Capítulo 9

3 2 6
                                    

Clara se despertó temprano esa mañana con una sensación de anticipación. El sol de París se filtraba a través de las cortinas de su pequeño apartamento, bañando la habitación en una luz dorada que acariciaba suavemente las paredes y el mobiliario. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, donde el aroma del café recién hecho la esperaba. Jacques ya estaba allí, sentado a la mesa con una taza de café y un libro. Le sonrió mientras ella entraba en la habitación, el sonido de las páginas al pasar llenaba el espacio con una tranquilidad matutina.

—Buenos días, amor —dijo él, extendiendo la mano para que se uniera a él—. ¿Dormiste bien?

Clara asintió, aceptando la taza de café que él le ofrecía. El aroma robusto y cálido del café llenaba el aire, envolviéndola en una sensación de hogar y seguridad.

—Sí, bastante bien. Aunque he estado pensando mucho en la oferta editorial. Debería recibir una llamada hoy para confirmarla.

Jacques le dio una mirada comprensiva, sus ojos reflejando preocupación y amor.

—Sabes que te apoyaré en cualquier decisión que tomes, Clara. Pero también sabes cuánto te quiero aquí, en París, conmigo.

Clara sonrió y se inclinó para darle un beso en la mejilla, sintiendo el calor de su piel contra sus labios.

—Lo sé, Jacques. Y eso es lo que hace que esta decisión sea tan difícil.

Después del desayuno, Clara decidió dar un paseo por la ciudad para despejar su mente. Caminó por las calles empedradas, disfrutando del bullicio de París. Los sonidos de la ciudad comenzaban a despertar: el rumor de las conversaciones, el chirriar de las bicicletas, y el murmullo constante del tráfico. La llamada del editor pesaba en su mente, pero intentaba disfrutar del momento. Al pasar por la librería Shakespeare and Company, no pudo evitar sonreír al recordar cómo todo había comenzado allí, las horas pasadas entre libros y el descubrimiento de Henri.

Más tarde, cuando regresó a su apartamento, el teléfono sonó. Clara lo tomó rápidamente, su corazón latiendo con fuerza. Era su editor, Maxime.

—Hola, Clara —dijo Maxime con su voz grave y segura—. Tengo buenas noticias. La oferta editorial está lista y solo necesitamos tu confirmación. Es una gran oportunidad para ti, y estoy seguro de que será un éxito.

Clara escuchaba atentamente, tratando de procesar la información. Maxime continuó hablando, detallando los términos de la oferta, pero su mente estaba en otra parte. Pensaba en Jacques, en su vida en París, y en todo lo que había construido allí.

—Maxime, necesito un poco de tiempo para pensar —respondió finalmente—. Es una decisión importante y quiero asegurarme de tomar la correcta.

—Por supuesto, Clara. Pero no tardes demasiado. Esta es una oportunidad única —dijo Maxime antes de despedirse.

Justo en ese momento, Jacques entró en el apartamento. Había escuchado la última parte de la conversación y malinterpretó la situación. Su rostro se oscureció con una mezcla de sorpresa y tristeza.

—Así que... ¿ya tomaste una decisión? —preguntó, tratando de mantener la calma.

Clara se dio la vuelta, sorprendida por su tono.

—No, Jacques, solo estaba hablando con Maxime. Le dije que necesitaba más tiempo para pensar.

Jacques cruzó los brazos, su expresión se volvió más tensa, las líneas de preocupación marcadas en su rostro.

—¿Más tiempo para pensar? Clara, parece que ya tienes un pie fuera de París. ¿Por qué no me dijiste que habías decidido irte?

Clara frunció el ceño, sintiendo cómo la frustración empezaba a crecer dentro de ella, su corazón acelerado palpitando en sus oídos.

Operación ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora