento, la ventana estaba detrás de él, había unos libreros a sus pies, y enfrente del sofá un pequeño comedor de madera, era redondo, al lado de los libreros estaba la puerta principal, después seguía un pasillo, en donde se podía observar otras dos puertas, del otro lado del pasillo estaba la cocina, la cuál se dividía de la sala con una barra, no había mucha decoración, más que unos cuadros y libros en todos lados, era un lugar agradable. También había juguetes tirados por el piso y lápices de colores. Había una grabadora de música en una esquina y una caja llena de CD y cassettes. Busqué mis anteojos por el suelo, estaban ahí. Los tomé y los puse sobre mi rostro.

Una pequeña cabeza se asomó por una de las puertas, y lo observó un momento hasta que, salió corriendo hasta la cocina y dijo.

–Papi, el vagabundo se despertó.

En ese momento me fijé que había alguien en la cocina, quién volteó rápido, su mirada era temerosa y ansiosa.

Conocía muy bien ese rostro.

–Scorp, te dije que no salieras de tu habitación hasta que yo te lo dijera. Vuelve a tu habitación. Ahora te llevó el desayuno–. dijo Draco con severidad. Ese desgraciado, me senté en el sofá, me di cuenta que no llevaba la ropa de ayer. Aunque no recordaba qué ropa llevaba, esta ropa estaba limpia, era una camisa blanca y unos pantalones de pijama verdes.

–Pero, papá.....

–Ahora– exigió Draco.

El pequeño niño se fue con una expresión de puchero y me vio una última vez antes de entrar a su habitación.

Draco se apoyó contra la barra de cocina soltando un suspiro.

–Veo que ya te despertaste, Potter–. dijo con tono de frialdad.

No sabía qué decir, hacía años que no lo veía, desde el momento en que nos peleamos y nos alejamos. Desde hace cinco años, y esa aura de elegancia seguía con él. Estaba más fornido, pero seguía teniendo su figura esbelta y esa cintura, en la cuál encontré placer más de una vez al sostenerla. El vacío en mi estomago se hizo más inmenso, al igual que la ganas de vomitar. El dolor de cabeza y los temblores en mi manos, me estaba dando más ansiedad. Necesitaba mis pastillas o un maldito cigarro.

El niño que vivió pero no aprendió a vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora