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Sexto mes dentro de la universidad y para los alfas parecía ser un juego molestarla, aunque ya no tanto.

Agradecía que Haerin la defendiera, ya tenía a los peores golpeándola. Solo los mismos empujones entre cada clase. Sus útiles tirados al basurero, cosas normales.

Sin olvidar que alguien había dejado su yogurt en su mochila, le había parecido muy gracioso dejarlo abierto para que todo se ensuciara.

Y ella, ya estaba acostumbrada en gastar en más cosas, más cuadernos, más lapiceros.

Ahora solo debe limpiar su suéter, que tenía tierra encima. ¿Por qué? Probablemente el tipo que le puso el pie en el campus sabía algo.

—Solo quítate, maldita mancha —era un lindo suéter, tuvo que trabajar por dos meses para obtener su pago y comprarlo —. Diablos...

Y no se quitaba, entre más parecía preocuparse, menos posibilidad de cumplir su petición.

Había perdido ya una clase, una donde debía aprender para el examen que se aplicaría en una semana.

Negó, no quería llorar en ese momento. No planeaba hacerlo porque significaba que su aroma se esparcería y atraería a los demás.

Con cuidado buscó entre sus cosas ya limpias y sacó el pequeño bote junto al spray. Tomó una de las pastillas, miró detenidamente el bote pequeño.

—¿Y si mejor tomo dos? —negó, no era bueno alterar su cuerpo.

Tomó el spray y roció sobre su cuello para pasarlo por su pecho. Se detuvo, lo guardó y volvió a mirar su suéter.

—Ya no puedo hacer nada al respecto...

No se sintió nada bien, tenía miedo. No era lindo seguir siendo molestada, pero ahora en cada momento.

Con los ánimos bajos salió del sanitario, caminando por los pasillos y observando como la mayoría empezaba a salir tras el ruido del fin de hora.

Intentó pasar por todos para que no se encuentre con los demás, no deseaba en realidad que la tomaran desprevenida y sin alguien a su lado.

—¡Danielle! Pero que sorpresa —el agarre firme de su mochila provocó la caída —. Estas sola, ahora esa alfa molesta no te cuida ¿Sabes por qué? Ya no le interesas.

Gateó hasta la pared, respirando con dificultad. Pasando sus manos pequeñas por sus piernas, evitando que estas tal vez sean golpeadas.

—No no, se acaba la diversión cuando intentas hacerte bolita.

Su cabello rubio fue jalado con fuerza, el quejido que salió de sus labios solo parte de la diversión. Mientras las sonrisas aparecían en los tres alfas.

—Una beta como tú ni siquiera debería ser así de linda. Tienes mejor cabello y ojos que nuestras omegas ¿Y sabes qué es molesto? Que tú no puedes ofrecer algo más. Solo ilusionas con tu aspecto.

—Sueltame, por favor —rogar, no era de su agrado hacerlo. Pero no quería más golpes —. P-Por favor...

Sus ojos dejaron escapar el mar de lagrimas, sus manos tiritaron. No le gustaba eso, era malo.

—Dios, está llorando ¡Sunghoon suéltala! Ella no llora por esto.

—Es demasiado, ya déjala. Se supone que era divertido, pero cuando llora tiene un no sé qué, no me gusta —declaró su compañero.

Lo que menos esperó fue que su mayor apretara el agarre en su cabello y la arrojara hacia el suelo con fuerza. La acción que traería una consecuencia terrible.

El ruido resonó, el quejido fuerte fue audible cuando su espalda golpeó la pared y su cabeza también.

—Idiota, no tan fuerte —uno de los alfas se agachó observando como la sangre empezaba a escurrir de los oídos de la menor.

—Sunghoon, esta vez te pasaste.

—Por dios, está bien. Danielle levántate.

No hubo movimiento, no cuando su cabeza caía hacia un lado y sus ojos cerrados demostraban la conciencia.

—Danielle deja de fingir y levántate —¿qué haces al saber que heriste a alguien más? Si eres cobarde, huyes —. Vámonos.

...

Había un síntoma de molestia, después de entrar al salón de filosofía y no ver a Danielle. La chica bonita y tierna de cabello rubio, la que tenía ojos color miel y no tenía aroma. Al menos el de sus prendas si.

No pudo evitar preocuparse, incluso salió buscando por los pasillos y cruzándose con los mismo que hace tiempo molestaban a Danielle.

Los vió rodear algo, quedarse quietos como si no supieran qué hacer. Se acercó observando por fin a quien parecía a la menor inconsciente en el suelo.

No esperó, solo los apartó y comprobó. Danielle no estaba despierta, tampoco demasiado bien.

—¿Quién de ustedes fue?

Los tres retrocedieron, mientras parecían temblar del miedo.

—Les hice una pregunta —el gruñido que soltó, su lobo estaba furioso. Era obvio el malestar ante los agresores.

—Sunghoon lo hizo —dijeron ambos al unísono para retroceder y correr, dejando al mencionado solo.

Fue el momento, donde los ojos de Haerin perdieron el brillo y sus puños impactaron incontables veces en el rostro del chico.

El mismo que tal vez se quejaba y lloraba disculpándose, el mismo que se arrepentía de haber hecho lo que hizo a una chica que ya estaba protegida por una alfa.

No la lastimes, o juro destrozarte.

LAZO | Daerin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora