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Claq, claq, claq.

Era el único sonido que se oía en el vacío pasillo del instituto para héroes U.A. mientras Izuku Midoriya caminaba tranquilamente hacia su salón de clases, ya yendo tarde por dos minutos para conocer a la nueva generación. Su andar era seguro y decidido, sus zapatos oxford resonaban sobre el suelo pulido mientras lucía un traje con una corbata perfecta.

Después de haber salvado al mundo y con las últimas brasas del One For All desaparecidas de su cuerpo, Izuku se había dedicado a traspasar su amor por los héroes a la siguiente generación. Ahora, como profesor, tenía la misión de forjar héroes que no solo salvaran y ganaran, sino que lo hicieran con integridad y resiliencia. Su legado era enseñarles a no rendirse ante el más mínimo desliz, tal como él había aprendido durante sus días como estudiante en esos mismos pasillos, en esas mismas aulas.

Con una sonrisa amable y una paciencia infinita, se había ganado el corazón de todos en la academia. Sus alumnos lo saludaban con entusiasmo y respeto siempre que lo veían, admirando al héroe que los había salvado de la aniquilación a manos de los villanos. Para ellos, Izuku no solo era un maestro, sino una inspiración viviente.

Mientras se acercaba a la puerta de su aula, una figura conocida apareció a la vuelta del pasillo. Katsuki Bakugo, con su uniforme de héroe ligeramente desordenado y su característica mirada desafiante, se dirigía directamente hacia él. Izuku supo al instante lo que estaba por suceder. Katsuki tenía una manera muy particular de mostrar su afecto, y ese día no sería la excepción.

— ¡Deku! — gruñó Katsuki, acelerando el paso hacia él.

Antes de que Izuku pudiera reaccionar, una mano firme se cerró alrededor de su corbata, jalándolo hacia atrás con una mezcla de autoridad y ternura. Los alumnos, que comenzaban a llegar al aula tarde como él, observaron con asombro y diversión. Katsuki, sin perder el ritmo, dirigió una mirada desafiante a la clase.

—Necesito hablar con Midoriya-sensei por un momento. No tarden en meterse en problemas, mocosos. — Dijo Katsuki con una sonrisa traviesa, mientras arrastraba a Izuku fuera del aula.

— ¡Oye, Kacchan! — Protestó Izuku, intentando mantener su compostura mientras era llevado rápidamente por los pasillos de la academia.

— Shh, nerd— Respondió Katsuki, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y deseo. — Tengo algo importante que discutir contigo.

La excusa era tan obvia como innecesaria. Katsuki no necesitaba razones para querer estar cerca de Izuku, y ambos lo sabían. Antes de que Izuku pudiera responder, Katsuki lo llevó rápidamente hacia un armario de conserje cercano. La puerta se cerró de golpe detrás de ellos, y en la penumbra, Katsuki lo acorraló contra la pared, juntando sus labios en un beso apasionado. Izuku intentó resistirse al principio, preocupado por sus responsabilidades como profesor, pero la intensidad de Katsuki pronto lo venció.

Dentro del armario, el tiempo parecía detenerse. Los besos de Katsuki eran demandantes, y cada vez que Izuku intentaba protestar, era silenciado con más besos. El ruido de pasos y voces afuera apenas penetraba la burbuja de deseo en la que estaban atrapados.

Katsuki pasó suavemente su lengua por los labios de Izuku, como un petición sutil. Izuku abrió la boca permitiendo su entrada, las lenguas se entrelazaron siguiendo un beso aún más profundo, el más bajo jadeaba levemente mientras era aprisionado aún más contra la pared del armario.

—Sabes que tengo que volver, Kacchan. — Susurró Izuku, tratando de recuperar el aliento.

— Un minuto más. — Suplicó con desespero, jalando de la corbata de Izuku para atraerlo más cerca, tomando sus caderas para apegarlo todo lo posible a él.

Midoriya-sensei ||BKDK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora