Capítulo 4

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El sol brillaba intensamente sobre París mientras Clara bajaba por la escalera de caracol desde su pequeña buhardilla. Se sentía más ligera que el aire, su corazón lleno de una felicidad que apenas podía contener. La emoción del día anterior aún la envolvía, y la idea de pasar otro día con Jacques la hacía sonreír. El aroma del café y los croissants frescos llenaba la calle, mezclándose con el perfume de las flores en los balcones y el leve murmullo de la ciudad despertando.

Clara había acordado encontrarse con Jacques en los Jardines de Luxemburgo para un picnic. Había preparado una cesta con una selección de quesos, baguettes, frutas frescas y una botella de vino tinto. Mientras caminaba por las calles adoquinadas, sentía una vibrante energía que parecía emanar de cada esquina. París estaba viva, y ella se sentía más viva que nunca.

Llegó a los jardines y buscó a Jacques entre la multitud de turistas y parisinos disfrutando del buen tiempo. Finalmente, lo vio bajo un gran castaño, con una manta extendida y una sonrisa que iluminaba su rostro. Clara apresuró el paso, sintiendo una alegría renovada al verlo.

"¡Hola, Clara!" Jacques la recibió con un abrazo cálido que la hizo sentir instantáneamente segura y feliz. "Espero que tengas hambre, porque he traído algunos de mis favoritos para compartir."

"¡Y yo también traje algunas cosas!" Clara mostró su cesta, y ambos rieron, emocionados por la comida y la compañía.

Se sentaron en la manta y comenzaron a desentrañar sus festines. Compartieron risas y anécdotas mientras disfrutaban del picnic, sintiéndose cada vez más conectados. El vino fluyó libremente, y a medida que la tarde avanzaba, la conversación se tornó más profunda.

"¿Sabes, Clara?" Jacques dijo, mirándola a los ojos con una intensidad que la hizo ruborizarse. "Desde que te conocí, he sentido que hay algo especial entre nosotros. No puedo explicar lo rápido que me has llegado al corazón, pero aquí estoy, completamente encantado contigo."

Clara sintió su corazón latir con fuerza. "Jacques, siento lo mismo. Este tiempo en París, contigo, ha sido más de lo que nunca imaginé. Me siento increíblemente afortunada de haberte encontrado."

Jacques se inclinó hacia ella, sus ojos brillando con un afecto sincero. "Clara, me haces querer ser mejor, descubrir más, vivir plenamente cada momento. Estoy tan agradecido por cada día que paso contigo."

Clara sonrió y, sin decir una palabra más, se inclinó hacia adelante y lo besó. Fue un beso lleno de promesas y sueños compartidos, un beso que sellaba lo que ambos sentían en sus corazones.

Después de unos momentos, se separaron ligeramente, aún sintiendo la calidez de sus labios. "Creo que este es solo el comienzo," dijo Clara suavemente, su voz llena de esperanza.

"Sí, lo creo también," respondió Jacques, tomando su mano y apretándola con suavidad. "Vamos a hacer de cada día una nueva aventura."

Decidieron pasear por los jardines, disfrutando de la belleza del lugar. El sol comenzaba a bajar, bañando todo con una luz dorada. Pasaron junto a las fuentes y estatuas, y se detuvieron para admirar el estanque donde los niños jugaban con sus barquitos de juguete. Jacques la llevó de la mano a una pequeña arboleda, donde encontraron un rincón tranquilo para sentarse y hablar.

"Clara, ¿te has preguntado alguna vez sobre los sueños de Henri e Isabelle?" preguntó Jacques mientras se acomodaban en el césped.

"Sí, a menudo," respondió Clara. "Me pregunto si lograron cumplirlos, si su amor les dio la fuerza para seguir adelante, a pesar de todo."

Jacques asintió pensativamente. "Creo que en cada rincón de París hay un fragmento de su historia. Y en cada lugar que visitamos, estamos descubriendo no solo su pasado, sino también creando nuestro propio futuro."

Operación ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora