Ante las palabras de Kreacher subí las escaleras, sin mirar atrás. Hermione se quedó con los niños en el jardín. No quería que Scorp mirara a Draco, no sabía en qué estado se podía encontrar, le rezaba a cualquier cosa superior a él para que Draco estuviera bien. Cuando entré a la habitación, Draco estaba recostado, parecía respirar con dificultad. Sus ojos iban de un lado a otro, estaba mojado en sudor. Parecía como si no pudiera moverse, estaba despierto pero inmóvil. Sabía cuáles eran las consecuencias sobre la tortura que había vivido, pero verlo era diferente, el impacto de ver las cosas siempre era diferente. Estaba balbuceando el nombre de Scorpius. Me acerqué a él, sus ojos estaban llenos de terror, solo había vacío en ellos. Enfoco su vista en mí, se dio cuenta de quién era, eso lo tranquilizó un poco. Kreacher estaba en un rincón por si necesitaba ayuda.
–Draco, soy yo. Harry. Todo está bien, estás a salvo. Scorpius está a salvo. Tranquilo –se empezó a tranquilizar mientras le acariciaba el cabello–. ¿Puedes hablar?
Me hizo una señal de querer beber agua. Llene un vaso con Aguamenti, le ayude a tomar el agua mientras lo sostenía por la espalda con mi brazo y con sus manos temblorosas sostuvo el vaso. Con la ayuda de mi otra mano se llevaba el agua a sus labios.
–Gra... Gracias –me dijo con voz vacía. Dolía escuchar la voz de Draco en ese estado.
Le ayudé a que se sentara en la cama. Kreacher me dio las pociones revitalizantes que debía de tomar para recuperar fuerzas. Se las di en la boca y después le pasé más agua. Las pociones hicieron efecto, el color en su rostro volvió un poco, aunque lo estaba sosteniendo, temblaba como una hoja de papel. El frío parecía estar congelando su cuerpo, eso era imposible. El cuarto estaba templado por el sol que hacía afuera de casa. Necesitaba hacerlo entrar en calor.
Le dije a Kreacher que trajera paños calientes, al igual que encendiera la chimenea de la habitación. Empecé a lanzar hechizos calentadores por toda la habitación. Abrigué con dos mantas gruesas a Draco. Kreacher había regresado, le estaba poniendo los paños calientes por dentro de las mantas. Draco respiraba con dificultad, le acaricié la mejilla para revisar su temperatura, pero aun así seguía frío. Él se apoyó más en el contacto de mi mano, buscando calor.
–Siempre... fuiste... cálido –me dijo en un susurro.
Después de eso se quedó dormido. Draco siempre había sido más frío que yo, en invierno siempre le daba guantes extras porque sus manos parecían estar congeladas. No sabía cómo reaccionar ante esas palabras.
Kreacher había terminado sus tareas, por último, la habitación se sentía como un horno.
–Kreacher, revisa en los minutos siguientes si su temperatura se regula. Si vuelve a despertar, me avisas –el elfo solo asintió para desaparecer.
Salí de la habitación todo sudado.
Tenía miedo, entendía que Draco tendría secuelas, pero verlo despierto con esos ojos llenos de terror, solo hicieron que se le revolviera el estómago. Todo sería más fácil con un trago, o con una pastilla, las manos le estaban temblando de nuevo. Sabía que tendría que ir a San Mungo, necesitaba que lo revisaran, a pesar de que no podía llevar a Draco al hospital, no lo pondría en una situación desagradable en su estado. Lo último que necesitaba era un mal trato por parte de los Sanadores.
Bajé las escaleras, Hermione seguía en el jardín junto con los niños. Scorpius vino corriendo a mí.
–¿Cómo está papi? –me preguntó ansioso.
ESTÁS LEYENDO
El niño que vivió pero no aprendió a vivir.
CasualeHace cinco años que no se ven. Hace cinco años Draco lo abandono. Ahora Draco, tiene un hijo. Hace cinco años Harry era un alcohólico. Ahora Harry, sigue siendo un alcohólico.