Capitulo 11

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Aviso: Si estás leyendo sin internet, te recomiendo que no continues, por lo menos no en este capítulo. Ya que hay varias imágenes que te podrían ayudar a imaginarte de manera más fácil cada cosa que menciono.

Frío, tanto frío que involuntariamente empiezo a temblar.

No se donde me encuentro, tampoco puedo ver nada, mi cuerpo no responde y no puedo abrir mis ojos. Solo puedo sentir el suelo frío y duro debajo de mi. Estoy acostada, totalmente inmóvil y poco a poco la desesperación comienza a apoderarse de mi.

Intento abrir mis ojos, pero algo me lo impide. Lucho por abrirlos, pero es inútil.

De repente recuerdo lo que me pasó y el pánico y la impotencia se apoderan de mi. ¿Acaso estoy muerta? ¿Qué pasara con mi familia? ¿Qué pasará conmigo? No puede ser este mi final. Las lagrimas brotan de mis ojos mojándome el rostro, para así terminar en el suelo debajo de mi. El miedo y el dolor hacen que mi corazón lata descontrolado en mi pecho. Ahora, además de no poder ver, ya no puedo respirar. Intento inhalar oxígeno, pero mi cuerpo no responde. La sensación de asfixia me invade y poco a poco caigo en la inconsciencia.

Me despierto de golpe, inhalando fuerte y llenando así mis pulmones de aire. Abro mis ojos, pero no logro visualizar nada. Solo oscuridad.

«¿De verdad estoy muerta? ¿Dónde estoy?» son las preguntas que rondan en mi mente.

Aun sin poder ver nada por la oscuridad, me levanto del suelo y empiezo a caminar, no se donde estoy y no sé a donde ir, tampoco es como si hubiera algún sitio al que pudiera ir. Con mucho cuidado y dando pasos cortos, me hecho a caminar. Ha pasado mucho tiempo desde que empecé a caminar en la oscuridad que aún no ha cesado. Negro, es todo lo que mis ojos pueden visualizar. Al parecer me encuentro en un lugar totalmente oscuro y vacío. Ya no sé qué hacer, no sé a donde ir. ¿Acaso me quedaré aquí para siempre?.

Un ruido de algo rompiéndose hace que me sobresalte, activo mis sentidos y trato de prestar atención, pero no logro escuchar nada más. De nuevo todo está en silencio. Los nervios me han invadido y el pánico no piensa abandonarme. Doy largas respiraciones intentando calmarme.

«No puedo estar muerta, no puedo. Esto no puede ser todo...» pienso, mientras revivo los sucesos anteriores, todavía puedo sentir el dolor cuando ese demonio me atravesó, o la fricción que hacia mi cuerpo con el suelo cuando era arrastrada por el suelo. Por inercia me tocó el estómago intentando sentir el agujero que se supone debe haber en mi cuerpo. Sin encontrar nada.

De repente un luz segadora invade el lugar y me hace poner mi mano derecha en mi cara en un intento de esquivar la luz, y cierro los ojos instantáneamente, en un intento de protegerme. Segundos después abro los ojos, estos se acostumbran a la deslumbrante luz, y observan algo a la distancia. Es un camino, sin nada que perder decido caminar por el camino que desde aquí luce muy extenso. El camino es raro pero a la vez muy hermoso.

A los dos lados del sendero hay gigantescas paredes de rocas, hay una abundante vegetación, flores de tonos claros todas muy hermosas, y plantas que trepan por las paredes de roca. Todo el camino se extiende hasta el horizonte. Continuó caminando y todo sigue igual, mismo camino y casi los mismos detalles, ha medida que avanzó la vegetación va perdiendo su color, su vida. Las flores que antes se encontraban revestidas por colores claros, pasaron a estar marchitas y después a estar secas y sin vida alguna. El camino que al inicio era colorido y hermoso, ya no lo es más, todo luce muerto.

(Aquí una imagen de como más o menos luce el camino)

(Aquí una imagen de como más o menos luce el camino)

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Destellos de eternidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora