El día del torneo de ajedrez llegó con una mezcla de emoción y nerviosismo. Había pasado semanas preparándome, y ahora todo se reducía a este momento. Me levanté temprano esa mañana, repasando mentalmente todas las estrategias y tácticas que había aprendido. El torneo se llevaría a cabo en el gimnasio de la preparatoria, un lugar amplio y bullicioso que había sido transformado en una arena de competencia.
Al llegar al gimnasio, me impresionó la cantidad de participantes que estaban presentes. Estudiantes de diversas preparatorias estaban alineados en filas, todos con uniformes distintos que representaban sus respectivas escuelas. El ambiente estaba lleno de actividad: algunos estudiantes se preparaban para las partidas, otros repasaban estrategias con sus compañeros. El sonido de las piezas de ajedrez moviéndose sobre los tableros y las conversaciones susurradas llenaban el aire.
Me dirigí a mi mesa asignada y tomé un momento para respirar hondo y centrarme. Miré mi tablero, sintiendo una mezcla de confianza y nervios. Sabía que había entrenado lo suficiente y que estaba preparado para lo que se venía. La primera ronda comenzó, y me enfrenté a un oponente de una preparatoria rival. La partida fue intensa, pero mantuve la calma y apliqué las estrategias que había practicado. Con un movimiento final, logré ganar, y el árbitro me dio una señal para pasar a la siguiente ronda.
Durante la segunda y tercera ronda, la sensación de familiaridad con el tablero me ayudó a mantener el control. Cada victoria me acercaba más a la meta, y la concentración era clave. Observaba los movimientos de mis oponentes con atención, buscando cualquier señal de debilidad o error. La adrenalina y la tensión estaban en su punto máximo, pero me mantenía enfocado, consciente de que cada partida era una oportunidad para demostrar lo que había aprendido.
Con cada victoria, el ambiente en el gimnasio se volvía más competitivo. Los murmullos de los espectadores y el sonido de las piezas moviéndose creaban una atmósfera electrizante. Miraba de reojo a los otros participantes, notando sus expresiones de determinación y concentración. Era fascinante ver cómo el ajedrez podía unir a tantas personas en un objetivo común: la victoria.
Finalmente, llegó la ronda final. Mi oponente era un estudiante de otra preparatoria que también había demostrado ser un jugador hábil. La partida comenzó con una serie de movimientos rápidos y calculados. Mi mente estaba completamente enfocada en el tablero, analizando cada posible movimiento y anticipando las jugadas de mi adversario. Sabía que esta sería la partida más desafiante, y me preparé para dar lo mejor de mí.
A medida que la partida avanzaba, sentí la presión aumentar. Cada movimiento era crucial, y cualquier error podría costarme la victoria. Pero con cada jugada, sentía que la estrategia que había ensayado tantas veces estaba dando frutos. Observaba atentamente el tablero, buscando la oportunidad perfecta para realizar un movimiento decisivo.
El tiempo parecía volar mientras me sumergía en la partida. Finalmente, con un movimiento calculado, logré colocar al rey de mi oponente en jaque mate. Sentí una oleada de alivio y satisfacción cuando vi que el árbitro confirmaba la victoria. La sala estalló en aplausos y vítores, y me levanté para recibir el reconocimiento por mi desempeño.
Entre la multitud, vi a Aria que se acercaba rápidamente. Sus ojos estaban brillantes con una mezcla de emoción y orgullo, y su sonrisa iluminaba su rostro. Sin pensarlo, me lanzó un abrazo cálido y reconfortante.
"¡Lo hiciste increíble, Mike!" exclamó, su voz llena de alegría. "Estoy tan orgullosa de ti."
El abrazo de Aria fue un momento de pura felicidad para mí. Sentí una calidez que iba más allá de la victoria en el torneo. La forma en que ella me abrazaba, la forma en que me miraba con admiración, me hizo sentir que todo el esfuerzo y la dedicación habían valido la pena.
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Mas que Amigos
RomanceMike y Aria, dos inseparables amigos de la infancia, se pierden de vista cuando Aria se muda a otra ciudad. Años después, durante el primer año de preparatoria, el destino los une nuevamente en la misma escuela. Aunque el tiempo y la distancia han c...