Capítulo 6

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París amanecía con un cielo despejado, prometiendo un día lleno de posibilidades. Clara y Jacques, revitalizados por sus recientes descubrimientos, se encontraron de nuevo en Shakespeare and Company. La emoción de la búsqueda los mantenía en vilo, sabiendo que cada paso los acercaba más a la verdad sobre Henri.

Se acomodaron en una mesa del rincón, rodeados de libros y papeles. La caja de libros anotados por Henri estaba abierta frente a ellos, como un tesoro esperando ser desenterrado. Clara sacó uno de los libros y comenzó a hojearlo, buscando nuevas pistas.

—Mira esto —dijo, señalando una nota en el margen—. "Rue de la Vieille, 17. Mi refugio."

Jacques se inclinó para leer la anotación. Sus ojos se iluminaron con curiosidad.

—Esa dirección está en Le Marais. Es un barrio antiguo, lleno de historia. Podría ser el lugar donde Henri vivía o escribía.

La posibilidad de visitar un lugar tan significativo para Henri llenó a Clara de anticipación. Decidieron ir de inmediato, llevando con ellos una pequeña libreta para tomar notas. El viaje en metro fue rápido, pero la emoción hizo que pareciera eterno. Al llegar a Le Marais, fueron recibidos por calles adoquinadas y edificios históricos que exudaban un aire de antigüedad y encanto.

La Rue de la Vieille era una calle estrecha, bordeada de casas antiguas con fachadas cubiertas de hiedra. Al llegar al número 17, encontraron un edificio de apartamentos con una puerta de madera pesada y un pequeño jardín en el frente. Clara tocó el timbre, y después de unos momentos, una mujer mayor abrió la puerta.

—Bonjour, ¿en qué puedo ayudarles? —preguntó con una sonrisa amable.

Jacques explicó su búsqueda y mencionó a Henri Dufresne. La expresión de la mujer cambió de curiosidad a reconocimiento.

—Henri Dufresne... Claro, él vivía aquí hace muchos años. Era un hombre muy reservado, pero recuerdo que siempre estaba escribiendo.

Les invitó a entrar y les condujo a través de un estrecho pasillo hasta un apartamento en el segundo piso. Al abrir la puerta, Clara y Jacques fueron recibidos por una sala pequeña pero acogedora, con paredes cubiertas de estanterías llenas de libros. La mujer les dejó solos, dándoles tiempo para explorar.

Clara caminó lentamente por la habitación, tocando los lomos de los libros, sintiendo la presencia de Henri en cada rincón. En el escritorio, encontró un cuaderno con la letra inconfundible de Henri. Lo abrió con cuidado y comenzó a leer.

—Jacques, ven aquí —llamó, con la voz temblando de emoción.

Jacques se acercó y juntos leyeron las palabras de Henri. Era un diario, lleno de pensamientos profundos y reflexiones sobre la vida, el amor y la pérdida. Cada página revelaba más sobre el alma atormentada de Henri, su lucha con el dolor de perder a su amor y su búsqueda de consuelo en la escritura.

—Aquí hay una entrada interesante —dijo Jacques, señalando una página—. "He dejado una parte de mi alma en Le Chat Noir, y otra en la Rue de la Vieille. Mis palabras son todo lo que me queda."

Clara sintió una conexión profunda con Henri. Su dolor era palpable, pero también lo era su pasión por la vida y la escritura.

—Henri era más que un escritor —dijo Clara suavemente—. Era un hombre que vivía y amaba intensamente.

Mientras seguían leyendo, encontraron una carta sin abrir entre las páginas del diario. Clara la tomó con manos temblorosas y la abrió con cuidado. Era una carta de despedida, escrita por el amor de Henri antes del trágico accidente. Las palabras eran desgarradoras, llenas de amor y desesperación.

—Henri guardó esto todo el tiempo —susurró Clara—. Esta carta fue su ancla, su fuente de dolor y inspiración.

La profundidad de la conexión de Henri con su amor perdido y su dedicación a la escritura conmovieron a Clara y Jacques. Sintieron una responsabilidad aún mayor de honrar su memoria y su obra.

Mientras seguían explorando el apartamento, encontraron una caja en el fondo de un armario. Dentro había más cuadernos y cartas, así como una fotografía enmarcada de Henri y su amor en tiempos más felices. La foto era un recordatorio tangible de lo que Henri había perdido y por qué se había sumergido en sus escritos.

De repente, Clara se sintió abrumada por la carga emocional de todo lo que habían descubierto. Salió al pequeño balcón del apartamento, necesitando aire fresco. Jacques la siguió, poniéndole una mano en el hombro.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación.

Clara asintió, aunque sus ojos brillaban con lágrimas.

—Es solo que... siento que estamos viviendo su vida, su dolor. Y al mismo tiempo, todo esto nos ha acercado más. Es como si Henri nos hubiera unido de alguna manera.

Jacques la miró con ternura, entendiendo perfectamente lo que ella sentía.

—Henri ha dejado un legado, Clara. Y parte de ese legado es nuestra conexión. Lo que hemos descubierto aquí no solo es sobre su pasado, sino también sobre nuestro presente y futuro.

Clara se volvió hacia él, encontrando consuelo en su mirada. En ese momento, sintió que todo lo que habían vivido juntos hasta ahora los había preparado para este momento.

—Jacques, gracias por estar conmigo en esto. No podría haberlo hecho sola.

Jacques sonrió y la abrazó, sintiendo el mismo agradecimiento por ella.

—Estamos en esto juntos, Clara. Y juntos encontraremos todas las respuestas.

El momento de intimidad fue interrumpido por el sonido del teléfono de Clara. Era una llamada de su agente en su país de origen. Con el corazón latiendo rápido, contestó la llamada.

—Hola, Clara. Tengo una gran noticia —dijo la voz al otro lado de la línea—. Hemos conseguido una oferta increíble para tu novela. Quieren publicarla y necesitan que vengas lo antes posible para firmar el contrato.

Clara sintió una mezcla de alegría y conflicto. Esta era la oportunidad que había estado esperando, pero también sabía que su lugar estaba ahora en París, con Jacques y la búsqueda de Henri.

—Gracias, eso es maravilloso —respondió, tratando de ocultar su incertidumbre—. Necesito pensarlo y te llamaré pronto.

Jacques, que había escuchado la conversación, la miró con una mezcla de alegría y preocupación.

—Es una gran oportunidad para ti, Clara. No quiero que pierdas esto por mi culpa.

Clara sintió un nudo en el estómago. Sabía que debía tomar una decisión, pero también sabía que dejar a Jacques y París sería una pérdida enorme.

—Jacques, no sé qué hacer. Amo estar aquí contigo, y nuestra búsqueda de Henri es tan importante para mí. Pero también he trabajado tanto para esta oportunidad.

Jacques la tomó de las manos, mirándola con seriedad.

—Clara, no quiero ser el obstáculo en tu camino. Si necesitas ir, te apoyaré. Pero también quiero que sepas que te amo, y que siempre estaré aquí para ti.

Las palabras de Jacques fueron como un bálsamo para su alma. Clara sintió que su corazón se dividía en dos, pero también sabía que tenía que seguir su pasión.

—Gracias, Jacques. Necesito tiempo para pensar en esto. Pero pase lo que pase, nuestra historia no termina aquí.

Se abrazaron, sintiendo el peso de la decisión que Clara debía tomar. Mientras el sol se ponía sobre París, Clara sabía que el futuro era incierto, pero también lleno de posibilidades. La búsqueda de Henri había transformado sus vidas, y pase lo que pase, siempre llevaría consigo el recuerdo de estos momentos y la esperanza de un amor eterno.

Operación ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora