Capítulo 19 Regreso a Casa

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La batalla había terminado y la paz había sido restaurada en el multiverso. Gokú y los guerreros restantes se reunieron en el templo sagrado, contemplando las secuelas de la batalla. Zeno Sama, visiblemente cansado, se sentó en lo que alguna vez fue su trono, ahora una pila de escombros, su mirada perdida en el vacío.

Daishinkán se acercó a él con preocupación.

—¿Qué le ocurre, Zeno Sama? —preguntó suavemente.

Zeno Sama levantó la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y resignación.

—Ya no soy el dios del todo, Daishinkán —respondió Zeno Sama, su voz temblando—. Siempre he existido como un dios, y ahora que no lo soy, mi existencia llegará a su fin.

Los guardianes de Zeno Sama ya habían regresado al lado del ahora ex dios del todo, en sus rostros se apreciaba la pena y la preocupación.

Las palabras de Zeno Sama resonaron en el aire, llenando el ambiente de una tristeza palpable. Los guerreros presentes intercambiaron miradas de preocupación y consternación. Sin embargo, antes de que la tristeza pudiera hundirlos por completo, Gokú se adelantó con determinación en su mirada.

Gokú avanzó hacia Zeno Sama, sus pasos resonando en el silencioso salón—. "Nunca quise ser el dios del todo,"— confesó—. "Acepté el poder porque era necesario para salvar el multiverso, pero mi corazón siempre ha estado en la tierra, con mis amigos y mi familia. Peleando por diversión, no por responsabilidad cósmica."

La mirada de Gokú era serena y llena de una sabiduría recién adquirida. —"He aprendido mucho en este corto tiempo como dios del todo. Un conocimiento que va más allá de las peleas y los combates. Pero también sé que no es mi destino ser el gobernante del multiverso."

Gokú levantó sus manos y una aura brillante comenzó a emanar de él, rodeándolo con una luz divina que llenó el salón. Los presentes observaron, fascinados, cómo Gokú canalizaba todo su poder y lo dirigía de vuelta a Zeno Sama.

Con un resplandor cegador, la esencia divina de Gokú fluyó hacia Zeno Sama, revitalizándolo y restaurando su poder y su brillo característico. Gokú, al terminar el ritual, se quedó de pie, con una expresión de paz en su rostro, sabía que parte de su fuerza había sido traspasada a Zeno Sama.

—"Acepto las secuelas de mi divinidad,"— dijo Gokú, su voz suave pero llena de resolución—. "Pero esas secuelas no serán un peso, sino una guía para buscar la tranquilidad y la paz que tanto anhelo. He adquirido un conocimiento superior, y con él, espero vivir una vida tranquila y equilibrada."

Zeno Sama, ahora revitalizado y lleno de energía, miró a Gokú con gratitud y respeto—. "Gracias, Gokú"—, dijo con una voz que resonaba con poder y saltando a los brazos de su amigo—. "Mantendré los cambios que has implementado, y el multiverso estará en paz bajo mi vigilancia."

Los presentes, incluidos los ángeles, Daishinkán, y los guerreros, observaron con asombro y respeto la decisión de Gokú. Había mostrado no solo un poder sin igual, sino también una humildad y sabiduría que trascendían su rol como guerrero.

Gokú, con una sonrisa serena, miró a sus amigos y familiares. Sabía que su futuro estaba en la Tierra, rodeado por aquellos que amaba, buscando siempre la paz y el equilibrio. Había cumplido su deber como dios del todo, pero ahora, estaba listo para volver a su verdadera vida, una vida de tranquilidad y simplicidad.

El ambiente en el Templo Sagrado se volvió solemne cuando Zeno Sama, ahora restaurado a su pleno poder, se acercó a Vegeta. Los demás guerreros y dioses observaron en silencio, sabiendo que estaban a punto de presenciar un evento histórico.

Dragon Ball La Última BatallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora