CAPITULO 2

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—¿Esa pantera acaba de hablar? —preguntó Mayorie, pasmada, sus ojos se expandieron desmesuradamente mientras su mano se alzaba instintivamente hacia su boca entreabierta. Dio un paso atrás, sus piernas temblorosas reflejaban la mezcla del asombro e incredulidad que sentía. La sorpresa en su rostro era evidente, y su respiración se volvió rápida y superficial mientras intentaba procesar lo que acababa de presenciar.

—Eso parece. —Luisfer se acercó al animal con pasos cautelosos, sintiendo el crujido de las hojas secas bajo sus pisadas. Se detuvo a unos metros del majestuoso felino, tomando un momento para calmar su respiración y centrar sus pensamientos. Sus ojos recorrieron el pelaje brillante y musculoso de la criatura, apreciando la belleza y el poder que emanaba de ella—. Disculpa. ¿Acabas de pedirnos ayuda?

—¡Sí! —lanzó el animal—. ¡Síganme y lo entenderán!

La pantera hizo un ademán de moverse, sus músculos se tensaron y su cuerpo se preparó para avanzar, pero frenó en seco y se volvió hacia los guardianes. Sus ojos dorados se fijaron en cada uno de ellos con intensidad, asegurándose de captar su atención por completo. Todavía tenía que aclararles una última cosa.

—Sean silenciosos. Nada de hablar a partir de ahora. ¿Está bien? —añadió en voz baja, pero firme.

—Que lo diga él es irónico, ¿no? —bromeó Luisfer codeando a Mayo.

—¡Vamos! —insistió la pantera y se puso en marcha.

Los guardianes asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación. La pantera esperó un instante, sus orejas se movieron hacia adelante para captar cualquier señal de acuerdo o duda antes de continuar su camino, moviéndose con la gracia y el sigilo que solo un felino de su magnitud podría lograr.

Luisfer y Mayo se devolvieron una mirada de complicidad. Jamás se habrían imaginado que momentos después de su casamiento tendrían que estar persiguiendo a una Pantera parlante en medio de una selva en el Chocó. Hacía mucho que no tenían misiones como Guardianes de almas, pero darían absolutamente todo de sí para que nada saliese mal en esta ocasión.

Sin perder más tiempo, ambos persiguieron a la pantera. El animal los guio a través del bosque. La agilidad que tenía era impresionante y era muy sencillo para el animal adelantarse demasiado; por lo que, en ocasiones, se frenaba para esperar a que los Guardianes le alcanzaran.

La pantera se movía con una gracia silenciosa entre la densa vegetación, su pelaje negro se mezclaba con las sombras de la selva. Los Guardianes le seguían, avanzando con cautela y evitando las ramas bajas y el follaje espeso. Cada paso era cuidadosamente ejecutado, y se mezclaba entre la vida que vibraba a su alrededor: el susurro de las hojas, el canto distante de aves exóticas, y el zumbido de insectos que llenaban el aire con su melodía constante.

La pantera se detuvo al borde de un claro oculto por la maleza, sus ojos brillaban con una inteligencia insondable, escrutando los alrededores con una innegable concentración. Los Guardianes se agacharon, mezclándose con el entorno, mientras sus miradas se fijaban en la escena que se desplegaba ante ellos.

En el centro del claro, una figura misteriosa estaba envuelta en un manto de sombras, su presencia imponente irradiaba un poder antiguo que se percibía en el ambiente. La figura trazaba símbolos en el aire con manos huesudas, sus dedos se movían con una precisión fina y calculada. A su alrededor, el suelo estaba cubierto de runas talladas en la tierra, brillando con una luz etérea que pulsaba al ritmo de un latido invisible.

El aire estaba cargado con una energía palpable, vibrando con una intensidad casi tangible. Los árboles circundantes parecían inclinarse hacia la figura, como si fueran atraídos por una fuerza magnética.

DESTELLO DE ALMAS  : DOS ALMAS LIBRES       LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora