Cinco semanas habían pasado desde la fiesta de XV años de Sandra y el reencuentro con Aria. La vida siguió su curso normal, con la rutina de la escuela y los estudios ocupando la mayor parte de mi tiempo. Sin embargo, ahora había algo nuevo y emocionante en mi día a día: los mensajes de Aria.
Cada pocos días, mi teléfono vibraba con una notificación de Aria. Sus mensajes eran como un rayo de sol en medio de la carga escolar. A veces me enviaba chistes o memes que me hacían reír, otras veces me contaba sobre su día o me preguntaba cómo estaba. Aunque no siempre teníamos largas conversaciones, cada mensaje era una conexión que me recordaba que ella estaba allí, al otro lado de la ciudad, pensando en mí.
La primera vez que me envió un mensaje después de la fiesta, sentí una mezcla de nervios y emoción. Me pregunté si volveríamos a tener la misma cercanía que habíamos tenido en la infancia. Sin embargo, cada conversación nos acercaba un poco más, y me di cuenta de que nuestra amistad no había desaparecido; simplemente había estado en pausa.
"Hola, Mike. ¿Cómo va todo?" preguntaba en uno de sus mensajes.
"¡Hola, Aria! Todo bien, solo ocupado con los estudios. ¿Y tú?" respondía yo, siempre ansioso por saber de ella.
"Lo mismo por aquí. Pero me alegra que estemos en contacto. Me hace sentir que nada ha cambiado," me escribía ella, y su mensaje siempre venía acompañado de un emoticono sonriente.
Nuestros intercambios no solo me alegraban el día, sino que también me ayudaban a mantener una perspectiva positiva. En medio de las pruebas y las tareas, saber que Aria estaba de vuelta en mi vida me daba una sensación de estabilidad y esperanza.
Un día, mientras repasaba mis apuntes para el examen de admisión a la preparatoria, mi teléfono vibró con un nuevo mensaje.
"¡Hey, Mike! ¿Te gustaría salir este fin de semana? Tal vez podamos ir al parque o a alguna cafetería. Me gustaría verte," escribió Aria.
Sentí una oleada de alegría al leer su mensaje. A pesar de lo ocupados que estábamos ambos, ella quería tomarse un tiempo para verme. "¡Claro! Me encantaría," respondí rápidamente. "¿Qué tal el sábado por la tarde?"
"Perfecto. Nos vemos entonces," respondió ella.
El resto de la semana pasó volando mientras esperaba nuestro encuentro. El sábado por la tarde, me dirigí al parque donde habíamos quedado. La anticipación me llenaba de energía mientras caminaba hacia el lugar acordado.
Cuando llegué, vi a Aria sentada en una banca, con su característico cabello suelto y sus lentes rosas. Me saludó con una sonrisa que iluminaba todo el parque. Nos abrazamos y comenzamos a hablar, poniéndonos al día con más detalle sobre nuestras vidas desde la última vez que nos habíamos visto.
"Es genial verte en persona otra vez," dije, sintiendo una cálida sensación de felicidad.
"Sí, es diferente a solo enviar mensajes," respondió ella, riendo. "Me alegra que hayamos podido hacer esto."
Pasamos la tarde hablando y riendo, y por un momento, olvidé todas las preocupaciones sobre los estudios y los exámenes. Con Aria a mi lado, sentí que todo era posible y que, sin importar lo que pasara, siempre tendría a una amiga en quien confiar.
Faltaba un mes para el examen de admisión a la preparatoria, y mi rutina de estudio se había vuelto aún más intensa. Pasaba la mayoría de mis tardes en la biblioteca, inmerso en libros y apuntes. La biblioteca se había convertido en mi refugio, un lugar tranquilo donde podía concentrarme sin distracciones.
Una tarde, mientras repasaba fórmulas de matemáticas, alguien se acercó a mi mesa. Levanté la vista y vi a Karla, una compañera de clase, parada frente a mí con una sonrisa amistosa.
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Mas que Amigos
RomanceMike y Aria, dos inseparables amigos de la infancia, se pierden de vista cuando Aria se muda a otra ciudad. Años después, durante el primer año de preparatoria, el destino los une nuevamente en la misma escuela. Aunque el tiempo y la distancia han c...