Apenas amaneció, recogimos lo poquito que habíamos sacado de la maleta, y nos trasladamos a casa. Ésta es bastante grande, así que mientras más temprano lleguemos, terminaríamos más rápido. Ya que teníamos en cuenta que sería un día bastante largo.
Las personas que contratamos ayer, nos ayudaron bastante y ahora nos quedaba mucho menos en arreglar. Alejandro después de traerme al hotel anoche, comió y se fue a nuestra casa para ver cómo iban y ayudar más. Llegó algo tarde, pero nunca deja que notemos su cansancio. Lo quiero un montón.
Y como lo pronosticado, pasamos todo un día completo para poder terminar de habilitar la casa, pero valió toda la pena, verla limpia y ordenada, me llevó a aquellos momentos en donde viviamos felices. Fue tan hermoso pero duró tan poco.
Estaba tratando de evitarlo, pero no lo podía seguir posponiendo, en algún momento tenía que hacerlo y mientras más rápido lo afronte, mejor para mí. Estaba parada al frente de la puerta de mi habitación estaba dudando si entrar o no, hasta que respiré unos segundos y lo hice. Empiezo a dar pequeños pasos hacia adentro, todo estaba perfectamente como lo recordaba, por lo que veo mis padres no movieron nada. Mi cuerpo se dirigía hacia cada rincón donde me traía recuerdos, una sonrisa triste se posa en mis labios cuando llega a mi mente todo lo que pasé aquí, los buenos momentos, lo feliz que era junto a mis padres, los días de pijamada, películas en familia. Todo. Sin esperarlo ya se me había caído una lágrima.
....
Ya era de noche cuando me encontraba bajando las escaleras, veo que las personas que contratamos se estaban retirando.
— Gracias por venir, hicieron un gran trabajo, tomen— Alejandro les da un dinero.
— Gracias a usted y estamos a la orden. Adiós.
— Adiós.— Alejandro cierra la puerta y se me queda viendo— ¿Todo bien?
— Nada importante.
— ¿Ya estamos solos, recuerdas?
— Lo sé, pero sabes que no me gust....— Él se ríe y me interrumpe, cambiando de tema.
— Si lo sé, pero en serio, dime...¿Cómo te sientes?
— Esta casa, todo absolutamente todo...— Respiré hondo— Extraño mucho a mis padres, Alejandro.
— Ay vero, ven aquí— Me atrajo hacia él en un abrazo cálido y reconfortante, yo me sequé unas lágrimas que corrían por mis mejillas, no me gusta que me vean llorar.
— Alejandro... ¿Por qué todo tuvo que terminar así? Yo quería volver a verlos.
— Yo también pequeña, te aseguro que yo también.— Me separo de él y lo miro a los ojos.
— Les arrancaron la vida de la manera más déspota y a nosotros nos dejaron sin nada.
— No digas eso, ellos siempre estarán cuidando de nosotros. Y te prometo que contaras conmigo para las que sea.
— Gracias por no dejarme sola, tú y mi nana son lo único que me queda, si los pierdo no sé que sería de mí.
Siento como su pecho se mueve. Levanto un poco la mirada para verlo, estaba sonriendo forzado.
— Aunque no lo aceptes y odies admitirlo, eres la niña más vulnerable y sensible, pero sabes que también eres?...Eres muy fuerte y tú lo sabes muy bien, pequeña.— Lo miro unos segundos y sin saber que decir me escondo en su pecho otra vez.— Está bien, está bien. Entiendo. ¿Ya fuiste a tu habitación?
— Si— Me separo secándome el rostro con él torso de mi brazo, esas lágrimas que cayeron de permiso.
— ¿Y que tal? La cama no está un poco pequeña?
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Hasta mi último aliento
Ficción General"La venganza nunca fue una opción." Pero ¿Cómo entendemos de razones al perder injustamente a un ser querido en manos de un infeliz? Alonza Parno y Alejandro González perdieron a sus padres de una manera muy cruel e inesperada. Y esto ocasionará que...