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El día marchaba relativamente bien, Katsuki había cumplido su promesa de ir a acompañarlo temprano a la academia antes de irse al trabajo. El día avanzaba tortuosamente lento, más aún cuando era semana de exámenes y no podía dictar materia nueva.

— Buenos días, clase. — Saludó con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

— ¡Buenos días, Midoriya-sensei! — Respondieron al unísono, sin notar la tensión en la voz de su profesor.

Izuku comenzó la lección, escribiendo en la pizarra y explicando conceptos complejos sobre cómo anticipar los movimientos de un oponente. Mientras hablaba, podía ver a sus estudiantes atentos, algunos tomando notas, otros asintiendo con entusiasmo. Pero cada vez que miraba sus rostros jóvenes, llenos de esperanza y sueños, no podía evitar sentirse una vez más como un impostor.

— Si consideramos la velocidad y la fuerza de un oponente, junto con su tipo de Quirk, podemos predecir con cierta exactitud sus movimientos. — Explicó, señalando un diagrama que había dibujado. — Por ejemplo, si enfrentamos a un enemigo con un Quirk basado en la velocidad, debemos centrarnos en...

Las palabras se le atragantaron momentáneamente. Recordó cómo él mismo había usado estas estrategias en innumerables batallas, pero ahora, sin su Quirk, todo parecía distante, como un recuerdo lejano de otra vida.

Respiró hondo y continuó con la lección, luchando por mantener su compostura. Sus estudiantes merecían su mejor esfuerzo, y no quería defraudarlos. Sin embargo, la sensación de inutilidad seguía golpeándolo en oleadas.

Mientras la clase avanzaba, una estudiante levantó la mano.

— Midoriya-sensei, ¿puedo hacer una pregunta?

Izuku asintió, señalándola para que hablara.

— Usted siempre nos enseña sobre cómo usar nuestros Quirks de manera efectiva en combate, pero... ¿qué haríamos si, en algún momento, perdiéramos nuestros Quirks? — La pregunta, aunque inocente, golpeó a Izuku como una tonelada de ladrillos.

Hubo un breve silencio en el aula, mientras los demás estudiantes esperaban la respuesta. Izuku sintió que el aire se volvía pesado, como si todo su mundo se detuviera. La pregunta resonó en su mente, intensificando la sensación de vacío que lo había estado consumiendo.

— Esa es una excelente pregunta. — Respondió finalmente, su voz temblando ligeramente. — Si perdieran sus Quirks, tendrían que depender de otras habilidades que han desarrollado. Estrategia, trabajo en equipo, y sobre todo, su capacidad para adaptarse. — Hizo una pausa, tratando de mantener la calma. — Pero no es fácil. Perder un Quirk es... perder una parte de ti mismo. Sin embargo, su valor no está solo en su poder. Lo que realmente define a un héroe es su determinación de seguir adelante, incluso cuando todo parece perdido.

Los estudiantes asintieron, aparentemente satisfechos con la respuesta, pero Izuku sabía que no estaba siendo completamente honesto. Su propio dolor lo hacía consciente de cuán devastador podía ser perder un Quirk, especialmente cuando ese poder había sido una parte tan fundamental de su identidad.

La campana sonó, indicando el final de la clase. Los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas, algunos acercándose a Izuku para agradecerle la lección antes de salir. Izuku les devolvía las sonrisas y los saludos, pero por dentro, el peso de su propia realidad seguía aplastándolo.

Cuando el último estudiante salió del aula, Izuku se dejó caer en su silla, exhalando un largo suspiro. Sus ojos se fijaron en la pizarra, pero su mente estaba a kilómetros de distancia, luchando con la sombra de su antiguo yo. Sabía que tenía que seguir adelante, pero cada día era una batalla constante entre su deseo de ayudar a los demás y la creciente desesperanza que lo consumía.

Midoriya-sensei ||BKDK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora