Capitulo 7

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Cuando llegué a la escuela esa mañana, me sentía decidido a enfrentar la situación. Había pasado la noche reflexionando y sabía que era hora de hablar con Aria. La vi a lo lejos, rodeada por sus amigas: Sarah, Natalia, Lucy y Fernanda. Se estaban riendo y conversando animadamente, como si no supieran lo que estaba a punto de suceder.

Me acerqué a ellas con las libretas y trabajos que había acumulado. La expresión de Aria cambió de curiosa a preocupada cuando vio los papeles en mis manos. Sin darme tiempo para dudar, los dejé frente a ella y dije, "Aria, aquí están los trabajos que me pediste. No los he hecho."

Aria frunció el ceño, mirando las libretas con incredulidad. "¿Qué quieres decir con que no los hiciste? ¡Te dijimos que los hicieras! ¿Por qué no lo hiciste?"

"Porque me he estado sobrecargando," respondí, tratando de mantener la calma. "He estado haciendo tus tareas y las de tus amigas durante semanas, y me está afectando. No puedo seguir así. Necesito tiempo para mis propios estudios y mi salud."

Aria se puso a la defensiva. "¿Y qué pasa si te pedimos ayuda? Pensé que podríamos contar contigo. ¿Ahora estás diciendo que no quieres ayudarnos más?"

"No es que no quiera ayudarte," traté de explicar. "Es que estoy agotado. He estado sacrificando mi tiempo y mi bienestar por hacer esto. No puedo seguir así. Necesito que entiendas que también tengo mis propias responsabilidades."

La discusión se intensificó rápidamente. Aria, visiblemente molesta, levantó la voz. "No puedo creer que estés haciendo esto. Solo queríamos un poco de ayuda. ¿De verdad estás abandonándonos ahora?"

Sus palabras me dolieron, pero mantenía mi posición. Sabía que había llegado el momento de priorizar mi propio bienestar y establecer límites claros, aunque eso significara enfrentar un conflicto incómodo.

La discusión había escalado rápidamente, y me sentí atrapado en una tormenta de palabras. Aria, visiblemente enfadada, empezó a lanzar insultos que iban más allá de la simple decepción. Me miraba con una mezcla de frustración y desprecio, y sus palabras se volvían cada vez más hirientes.

"No puedo creer que te tomes tan en serio esto," comenzó Aria con un tono sarcástico. "Eres tan predecible, Mike. Siempre has estado en tu mundo, sin comprender realmente cómo funciona el mundo real."

Mis manos temblaban mientras intentaba mantener la compostura. "Eso no tiene nada que ver con-"

"¡Sí que tiene!" me interrumpió, alzando la voz. "Eres tan inútil para estas cosas. ¿Es que no te das cuenta de que tus problemas no son una excusa para no hacer las cosas? Tu Asperger te hace incapaz de entender cómo interactuar con las personas de manera normal, ¿verdad?"

Sus palabras eran como cuchillos afilados. Cada insulto se clavaba en mi corazón, y me sentía cada vez más pequeño bajo el peso de sus críticas. Aria continuó, sin piedad, como si no viera el daño que estaba causando.

"Siempre me has dado la impresión de que solo estás aquí para hacerte el interesante con tus problemas y tu inteligencia," dijo con desdén. "Nunca has sido capaz de relacionarte con nadie realmente. Tu Asperger te hace una carga para todos. No entiendo cómo podrías pensar que podrías simplemente no hacer lo que te pedimos y que todo estaría bien."

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero traté de mantenerme firme. "Aria, eso no es justo. No estás siendo comprensiva. Solo estoy tratando de decirte que necesito espacio y que no puedo seguir haciendo todo esto. Me estás lastimando con tus palabras."

"No me importa," respondió con frialdad. "Tal vez deberías aprender a manejar tu vida en lugar de esperar que todos te apoyen siempre. Es tu problema, no el mío."

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