—Aquí están las gallinitas... —entonó el hombre con una voz burlona y maliciosa—. Muy bien. Veamos dónde esconden sus huevos de oro.
Revolucionados por la urgencia y movidos por el más puro instinto de supervivencia, Pedro y Ana decidieron actuar. Pedro, quien hasta entonces había permanecido en un estado inamovible de shock, sujetó a su mujer del brazo y la obligó a seguirla.
En su mente solo había una premisa que imperaba con fuerza: escapar de ahí a toda costa. Pedro se dirigió hacia la única salida posible que había en la habitación, y llevó a Ana hacia la ventana. Con urgencia y celeridad en sus manos, la abrió y le ordenó a su mujer que saliera primero. Su mirada, inundada de temor, se dirigió por un segundo hacia aquel grupo de hombres.
La habitación continuaba abarrotándose de humo y calor, cada segundo contaba. Pudo percibir como aquellos hombres se acercaban a gran velocidad, buscando impedir su escape. Pedro sintió un nudo de pavor y angustia. Sabía que él no lo lograría, pero al menos, quizás, podría darle un poco de tiempo a su mujer.
Tenía que intentarlo.
—¡Rápido, Ana! ¡Primero tú! —rugió Pedro, con una voz entrecortada por el temor que parecía ofuscar sus palabras.
Ana asintió y obedeció con los ojos teñidos de preocupación y miedo. Explotando toda la adrenalina que brotaba de su cuerpo, se valió de una sorprendente agilidad para aferrarse y subirse al alféizar de la ventana. Pedro la ayudó a subir y la empujó hacia el otro lado.
Ella pasó primero una pierna y luego la otra, finalmente logrando salir al exterior. En ese momento, una breve sensación de alivio asomó por su cuerpo, pero fue abruptamente rebanado por una realidad difícil de digerir.
Apenas retrocedió unos pasos, sintió una fuerte presión en el brazo que le impidió continuar. Ana soltó un grito de sorpresa y espanto al percatarse de que había alguien más afuera que le bloqueó el camino, y con un movimiento veloz, fue capturada por un brazo que le rodeó el cuello.
—No te muevas —dijo la mujer en un susurro gélido y amenazante, mientras presionaba una navaja contra el cuello de Ana.
Ana sintió la hoja fría contra su piel y se quedó paralizada. Su respiración se cortó y, en contraste, su corazón le dio una sacudida, latiendo de manera desbocada. Desde dentro de la habitación, Pedro pudo ver lo que estaba sucediendo a través de la ventana. Su rostro automáticamente se transformó en una máscara de desesperación y furia al ver a su esposa en peligro.
—¡No! ¡Déjala! —gritó Pedro, con el dolor y la impotencia desgarrando su garganta.
La mujer no respondió, sus ojos se mantuvieron fijos en Ana, y solo para deleite personal, presionó todavía más la hoja del cuchillo, lo suficiente para que una gota de sangre se deslizara en el cuello de Ana. La situación se volvió imposible de sostener para Pedro. Los hombres llegaron a él y lo lanzaron al suelo sin un ápice de piedad. Uno le pateó con una gran fuerza en el abdomen, despojándolo del poco aire que conservaban sus pulmones.
Pedro permaneció en el suelo, intentando hacerse pequeño, sin saber qué más hacer para poder salir de esta catastrófica situación. Su mente estaba dividida en dos preocupaciones que, cuáles espíritus, no dejaban de rondar a su alrededor.
Su mujer e hijo. Quería que ambos estuviesen bien, que pudieran salvarse, quería que no les sucediese nada, que todo esto fuese un mal sueño, quería que todo terminara de una vez por todas.
—Lo voy a repetir una sola vez... —comenzó a decir el líder de la banda.
—El armario... —Interrumpió Pedro, anticipándose a la petición—. Debajo de los primeros cuatro tablones tengo un escondite donde meto todo el oro que consigo antes de venderlo. Por favor, llévenselo todo y no... —En su garganta se formó un nudo de angustia que le impidió poder terminar aquella frase. Volvió a intentarlo, pero esta vez, entre sollozos y empleando una feroz fuerza de voluntad—. No le hagan nada... por favor.
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DESTELLO DE ALMAS : DOS ALMAS LIBRES LIBRO 2
General FictionRicardo descubre que para salvar la humanidad debe de despertar su destello. Pero para hacerlo tiene que ir a otra dimensión, a otro mundo, a otra realidad donde experimentará eventos que nunca se había imaginado. Pero en el mundo real también pasa...