Llegar a esta maldita academia fue mi primer error.
El me atormentan incluso mas que las pesadillas de mi pasado.
Ahora seré inculpada por los oscuros y perturbadores asesinatos ocurridos dentro de la academia desde mi llegada. No quiero volverme u...
Y solo puedo estar sentada, tratando de ignorar todos los ruidos de los demás. Excepto el de mi compañera de al lado. Parecía que no estuviera, es demasiado callada. Lo que me lleva a la duda de que paso para que la trajeran aquí.
Miro el suelo de nuevo concentrándome en contar las grietas.
Voy para numero trescientos cuando mi mente me recuerda el dolor del cinturón de mi padre en mi espalda, todas las cicatrices que tengo como recordatorio ahí.
Desearía comer algo
Mejor beber algo, mi garganta esta tan seca y no estoy segura cuanto llevo aquí, tal vez horas o días. Eh resistido mucho sin comer, me e autocastigado sin comer por mucho tiempo pero creo que me voy a desmayar si continua así.
Una luz alumbra el suelo de cemento y noto que sale de la ventanita arriba de la pared detrás mío. Escucho crujido raros pero los ignoro hasta que percibo el olor a nicotina y frutas. Ese olor lo conozco muy bien.
Me levanto poniéndome de puntillas queriendo ver. Solo veo el bosque y la luz del sol apenas saliendo pero todo sigue tenue y frio.
—Nadine— sale Lianna de repente en mi campo de visión.
—Mierda Lianna, no salgas de esa manera
—Lo siento — dice pero me sonríe.
—¿Qué haces aquí?
—Estuve buscando como sacarte de aquí, el directo es un asno pero a que no adivinas que.
—¿Qué? — intrigo.
—Hubo otro asesinato ayer por la tarde — me dice emocionada.
—¿Y eso porque es bueno?
—Por que significa que no fuiste tu tonta, te encerraron todo este tiempo, tiene una prueba irrefutable que eres inocente.
—Inocente — repito.
—Si, ahora toma — me pasa una barra de proteínas y un pequeño bote de agua —come ahora, antes de que se den cuenta estoy en el área prohibida del campus.
—No es necesario enserio — intento devolvérselo.
—¡No seas terca conmigo! — regaña. Bufo y abro el agua bebiendo como desesperada y luego termino comiéndome la barra de proteína devolviéndole la evidencia a ella.
—Te veo mañana ¿entendido? — me dice y se levanta pero le grito.
—¡Lianna! — se detiene para verme — gracias.
Ella sonríe y me da un leve asentimiento para después irse.
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