El atardecer en París pintaba el cielo con tonos cálidos cuando el teléfono de Jacques sonó, rompiendo la tranquilidad del apartamento que compartía con Clara. Habían pasado días sumidos en la investigación sobre Henri, pero esta llamada traería un cambio inesperado en su rutina.
Jacques respondió, y la expresión en su rostro cambió rápidamente de sorpresa a preocupación. Clara, que estaba sentada cerca revisando sus notas, levantó la vista con curiosidad y luego con inquietud al ver la expresión de Jacques.
—Sí, entiendo. Llegaré lo antes posible —dijo Jacques, colgando el teléfono y dejando escapar un suspiro profundo.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Clara, acercándose a él.
—Es mi madre —respondió Jacques, con voz grave—. Ha tenido un accidente y está en el hospital. No es grave, pero necesita ayuda y cuidados durante un tiempo. Mi padre no puede manejarlo todo solo.
Clara sintió una punzada de preocupación por Jacques y su familia. Sabía lo mucho que significaban para él y comprendía la urgencia de la situación.
—Oh, Jacques, lo siento tanto. ¿Cuándo tienes que irte?
—Lo antes posible. Debo estar allí para ellos —dijo, su voz firme pero con un matiz de tristeza—. Pero eso significa dejar París por un tiempo, y nuestra investigación...
—No te preocupes por eso ahora —dijo Clara, tomando sus manos—. Tu familia es lo más importante. Pero... ¿cómo vamos a manejar esto? ¿Debería ir contigo?
Jacques la miró con ternura, apreciando su apoyo incondicional.
—Sé que estarías a mi lado, pero también sé lo importante que es esta búsqueda para ti. Y para nosotros. Necesitamos respuestas sobre Henri e Isabelle, y siento que estamos tan cerca de algo significativo. Además, no quiero que pongas tu vida en pausa por mí.
Clara asintió, entendiendo su punto, pero aún así sintiéndose desgarrada por la situación.
—Lo entiendo. Pero no puedo evitar sentirme un poco sola pensando en estar aquí sin ti.
—Nos mantendremos en contacto —dijo Jacques con convicción—. Llamadas, cartas, lo que sea necesario. Esto puede ser una prueba para nuestra relación, pero también puede fortalecernos.
Esa noche, Clara ayudó a Jacques a empacar. Cada prenda doblada y cada artículo guardado en su maleta parecían pesar más emocionalmente que físicamente. Compartieron una cena sencilla, intentando mantener la conversación ligera, aunque ambos sabían lo que significaba la inminente separación.
Al día siguiente, Jacques partió temprano en la mañana. Clara lo acompañó hasta la estación de tren, despidiéndose con un abrazo largo y un beso que contenía toda la promesa de su amor.
—Te llamaré tan pronto como llegue —le aseguró Jacques—. Y te escribiré todos los días.
—Yo también —respondió Clara, sus ojos brillando con lágrimas contenidas—. Cuídate y cuida a tu madre. Te estaré esperando.
Mientras el tren se alejaba, Clara sintió una soledad que no había experimentado antes. París, con toda su belleza y encanto, parecía de repente un poco más fría sin la presencia de Jacques.
Los primeros días fueron los más difíciles. Clara pasaba mucho tiempo en la librería Shakespeare and Company, intentando concentrarse en la investigación, pero su mente a menudo vagaba hacia Jacques y su familia. Le escribió cartas diarias, llenándolas con detalles de su día y de sus pensamientos.
Las llamadas de Jacques se convirtieron en un ancla para ella. Cada noche, su voz a través del teléfono le brindaba consuelo y un recordatorio de su conexión.
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Operación París
RomanceClara, una joven escritora, llega a París en busca de inspiración y descubre un antiguo libro en la librería Shakespeare and Company con notas en los márgenes que la cautivan. Junto a Jacques, un archivista de la librería, Clara investiga el misteri...