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Rai miró por la ventana, consciente de que la espera era una parte crucial de su plan. Sabía que tendría que mantenerse alerta y paciente, esperando que algo sucediera para poder actuar. De repente, alguien tocó la puerta. Con voz relajada, dijo que podía entrar. La puerta se abrió y vio a Madame Dupont entrar con algunas frasadas y una almohada.
—Te traje esto para que no tengas frío. En este cuarto siempre hace más frío que en los otros —dijo ella, con una sonrisa maternal.
—Gracias —respondió Rai, apreciando el gesto.
—Baja en un rato para tomar una merienda nocturna —añadió Madame Dupont antes de salir.
Rai volvió a estar solo en la habitación. A pesar de que no era grande, se sentía vacía al no tener cosas personales consigo. Después de unos minutos, decidió bajar las escaleras. Al llegar al salón, vio a Madame Dupont sentada, esperándolo con una taza de café y galletas que había preparado en la panadería.
—Gracias por la merienda —dijo Rai, sentándose y tomando una galleta.
—No te preocupes, hijo. ¿Viste las noticias del incidente de ayer? —preguntó Madame Dupont, su rostro mostrando una leve preocupación.
Rai se quedó callado unos segundos mientras tomaba un sorbo de café. Sabía que debía medir bien sus palabras.
—Sí, los vi. Esos nuevos villanos parecen diferentes a los que acostumbramos ver. Lograron estar por encima de Cat Noir y Ladybug —comentó, fingiendo preocupación.
Madame Dupont suspiró, asintiendo.
—Estoy asustada. Cat Noir y Ladybug son los héroes de toda Francia. No pueden perder contra unos villanos que se divierten causando alborotos.
Rai la miró, notando la preocupación en sus ojos. Aunque a él no le importaba realmente, sabía que debía fingir empatía.
—Estoy seguro de que los héroes podrán salvarnos, como siempre lo han hecho —dijo, tratando de sonar convincente. Luego, cambió de tema para aliviar la tensión—. ¿Y en qué trabajan tus hijos?
Madame Dupont sonrió, orgullosa.
—Mis dos hijos ya son profesionales. Uno de ellos es ingeniero civil aquí en Francia, y mi hijo mayor es doctor en Estados Unidos.
Rai asintió, impresionado.
—Es increíble que tus hijos hayan logrado ser tan buenas personas. Debes estar muy orgullosa.
—Lo estoy. A pesar de que aún son jóvenes, espero tener nietos pronto —dijo ella, con una risa suave.
Rai continuó comiendo las galletas, escuchando a Madame Dupont hablar sobre sus hijos. Sabía que era importante mantener la apariencia de ser un joven normal y agradecido. Además, la conversación sobre familias le proporcionaba una distracción bienvenida de sus planes y preocupaciones.
—¿Cómo fue que decidieron sus carreras? —preguntó Rai, genuinamente interesado en mantener la conversación fluida.
—Bueno, mi hijo menor siempre tuvo una mente curiosa y creativa. Desde pequeño, le encantaba construir cosas con bloques y juguetes. Siempre decía que quería hacer cosas grandes y fuertes, así que no me sorprendió cuando decidió estudiar ingeniería civil —respondió Madame Dupont, con un brillo de orgullo en sus ojos.
—Y tu hijo mayor, ¿Cómo decidió ser doctor? —preguntó Rai, tomando otro sorbo de café.
—Siempre fue un niño compasivo, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Recuerdo que una vez, cuando tenía solo ocho años, encontró un pajarito herido y lo cuidó hasta que estuvo bien. Desde entonces, siempre quiso ser médico para ayudar a las personas —explicó ella.
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Un Nuevo Villano? Miraculous Ladybug
أدب الهواةla historia es buena, denle una oportunidad.