Mauricio
Venía llegando a casa muy agitado. Había salido a correr porque no podía seguir aquí encerrado, necesitaba escapar un rato del caos. Si, suena muy cobarde de mi parte, pero ¿Los problema nunca se irán? Niego abrumado, mientras llego a la cocina y tomo una botella de agua. De pronto mi celular vibra en mi pantalón de algodón. Contesto.
— Hermano, ¿Que tal tu día?
— No creo que pueda ser peor.
— Ábreme, estoy afuera— Corto la llamada y me dirijo a la sala. Al entrar, su mirada cambia— Si que te ves mal. ¿Has dormido?
— Poco.
— ¿No has hablado con Alonza?
— ¿Te parece?— Quería sonreír sarcásticamente pero no podía.
— Tengo que decirte algo— Frunzo poco el ceño y asiento— He hablado con ella.
Siento como mis músculos se tensan sin desearlo.
— Le he explicado que...
— ¿Que has hecho qué?— Digo perplejo.
— Que he hablado con Alonza sobre tí— Me acerco enojado, empujándolo. Él levanta las manos en señal de paz— Calma amigo, quería ayudar.
— ¿Qué le dijiste Orlando?— Se queda callado. Por impulso lo tomo del borde de la camisa— ¡No tenías porque meterte!
Él al contrario de mí, se mantenía sereno. Entonces suspira y su mirada como siempre me transmitía tranquilidad. Lo suelto de golpe, retrocediendo. ¿Que me pasa?
— Mauricio, sé que te está importando mucho esa chica y también tengo claro que con Linda se acabó todo. So...— Cierro los ojos un segundo intentando calmarme. Lo interrumpo antes que siga.
— ¿Qué carajos le dijiste? Dímelo!.
....
Estaba saliendo de la ducha, el pelo mojado ya me llegaba a la frente, tal vez tenga que hacerme un nuevo corte, me quito la toalla y busco mi bóxer. Un recuerdo de ella me viene a la mente. Maldición, ¿Que me pasa? ¿Por qué no puedo dejar de pensarla?. Tomo un bóxer y me lo pongo, luego mi pantalón, me aplico desodorante y por último la camiseta. Suspiro y mando el mando el mensaje, estaba deseando que respondiera que sí. Pasaron varios minutos, ya estaba resignado y me acosté en la cama con el celular, metido en su chat. Cuando de pronto vibra en mi manos y me levanto de golpe. ¡Respondió! Rápidamente me pongo el suéter, mi reloj, anillo y tomo mi cartera, para salir.
Pongo un pie en la plaza y me adentro a ésta. Entonces la ví, ahí estaba ella sentada, con la mirada al frente. Traía un shorts, junto un suéter, al igual que yo, el cuál era muy bonito. Su cabello recogido en una cola alta, y con dos mechones adelante, simplemente es hermosa con cualquier cosa que se ponga.
— Hola— Digo entrando en su campo visual.
— Hola— No sabía cómo empezar, ella tampoco decía nada. Suspiro y hago que me mire.
— Sé que Orlando habló contigo. No sé que carajos le pasó por la mente, al ir a meterse en esto. Te prometo que yo no lo mandé.
— La verdad, no entendí que hacía— Por suerte sonríe.
— Quería ayudar, pero no funcionó— Su sonrisa se borra y me arrepentí— Alonza, de verdad lo siento. No entiendo lo que me está pasando, no quiero seguir alejado de tí. Eres increíble y quisiera que todo fuera como conocernos al principio...como antes.
Veo como traga saliva y siento que su mirada cambió por completo, aunque lo disimula muy bien, noté algo que no descifraba.
— Ahora nada será como antes, lo sabes, no?— Esquivo su mirada, tensando la mandíbula— Pero de todas maneras, está bien.
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Hasta mi último aliento
General Fiction"La venganza nunca fue una opción." Pero ¿Cómo entendemos de razones al perder injustamente a un ser querido en manos de un infeliz? Alonza Parno y Alejandro González perdieron a sus padres de una manera muy cruel e inesperada. Y esto ocasionará que...