Capitulo 9

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Las vacaciones de invierno habían comenzado, trayendo consigo una pausa bienvenida después de los intensos exámenes finales. El sábado por la tarde, mientras me acomodaba en el sofá con un libro, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Aria.

"Hola, Mike. ¿Te gustaría vernos mañana en el parque cerca de la biblioteca? Quiero hablar contigo y pasar un rato juntos. ¿Qué dices?"

Miré el mensaje por unos momentos, sintiendo una mezcla de emociones. Había pasado mucho tiempo desde que Aria y yo habíamos tenido una conversación tranquila y sin tensiones. La idea de pasar tiempo con ella me hacía sentir nervioso, pero también emocionado.

Respondí rápidamente, tratando de mantener un tono casual: "Claro, Aria. Me parece una buena idea. Nos vemos mañana a las 3 pm en el parque."

La respuesta de Aria llegó casi de inmediato: "¡Genial! Nos vemos entonces :)"

Guardé mi teléfono y dejé que mi mente divagara. Me pregunté qué querría hablar Aria. Las últimas semanas habían sido un torbellino de emociones y eventos. Desde la reconciliación hasta los exámenes, no habíamos tenido realmente la oportunidad de profundizar en nuestra nueva dinámica. Quizás, pensaba, este encuentro nos daría esa oportunidad.

Pasé el resto de la tarde intentando concentrarme en mi libro, pero mis pensamientos seguían regresando a Aria y al mensaje. Era evidente que, a pesar de todo, ella todavía significaba mucho para mí. Y ahora, con el inicio de las vacaciones de invierno, tenía la sensación de que las cosas estaban a punto de cambiar para mejor.

Con esa esperanza en mente, me preparé mentalmente para el día siguiente, decidido a hacer de este encuentro un nuevo comienzo para ambos.

Al día siguiente, llegué al parque diez minutos antes de lo acordado. El aire frío de diciembre llenaba mis pulmones y hacía que me abrigara más en mi chaqueta gris oscuro. Llevaba una suéter azul marino y unos guantes negros que mi madre había tejido para mí. Mientras esperaba, observé a las familias pasear y a los niños jugar, intentando calmar mis nervios.

De repente, vi a Aria acercarse. Ella llevaba un abrigo rojo vibrante que le llegaba hasta las rodillas, con botones dorados que brillaban bajo la luz del sol invernal. Su bufanda era de un color rosa y tenía un gorro blanco con rayas negras. Su cabello, que normalmente llevaba suelto, hoy estaba recogido en una coleta que caía sobre su hombro derecho y dos trenza también en tenia 2 mechones de su cabello que caía en cada lado de su cabeza. Al verla, sentí una calidez inesperada que me hizo sonreír.

"Hola, Aria," dije, sintiendo un poco de timidez. "Te ves muy bonita hoy."

Ella sonrió, su rostro se iluminó y pude notar un leve sonrojo en sus mejillas. "Gracias, Mike. Tú también te ves bien."

Después de unos minutos de conversación ligera, decidimos caminar hasta una cafetería cercana. El viento frío nos acompañaba, y ambos manteníamos las manos metidas en los bolsillos para conservar el calor. Al llegar a la cafetería, el cálido aroma del café y los pasteles recién horneados nos envolvió, ofreciendo un refugio acogedor del frío exterior.

Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, y pedimos chocolate caliente y unos croissants. Mientras esperábamos nuestros pedidos, noté que Aria parecía nerviosa. Sus manos jugaban con la servilleta, doblándola y desdoblándola sin cesar.

"Aria, ¿estás bien?" le pregunté, preocupado.

Ella levantó la vista, sus ojos reflejaban una mezcla de ansiedad y determinación. "Mike, hay algo que quiero pedirte."

"Claro, dime," respondí, intentando sonar lo más tranquilizador posible.

Aria tomó una profunda respiración y luego habló rápidamente, como si temiera que si no lo hacía de una vez, perdería el valor. "Mike, quiero pedirte que seas mi chambelán en mi fiesta de quince años. Será en dos semanas, y significaría mucho para mí si aceptaras."

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