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Su vista estaba plasmada en la ventana mirando a sus alumnos caminar en el patio, demostrar sus grandes dones e incluso reir y bromear.

— Estás holgazaneando de nuevo, Midoriya. 

Izuku dió un pequeño salto en su asiento y desvió la mirada hacia un lado, era su antiguo profesor Aizawa.

Izuku apenas esbozó una sonrisa al ver a Aizawa, aunque su mente aún revoloteaba entre los recuerdos de la noche anterior. El peso de las palabras de Katsuki, sus promesas y su mirada suplicante, lo habían dejado con el corazón dividido. Había pasado toda la noche con los ojos clavados en la puerta, esperando a Katsuki, preguntándose si realmente cumpliría su promesa.

— No me estoy holgazaneando, Aizawa-sensei. Solo... distraído, supongo. — Respondió Izuku con una sonrisa nerviosa, aunque sabía que no engañaría al profesor con una excusa tan débil.

Aizawa lo observó por un momento con sus ojos críticos y cansados, como si viera más allá de la fachada de tranquilidad que Izuku intentaba mantener. Él conocía demasiado bien esa mirada, ese peso en los hombros de alguien que lleva una carga emocional. Sus propios años de experiencia, tanto en combate como en la vida, le habían enseñado a identificar cuando un héroe se desgastaba no solo por las peleas físicas, sino también por las internas.

— Conozco ese tipo de distracción —murmuró Aizawa, apoyando una mano en el escritorio de Izuku—. Parece que no dormiste nada. ¿Algo en lo que necesites ayuda?

— Nada que no pueda manejar por mi cuenta. — Sonrió.— Además me siento bastante completo con la vida que elegí.

Aizawa alzó una ceja.

— ¿Siendo profesor? En mi experiencia, eso solo te saca canas verdes y te hace preocupar demás por unos mocosos engredios que se viven rompiendo los huesos. — Aizawa le sacudió el cabello a Izuku, casi de forma paternal, mientras el contrario solo reia.

— Hace años, cuando hablabas con Fuwa-sempai pensé; "incluso si no vuelvo a tener un quirk, aun podré usar mi experiencia para alentar a otras personas". — Miró por la ventana hacia sus alumnos en su tiempo libre. — Se siente como si comieras tu comida favorita en la hora de más hambre despues de un día cansado. Es... satisfactorio.

Su antiguo profesor lo miraba con un suspiro, viendo en su rostro aquel chico que sin importarle nada, sacrificó hasta su propio sueño por un bien mayor.

— Creo que eso es muy genial de cierta forma.— Izuku le sonrió. — ¿Crees que soy genial, sensei?

— Desearía que fueras más estricto con tus alumnos. — Le reprendió mientras Izuku soltaba un puchero. — En la sociedad actual, muchos niños piensan que llegar a U.A. les garantizará un gran futuro como heroes, tenemos que ser duros para evitar que se vuelvan arrogantes, ¿entiendes?

— Hiciste un gran trabajo con Kacchan, sensei.

— Tu esposo... Estuve a nada de expulsarlo el primer día, pero me hacia reir. — Izuku sonrió ante eso. — Por cierto, deberías salir a darte una vuelta, no sé... Tal vez te alivie lo que encuentres.

Izuku asintió, aunque una parte de él dudaba que algo pudiera realmente aliviar el peso que sentía en ese momento. Sin embargo, al ver la expresión seria de Aizawa, comprendió que su sensei le estaba ofreciendo más que un consejo; era casi una orden disfrazada de sugerencia. Con una última sonrisa hacia su maestro, Izuku se levantó y se dirigió hacia el pasillo.

Mientras caminaba, los recuerdos de su última conversación con Katsuki llenaban su mente. Habían discutido sobre la distancia que cada vez parecía mayor entre ellos. Katsuki, siempre tan seguro y decidido en su vida de héroe, había mostrado una vulnerabilidad que Izuku no había esperado. Tal vez Aizawa tenía razón: necesitaba despejarse y darle una oportunidad a esos nuevos pensamientos.

Midoriya-sensei ||BKDK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora