Capítulo 15

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El sol de la mañana bañaba París con su luz dorada, y la ciudad parecía vibrar con la energía de un nuevo comienzo. Clara y Jacques, aún emocionados por el éxito en el concurso literario, se despertaron con sonrisas en los labios y la promesa de un día inolvidable. Decidieron tomarse un día libre de todas las preocupaciones, dedicándolo únicamente a celebrar su logro y su amor.

Clara se desperezó lentamente, sintiendo la calidez de los primeros rayos de sol filtrarse por la ventana. Jacques ya estaba despierto, observándola con una sonrisa tierna.

—Buenos días, mi campeona —dijo Jacques, besándola suavemente en la frente.

—Buenos días, mi amor —respondió Clara, acurrucándose a su lado—. ¿Listo para nuestro día de celebración?

—Más que listo. Tengo algunas sorpresas planeadas para nosotros.

Después de un desayuno ligero en su apartamento, Clara y Jacques comenzaron su jornada especial. La primera parada fue el Jardin des Plantes, un hermoso jardín botánico en el corazón de París. Pasearon de la mano, admirando las flores y disfrutando del canto de los pájaros. La tranquilidad del lugar les ofrecía un respiro del ajetreo de la ciudad y del estrés de los últimos días.

—Este lugar es increíble —dijo Clara, aspirando profundamente el aroma de las flores—. Es como un oasis en medio de la ciudad.

—Sabía que te gustaría —respondió Jacques—. Quería llevarte a un lugar donde pudiéramos relajarnos y disfrutar del momento.

Después de pasear por el jardín, se dirigieron al Museo Nacional de Historia Natural, ubicado dentro del mismo parque. Clara, siempre curiosa y ávida de conocimiento, quedó fascinada por las exhibiciones de fósiles, minerales y animales disecados. Jacques, por su parte, disfrutaba viéndola maravillarse con cada nueva cosa que descubría.

—Es asombroso pensar en todas las historias que estos objetos encierran —dijo Clara, observando un esqueleto de dinosaurio—. Cada uno tiene su propia historia, al igual que nosotros.

—Exactamente —asintió Jacques—. Y creo que por eso conectamos tanto con la historia de Henri. Nos recuerda que nuestras vidas también están llenas de historias por descubrir y contar.

Salieron del museo y se dirigieron a su próxima aventura: un paseo en barco por el Sena. Al subir a bordo, se encontraron con una pareja de ancianos que les ofreció compartir una mesa con ellos. Clara y Jacques aceptaron, y pronto se sumergieron en una conversación fascinante con la pareja, que les contó historias de sus viajes y aventuras por el mundo.

—Es increíble cómo el amor y la pasión por la vida pueden llevarnos a lugares tan extraordinarios —dijo Jacques, mientras el barco deslizaba suavemente por el río.

—Sí, y también nos enseña a valorar cada momento —añadió Clara, observando las aguas brillantes del Sena.

La tarde pasó volando mientras el barco navegaba por el río, ofreciendo vistas espectaculares de los monumentos más icónicos de París. Clara y Jacques se deleitaban con la belleza de la Torre Eiffel, Notre-Dame y el Louvre, todos vistos desde una perspectiva única y encantadora.

De regreso en tierra firme, Jacques llevó a Clara a una pequeña boulangerie que había descubierto en uno de sus paseos. Allí, disfrutaron de deliciosos pasteles y café, mientras charlaban sobre sus sueños y aspiraciones.

—Jacques, he estado pensando en todo lo que hemos vivido juntos y en lo que aún nos queda por vivir —dijo Clara, tomando un sorbo de su café—. Quiero seguir explorando el mundo contigo, escribiendo nuestras propias historias.

—Eso suena perfecto, Clara —respondió Jacques, tomando su mano—. Me encanta la idea de planear nuestro futuro juntos.

Después de disfrutar de su merienda, se dirigieron a Montmartre, el famoso barrio bohemio de París. Subieron por las empinadas calles, admirando las galerías de arte y los cafés llenos de vida. Clara y Jacques decidieron probar algo nuevo y se inscribieron en una clase de pintura al aire libre. A medida que el sol comenzaba a ponerse, se encontraron sentados frente a caballetes, pinceles en mano, capturando la magia de la ciudad en sus lienzos.

—No soy muy bueno en esto —rió Jacques, mirando su pintura.

—Lo importante es que nos estamos divirtiendo —respondió Clara, con una sonrisa—. Y mira, tu pintura tiene su propio estilo único.

La clase de pintura terminó justo a tiempo para que pudieran subir a la colina de Sacré-Cœur y disfrutar de la vista panorámica de París al atardecer. Se sentaron en los escalones, abrazados, observando cómo las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, una a una.

—Este es el lugar perfecto para terminar nuestro día —dijo Clara, apoyando su cabeza en el hombro de Jacques.

—Sí, es como si todo estuviera en su lugar —asintió Jacques—. París, nosotros, y nuestro futuro.

Mientras el cielo se oscurecía y las estrellas aparecían una por una, Clara y Jacques comenzaron a hablar seriamente sobre sus planes y sueños compartidos. Clara expresó su deseo de seguir escribiendo y de explorar más sobre la historia de Henri y otros personajes fascinantes de la ciudad. Jacques, por su parte, habló de su pasión por la historia y su deseo de apoyar a Clara en cada paso de su carrera.

—Me encantaría que, en algún momento, pudiéramos viajar juntos a otros lugares que inspiren nuestras historias —dijo Clara—. Hay tanto mundo por descubrir.

—Eso suena maravilloso, Clara —respondió Jacques—. Y sé que, juntos, podemos hacer realidad todos esos sueños.

La conversación fluyó de manera natural, y cada palabra que intercambiaban parecía fortalecer aún más su vínculo. Hablaron de formar una familia algún día, de los libros que querían escribir y de las aventuras que anhelaban vivir.

—Quiero que sepas que estaré a tu lado en cada paso del camino, Clara —dijo Jacques con firmeza—. En las victorias y en los desafíos, siempre estaré aquí para apoyarte.

—Y yo también estaré contigo, Jacques —respondió Clara, mirándolo a los ojos—. Gracias por ser mi roca y mi inspiración.

La noche terminó con una cena íntima en un pequeño restaurante con vista a la ciudad. Clara y Jacques compartieron una botella de vino y brindaron por su amor y su futuro juntos.

—Por nosotros —dijo Clara, levantando su copa—. Y por todos los sueños que aún están por cumplirse.

—Por nosotros —repitió Jacques, sonriendo.

Al regresar a su apartamento, Clara y Jacques se sintieron más unidos que nunca. El día había sido perfecto, lleno de momentos que fortalecieron su amor y su compromiso mutuo. Clara se dio cuenta de lo afortunada que era de tener a Jacques a su lado, alguien que compartía su pasión por la vida y la apoyaba en cada paso del camino.

Mientras se preparaban para dormir, Clara no pudo evitar sentir una profunda gratitud por todo lo que habían vivido juntos.

—Gracias por este día, Jacques. Fue perfecto.

—Gracias a ti, Clara. Eres mi inspiración.

Se quedaron en silencio, abrazados, disfrutando del confort de su amor mutuo. Clara sabía que, con Jacques a su lado, podía enfrentar cualquier cosa. Juntos, estaban listos para cualquier aventura que el futuro les deparara.

Y así, con París brillando en la distancia y sus corazones llenos de esperanza, Clara y Jacques se quedaron dormidos, soñando con todos los maravillosos capítulos que aún estaban por escribir en su historia conjunta.

Operación ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora