Capítulo 25

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El sol de la mañana brillaba intensamente mientras Clara y Jacques se preparaban para su viaje de trabajo. Los rayos dorados penetraban a través de las ventanas, bañando la habitación con una luz cálida que prometía un día perfecto. Era un proyecto importante, una oportunidad que ambos habían estado esperando con ansias. Habían trabajado juntos en la investigación sobre Henri, y ahora se dirigían a una conferencia para presentar sus hallazgos. La emoción era palpable, y Clara no podía evitar sonreír mientras doblaba cuidadosamente la ropa y guardaba los documentos necesarios en su maleta.

Jacques, por su parte, revisaba por última vez el coche, asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado para el viaje. Su hijo, con una mezcla de emoción y tristeza, se aferraba a la pierna de Clara, mientras ella trataba de explicarle que se irían solo por unos días y que se divertiría mucho con sus abuelos. Finalmente, después de un abrazo apretado y muchas promesas de llamadas telefónicas, dejaron a su hijo con los abuelos, confiados en que estaría en buenas manos.

La carretera se extendía ante ellos, un camino que habían recorrido muchas veces, pero esta vez, el destino les tenía preparado un giro inesperado. La mañana era fresca, y el aire, lleno de promesas, acariciaba suavemente sus rostros a través de las ventanas abiertas del coche. El paisaje se desplegaba en un tapiz de verdes colinas y campos dorados, salpicado de pequeñas casas de campo y árboles centenarios. Clara se inclinó hacia atrás en su asiento, disfrutando de la brisa y del confort de la compañía de Jacques. La música suave llenaba el coche, creando una atmósfera de tranquilidad y felicidad.

El viaje transcurría sin incidentes, entre risas y conversaciones sobre sus planes futuros. Hablaron de su hijo, de cómo había crecido tan rápido y de sus sueños para él. Hablaron de sus propios sueños también, de los libros que querían escribir, los lugares que querían visitar y las aventuras que todavía les esperaban. El paisaje pasaba rápidamente a su alrededor, pero dentro del coche, el mundo parecía detenido en un momento perfecto de felicidad compartida.

Jacques extendió su mano y tomó la de Clara, entrelazando sus dedos. "¿Te imaginas cómo será cuando presentemos nuestros hallazgos?" preguntó, su voz llena de entusiasmo. Clara sonrió y asintió, sus ojos brillaban con la misma emoción. "Va a ser increíble," respondió. "Hemos trabajado tan duro para llegar hasta aquí. Es un sueño hecho realidad."

Sin embargo, la tranquilidad se rompió de repente cuando un coche apareció de la nada, invadiendo su carril. Jacques, con reflejos rápidos, intentó maniobrar para evitar la colisión, pero fue imposible. El tiempo pareció ralentizarse mientras Clara veía el otro coche acercarse cada vez más, el sonido de las bocinas y el chirrido de los frenos llenando el aire. Todo ocurrió en un instante y, a la vez, se sintió como una eternidad.

El sonido del impacto resonó como un trueno, seguido por el crujido del metal y el estallido de los cristales. El coche dio varias vueltas antes de detenerse finalmente en la cuneta. Clara, aturdida y dolorida, trató de entender lo que había sucedido. Su cabeza daba vueltas y su cuerpo estaba lleno de dolor. La visión se le nublaba y el ruido en sus oídos era ensordecedor. Miró a su alrededor, viendo los restos del coche y el polvo que se levantaba a su alrededor.

Volteó a ver a Jacques, y su corazón se hundió al verlo inconsciente y cubierto de sangre. "¡Jacques!" gritó, su voz apenas un susurro entrecortado. Extendió una mano temblorosa hacia él, tratando de alcanzar su rostro. "Por favor, despierta... por favor." Pero Jacques no se movió.

Los servicios de emergencia llegaron rápidamente, pero para Clara, cada segundo se sentía eterno. Los paramédicos trabajaron con rapidez y eficiencia, sacando a Jacques del coche y colocándolo en una camilla. Clara fue trasladada al hospital con heridas leves, pero Jacques no tuvo la misma suerte. Los médicos hicieron todo lo posible, pero su condición era crítica. Sus órganos estaban fallando y sabían que le quedaba poco tiempo.

Operación ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora