Prólogo

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En esa noche espesa y torturosa, las calles solitarias, la brisa helada impactando en sus rostros y calando en sus huesos, lágrimas en los ojos y con el corazón destrozado, se encontraban la familia Alvarez.

— ¿Papi? Mami? ¿A dónde vamos?— Papá gira hacia la niña con los ojos cristalizados.

— Ahorita no lo vas a entender mi niña, pero te tienes que ir con Dawson y con tu nana, ella va a cuidar de ustedes por un tiempo.

— Pero papi, no me quiero alejar ni de ti, ni de mi mamá— Se voltea hacia su mamá, quién estaba devastada y no podía pronunciar palabra alguna. Hasta que tomó fuerzas de dónde no tenía y pronuncia entrecortado.

— Por favor mi amor, no te pongas así, no será por mucho tiempo. Tómalo como unas vacaciones, si?

— Mami, no quiero.

— Hija por favor. Escúchanos, tu padre no....

— Mamá, dile a mi papá que no quiero.

— Verónica, ya lo dije!— Ella agacha la cabeza y luego ladea empezando a llorar.

— ¿Los volveré a ver?— Él relaja los músculos y se recrimina por hablarle así.

— Claro que sí mi niña, pero por lo pronto, el avión los espera.— Empezó a verse relámpagos a través de la ventana empañada.

— Está bien papi, pero solo si me prometes que pronto vamos a estar todos juntos.— Luego de un ruidoso relámpago, un rayo pegó contra la ventana del lado de la niña Verónica. Ella grita asustada y rápidamente su hermano la abrazó para calmarla.

— Tranquila, hermanita. Yo te cuidaré.— Verónica lo abraza más fuerte, mientras sus padres ven aquella escena. Minutos después, todos dejan el auto y entran por aquella puerta, la del aeropuerto. Cuando estaban a punto de irse, David toma a su hija llevándola a su pecho mientras intentaba calmarla, entonces hace que aquellas esmeraldas verdes inundadas de lágrimas lo miren.

— Mi princesa, esto lo hago por ustedes. Los amo con todo lo que soy y te lo prometo. Volveremos a estar los cuatro juntos, como la familia que somos y que siempre hemos sido.

Y tristemente esa promesa no se pudo cumplir.

***

Años después.

"Mi vida" Tema complicado de hablar, Pero en efecto, no ha sido fácil desde aquel día. Ese día que todo se arruinó y una parte de mí se fue con ellos.

La mayor parte de mi día y de mi vida en general, la viví en mi casa. Evadiendo el mundo, la realidad y el dolor que ésta me causaba.

Nunca tuve amigos aquí, a los cuales recordar o que me hicieran decir que los extrañaré; no pasó. Vivía tan escéptica en mi burbuja, en mi mundo desolado y catastrófico que no me dí la oportunidad de mostrarme y permitir abrirme más con las personas. Desde que me fuí de casa, no he tenido amigos con los cuales me sienta cómoda, excepto él. El único que de verdad me quiso, pero la vida fue tan mierda que nos terminó separando. O quizás no fue la vida, sino las decisiones y los actos de personas sin escrúpulos que son capaces de todo por conseguir lo que quieren.

Pero bien, el caso es que mi vida dió un giro de 360 grados en un minuto. Y aunque mi adolescencia y parte de la infancia no fue la mejor, ni la más bonita de contar, ya era hora de seguir, sin tenerme lastima y compasión. No más.

El momento había llegado. Tenía que regresar.

Regresar a nuestra verdadera casa. De dónde nunca debimos haber salido.

                                ***

Hasta mi último aliento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora