Capitulo 9

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Abro los ojos con un cansancio impresionante. Me dolía el cuerpo y parte de las piernas pero sobre todo el talón del pie, ayer bailé mucho y no estoy acostumbrada a estar tan tarde en la calle. No quería ni levantarme de la cama. Lo único bueno? Es que estamos a fin de semana y no tengo clases.

Suspiro e intento levantarme pero el dolor era extrañamente adormecedor, me sacudí y solo pensé en que el dolor era mental. Hoy tenía cosas pendientes por hacer y no me iba a quedar ahí tumbada.

Estando en la ducha, con el agua cayendo por todo mi cuerpo, me vinieron pequeños escenarios de la noche anterior. El rostro de Mauricio al verme y también la del Infeliz de su padre, aunque no tuve mucho contacto visual con él, noté su mirada en mí. Volver a pisar aquella casa después de tantos años, fue como sentir que todo podría ser como antes, pero no. Por culpa de un infeliz sin corazón nada podrá ser como antes, absolutamente nada.

Era raro que hasta ahora ni mi nana, ni Alejandro hayan tocado mi puerta. Cuando me quedo dormida más de lo normal, vienen a despertarme. Termino de hacerme una coleta alta y salgo de mi habitación. Todo se escuchaba en silencio. ¿No había nadie? Voy al cuarto de mi nana, pero no estaba.

Y si no había nadie aquí abajo, era muy poco probable de que estuvieran arriba, pero igual quise subir a buscar mi celular. Estoy a mitad de camino en las escaleras y escucho la puerta. Respiro profundo y me devuelvo perezosamente, al abrir la puerta volteo los ojos.

— ¿Necesitas algo?

— "Hola buenos días. ¡Que guapo estás hoy, Jerónimo! Bueno siempre lo estás, pero hoy más. ¿Qué haces por aquí? Quieres pasar?"— Dice con una voz aguda y burlona, imitándome.

— Buenos días no son, porque estás aquí. Y ni en tus mejores sueños me escucharás diciéndote eso. Ahora ¿Ya terminaste?— Se ríe, mientras que apoya su brazo derecho en el umbral de la puerta.

— ¿Te molesta verme?— Insinúa en un tono coqueto? ¡Idiota!.

— Contesta mi pregunta. ¿Qué quieres?— Me cruzo de brazos. Y él suspira negando.

— Alejandro me pidió que viniera, saldremos— Entonces se pierde en mis ojos sin dejar de sonreír, carraspeo molesta y veo como lentamente sus ojos pasan a mi boca y luego a mi rostro completo— ¿Quieres acompañarnos?

— Tal vez— Su sonrisa no desaparece, sino que se ensancha más.

— ¿Puedo pasar?— Me hago a un lado y él aún apoyado en la puerta, se queda viéndome unos segundos más hasta que se dignó a entrar.

— Voy a avisarle a Alejandro.

— Gracias.

Subo rápidamente y toco la puerta de Alejandro. No responde, sabía que no estaban, pero tenía que corroborar. Entonces recuerdo que es Domingo y seguramente andan comprando el mercado.

Antes de bajar otra vez, paso a mi habitación y tomo mi celular. Veo a Jerónimo desde arriba y suspiro pesadamente antes de llegar con él nuevamente.

— Alejandro no está.

— ¿Por qué mientes?

— ¿Por qué tendría que mentirte?— Lo reto con la mirada.

— Mm no lo sé— Se acerca hacia mí, pero enseguida doy un paso atrás.— Dime tú.

— Jerónimo, si no me crees puedes pasar y comprobarlo tú mismo. Ni siquiera me avisaron que iban a salir.

— Y... ¿Entonces por qué me llamó si no estaría aquí?— Frunce el ceño confundido.

— ¿Estás seguro que él te mandó a llamar?

Hasta mi último aliento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora