Capítulo 12 Una Lucha Sangrienta

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En el corazón de la batalla, los guerreros del universo once se destacaban con una determinación feroz. Jiren, Belmod, Toppo y Margarita encabezaban la ofensiva, su poder y habilidad resplandeciendo en el campo de batalla. A su alrededor, las Tropas del Orgullo luchaban con toda su fuerza, defendiendo su universo con un fervor inquebrantable.

Entre ellos, Dyspo se movía con una velocidad asombrosa, derribando a los arcanos con una agilidad que pocos podían seguir. Sin embargo, la ferocidad de los arcanos no debía subestimarse. En un momento de descuido, Dyspo fue emboscado por un grupo de arcanos que lograron cercarlo. Aunque peleó con valentía, sus esfuerzos no fueron suficientes para escapar de sus enemigos. Con un grito de desafío final, Dyspo cayó, sucumbiendo a la implacable fuerza de los arcanos.

La muerte de Dyspo resonó en los corazones de sus compañeros. Jiren, en particular, sintió una ola de furia y determinación. Sus ojos brillaron con una intensidad renovada mientras miraba a los arcanos que habían acabado con su amigo. Toppo, ahora el dios destructor del universo 11, también sintió la pérdida profundamente. Levantó su mano, invocando el poder de la destrucción, y lanzó un devastador ataque hacia los asesinos de Dyspo.

Belmod y Margarita se unieron a la ofensiva, sus ataques combinados creando una explosión de energía que barría a los arcanos. La determinación de vengar a su compañero caído impulsó a las Tropas del Orgullo a luchar con una ferocidad aún mayor. Jiren, canalizando su ira y tristeza, liberó todo su poder, destruyendo a los arcanos restantes con una serie de ataques devastadores.

Los Kaios luchan con fuerza, el escudo otorgado por Bulma les da una gran ventaja al no ser dañados por ataques de energía. Zarama, mientras luchaba contra Daishinkán, al ver esto, da la indicación a sus arcanos— "Acaben con los destructores"—, sería la orden del dios caído.

En el campo de batalla, Quitela, el dios destructor del Universo cuatro, lucha ferozmente contra un poderoso grupo de arcanos. Al verse acorralado, saca fuerzas de su determinación y furia, sabiendo que el destino de dos universos recae sobre él. Los guerreros del Universo cuatro y nueve lo observan con esperanza y temor.

—"¡No permitiré que destruyas lo que he jurado proteger!"— ruge Quitela, lanzándose con todo su poder contra los arcanos. Pero el enemigo es implacable, y Quitela, a pesar de su esfuerzo, comienza a sucumbir. Con una última mirada a sus guerreros, grita: —"¡Luchad... hasta el final!"

El grupo de arcanos lanza un ataque devastador, un Hakai colosal el cual envía a Quitela cae al suelo, comenzando este a desaparecer maldiciendo a sus enemigos, derrotado. Al morir, el Kaio Kuru también perece, desapareciendo sin dejar rastro alguno de su presencia, dejando un vacío inmenso. En ese instante, los universos cuatro y nueve comienzan a temblar, señal inequívoca del inicio de su implosión, la falta de su dios destructor y Kaio pone en peligro su estabilidad.

Los ángeles Cognac y Mojito, luchaban con valor, pero los arcanos ahora eran mas fuertes de lo esperado e incluso ellos están teniendo problemas con sus enemigos. Los ángeles, ahora sin un dios destructor que servir, sienten la presión de la situación. El templo de Zeno Sama tiembla, y el propio Zeno Sama siente la carga adicional de mantener el orden de los universos implosionando. Con un gesto solemne y sabiendo la urgencia de la situación, Zeno Sama les concede permiso para continuar luchando.

En medio del caos, Daishinkan, inmerso en su batalla con Zarama, no puede intervenir. Sin embargo, el mensaje es claro: los ángeles deben seguir luchando por sus universos. Cognac y Mojito, ahora sin un dios destructor, se lanzan a la batalla con renovada determinación, protegiendo a sus guerreros y manteniendo la esperanza de sus universos.

Los guerreros restantes del Universo cuatro y nueve, al ver la caída de Quitela y Kuru, luchan con una furia renovada. Saben que sus universos están al borde de la destrucción, y cada golpe, cada técnica, es lanzada con la desesperación y la esperanza de sobrevivir un día más.

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