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Sus risotadas eran producto de las cosquillas que Haerin le hacía al tener sus manos a los lados de su cadera.

—¡Basta! ¡Espera! —su respiración agitada al intentar calmarse —. U-Unnie ¿N-No d-debimos comer primero?

—No, primero nos divertimos. Después comemos —fue el momento donde su sonrisa desapareció.

Observando bien a Danielle, con sus mejillas rojas, cabello rubio revuelto. Mientras su blusa estaba un poco levantada. Su pantalón que apresaba sus piernas y la respiración agitada de la menor.

—-¿Haerin?

—Dios... —se giró, cubriendo sus ojos —. Baja tu blusa.

Danielle solo se sentó, y acomodó su ropa, mientras pasaba sus manitas por su cabello para peinarlo.

—No, cálmate. Calmate.

—¿Haerin? ¿Alfa?

—¿Por qué trajiste un pantalón que aprieta tus piernas?

—Oh... No aprieta mis piernas. Me gusta este pantalón ¿Hay algo de malo en usarlo? —puchereó, ella solita se lo había comprado hace seis meses.

—No, es solo que te queda muy bien.

Quitó sus manos, volviendo a mirar a la omega. Esta vez con una sonrisa pequeña en su rostro.

—Tu aroma es fresa con peonía. ¿Cierto?

Las manitas de Danielle fueron a su propio cuello para asentir, creyó que era buena idea dejar su aroma suelto durante ese día. Por la cita que tenía con Haerin.

—Debo decirlo, y es que... Me encanta —se lanzó a sus brazos, hundiendo su nariz en su cuello.

Danielle chilló sorprendida, y solo pudo sentir las manos de la alfa pasar por su cadera.

—Sí, no hay duda. Eres hermosa, con un aroma exquisito y cuerpo bonito.

Se avergonzó, nadie le había dicho tales palabras. Tampoco era como si alguien se interesara en ella, no cuando la consideraban una beta terrible.

—Alfa, su familia ¿cómo es?

—Uhm, mi madre es una omega muy escandalosa. Mi padre es un empresario, él es un alfa demasiado mandón.

—¿Hermanos?

—Dos, uno mayor y uno menor. Ambos unos alfas tontos.

Se rió, ¿Por que les llamaba de ese modo? ¿Será que algo malo pasó con aquellos?

—¿Tontos?

—Ellos tienen una idea muy vieja sobre los omegas.

Se alejó, ahora dejando besitos por la mandíbula de Danielle. Pasando por sus mejillas y descendiendo hasta dejar solo un roce a sus labios donde Danielle abrió sus ojos en grande y se quedó quieta por el cosquilleo que pasó en sus finos labios.

—Elle.

Su manita fue directo a su boca. Su corazón palpitando con fuerza era producto de la emoción, de solo un pequeño toque que le gustó.

—Perdón, no somos siquiera novias y ya me atreví a besar de ese modo.

—¿Quieres ser mi novia? —preguntó casi en un susurro.

—Claro que quiero Danielle, pero yo debería pedirlo con algo de detalle.

—Alfa… —la miró, sus ojos brillosos parecían estar por la emoción.

Fue donde los brazos de Danielle pasaron por los hombros firmes, donde no entendió como su timidez le permitía hacer eso. Hasta dejar el toque delicado en ambos labios.

—¿Puedo?

—Tú siempre —sonrió, con un juego emocionado sujetando su cintura para besarla.

Esta vez fue diferente, la delicadeza seguía. Sin embargo había algo de pasión en el momento, donde se dejó hacer ante la alfa.

Moviendo sus labios más rápido y abriendo paso ante la lengua experta.
Solo haciendo ruiditos pequeños con su boca, respirando poco a poco y dejándose envolver con el aroma a café y sándalo.

—Ah… —su pequeño gemido le hizo saber que su mayor la apretaba contra el pasto.

No se quiso detener, manteniendo las piernas abiertas para tenerla más cerca. Aún dejando que mordiera su labio.

La forma tan experta en la que era su lengua chupada, casi saboreada. Con el calor y cosquilleo en sus labios mientras su cuerpo se encontraba sensible.

Que Haerin acariciara bajo su blusa su piel era parte de todo. Como temblaba por tenerla arriba de ella.

—Uh, A-Alfa…

Ladeo su cabeza, y pensando que dejaría de besar. Se equivocó cuando descendió por su cuello.

—Dios, Haerin…

Sí, se sintió bien. Amada y contenta, pero no era el tiempo y lugar para hacer ese tipo de cosas.

—Hae, espera —fue donde sintió la succión de su piel, y jadeo cerrando sus ojos.

Con Haerin arriba y deteniéndose para alejarse un poco, observando como la zona se volvía roja.

—Ups...

—Voy a llevar manga larga de ahora en adelante —reclamó.

Pero solo tal vez se olvidaría de ello.

...

Corrió ante la hora, con su mochila enfrente para entrar a su Universidad. Observando a todos dentro de sus aulas.

Se detuvo enfrente de la suya acomodando sus prendas y abriendo la puerta un poco.

—Danielle Marsh ¿Tarde?

—Uhm, lo siento.

—Está bien, pasa —no tardó en avanzar cerrando la puerta y observando a Haerin casi reír.

Quien parecía esperarla, con su lugar apartado.

Caminó con cuidado para sentarse y suspirar cómoda ante el aroma de Haerin, que parecía esta vez ser solo un poco más fuerte.

—¿Por qué tan tarde?

—Mamá me entretuvo con preguntas. Como ¿Por qué tienes esa marca rara en tu cuello? —Haerin sonrió, estaba tal vez orgullosa —. No paró de preguntar hasta que le dije que tenía novia y la conocería.

—Espera ¿Me vas a presentar?

—¿Quién dice que hablaba de ti ? —la mirada indignada, la entendía. Era su manera de llevarse.

—Bueno, entonces no tendrá a una buena alfa para su hija —se hizo la fuerte, quería reír.

—Uy, si ¿Has visto a la alfa de tercer año? ¿La pelirroja? Bueno, estoy pensando en hablarle. ¿Tú qué crees?

Esta vez lo gracioso paso a serio, cuando Haerin frunció el ceño y la miró algo enojada.

—No te atrevas a hablarle a esa tipa.

—Haerin, es broma. Ni siquiera conozco a nadie pelirroja de tercer año —alzó los hombros, sólo lo había inventado.

Pero para sí misma, no creyó que su mayor se enojara por ese pequeño dato. Por solo jugar diciendo que hablaría con otra alfa.

Dios, si apenas de milagro ella se había fijado en ella. ¿Cómo podía hablarle a otra? Es decir ¿No era obvio el chiste?

—Sus trabajos pueden empezar a entregarlos.

El momento donde se agachó para sacar el suyo. Fue donde se arrepintió de olvidar su suéter.

—Oh, pero si no pierden el tiempo ¿Verdad, Danielle?

Se enderezó, pegando su trabajo a su pecho para levantarse y dejarlo en el escritorio.

—Deja de molestarla —la voz de su alfa junto al gruñido hizo que medio salón se callara y por ese día.

Nadie, ni las omegas se atrevieron a molestarla.

Quiero un beso, uno de esos que siempre me das.

LAZO | Daerin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora