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Katsuki sintió como si su corazón se partiera al escuchar esas palabras. La imagen de Izuku, tan fuerte y determinado, ahora rota frente a él, lo dejaba completamente desarmado. La culpa lo consumía, porque sabía que era su propio silencio lo que había provocado esto, la barrera que había construido solo para Izuku. Pero lo único que había logrado era herir a la persona que más amaba.

—No digas eso. — Katsuki avanzó rápidamente, colocando sus manos firmemente en los hombros de Izuku, obligándolo a levantar la cabeza. — No me digas que estar juntos fue un error. ¡Porque no lo fue! Nunca lo será.

Los ojos de Izuku se encontraron con los de Katsuki, llenos de lágrimas, dolor y duda. Katsuki vio reflejado en ellos todo lo que había estado tratando de evitar: el daño que su secretismo le estaba causando a Izuku.

— Realmente debo ir, Izuku. — Susurra juntando la frente con la de él. — Pero te juro que te diré todo, cada palabra, cada cosa que me quieras preguntar, te lo responderé sin rechistar, solo dame un día más...

Los hombros de Izuku temblaban, evidenciando que sollozaba en silencio.

— Te lo suplico Izuku... — Rogó empezando a agacharse y ponerse contra el suelo, en una reverencia absoluta. — Te suplico que no dudes de mi, y solo me des un día mas.

— Te he dado ocho años, Katsuki... — Susurró con su voz quebrada.

Su nombre en la voz de Izuku lo hizo quebrarse, su frente ahora se encontraba pegada al suelo, con las lagrimas amenazando con salir, mientras su celular volvía a sonar.

— Sólo dime que ya no me amas... — Volvió a susurrar Izuku, mirando a su esposo contra el suelo ante sus pies.

— Nunca en mi vida diría tal mentira.

Izuku sintió un nudo en su garganta al ver a Katsuki de rodillas, completamente vulnerable. Había pasado tanto tiempo viéndolo como una fuerza imparable, un héroe inquebrantable, que verlo así era como si el mundo se hubiera vuelto del revés. No era el tipo de escena que uno esperaría de alguien tan orgulloso y fuerte como Katsuki, pero ahí estaba, rogándole con una desesperación que rompía cualquier barrera de orgullo que quedara entre ellos.

Las lágrimas empezaron a caer por las mejillas de Izuku. La mezcla de dolor, culpa y amor que sentía lo abrumaba. No quería seguir dudando, no quería perder a Katsuki. Pero la incertidumbre había desgastado sus fuerzas.

—Kacchan... — Susurró, sin saber qué decir para aliviar la tensión en el aire. Su voz temblaba, igual que su cuerpo, y sintió que sus piernas amenazaban con ceder.

Katsuki levantó la cabeza lentamente, su rostro una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Ver las lágrimas en los ojos de Izuku fue un recordatorio doloroso de lo mucho que le había fallado.

—Izuku... — Katsuki tragó con dificultad, buscando la fuerza para hablar. — Eres todo para mí. No me importa nada más si eso significa que puedo ser feliz a tu lado. Pero si el precio de mi silencio es perderte, entonces... maldita sea, no quiero pagarlo.

Izuku sintió que su corazón se comprimía al escuchar esas palabras. Había pasado tanto tiempo anhelando esa honestidad, esa vulnerabilidad por parte de Katsuki, que ahora no sabía cómo manejarla. Las dudas y la desesperación lo habían consumido, pero ahí estaba Katsuki, de rodillas, suplicándole que no lo dejara, que no abandonara lo que habían construido juntos.

—No tienes que hacer esto... — Izuku murmuró, su voz temblando con cada palabra. — No quiero que te pongas en esta posición por mi culpa, Kacchan. No quiero verte así.

Katsuki negó con la cabeza, levantándola apenas para que sus ojos rojos se encontraran con los de Izuku. No había orgullo en ellos, solo una mezcla de determinación y miedo, una emoción tan cruda que era casi irreconocible en el héroe explosivo que siempre había conocido.

Midoriya-sensei ||BKDK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora