Capítulo Cuatro

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Ohm pasó un tiempo viendo de lejos al chico con el que al parecer se había obsesionado, pero supo por experiencias pasadas que no se podía esconder de su representante por mucho tiempo. Casi creía que Marina le había colocado un chip rastreador, como si fuera una mascota. Esta ve solo le tomó media hora localizarle.

Ojalá pudiera esconderme mejor alguna vez, pensó Ohm.

—Hola Marina, estaba paseando... nunca había estado de éste lado de la ciudad— dijo Ohm con una falsa sonrisa.

—Claro, y por eso decidiste pasear dentro de... una tienda de antigüedades. ¿Chocaste con algún exprimidor de naranjas enojadas? —le dijo señalando su camiseta aún algo húmeda y completamente naranja.

—La vitamina C es buena, se recomienda para la piel... ya sabes— respondió Ohm encogiéndose de hombros.

Marina lo observó con los ojos entrecerrados y procedió a decir lo que le repetía todo lo que siempre decía que no debía huir ni esconderse, que ella estaba ahí para ayudarlo y que irse así era no solo tonto si no además peligroso, terminó con su bien conocido "hay mucho loco por ahí".

Ohm ya le había dicho montones de veces que no pasaba nada. Pero aún así no deja de echar un sermón muy largo cada vez que pasaba algo así. Marina tenía alrededor de 40 años ella decía que lo veia como si fuera su hijo y la entendía pero la verdad era que después de estar solo por tanto tiempo su sobreprotección era un poco molesta.

— Marina, te aviso que el próximo fin de semana tengo que estar en Manchester, hay una "Reunión Familiar"— hice el gesto de comillas con los dedos, ella sabia que su familia y él no eran cercanos, aunque no sabía la historia completa, podría simplemente no ir, no era como si su familia pudiera hacer algo en si contra, pero tenía ganas de conocer a su hermano que ya iba a cumplir tres años, y solo lo había visto en videos y fotos que su madre subía a Instagram. Si, se había vuelto un stalker de su familia, a veces se encontraba mirando y mirando fotos de su familia sin poder detenerse. Se aclaró la voz un segundo y siguió. — Mi abuela me llamó hoy a las siete de la mañana, ¿crees que lo haga adrede para molestarme o esa es la hora correcta para invitar a un nieto que no es bien recibido en tu casa, a una reunión familiar en donde tampoco es bien recibido...?— Ohm la miró con una sonrisa sardónica y una ceja levantada.

Marina solo se quedo ahí mirándole. Nunca le respondía cuando usaba ese tono, de algún modo sabía que no preguntaba en serio.

—Ya sé, no me digas nada, igual voy a ir — dijo Ohm y en ese momento ella solo asintió. Sabía que cuando algo se le metía en la cabeza no había poder humano que lo hiciera cambiar de opinión.— Solo quería avisarte para que luego no digas que no te aviso con tiempo suficiente.

—Una semana no es tiempo suficiente Ohm, —le dijo muy seria—, entonces... hay que grabar video de agradecimiento para dos premios a los que estás nominado y usar algunos favores para atrasar la grabación de dos comerciales... de los cuales tú sabías.

Ohm suspiro con fastidio.

—Te mandaré un correo, con todo lo que hay que hacer para que puedas tener tus días de descanso... —ella miró el teléfono, seguramente estaría haciendo notas, para no olvidar nada.

—¿Algo más, me puedo retirar? Te recuerdo que estás gastando tus energías explicándome tus planes que seguro olvidare antes de entrar al ascensor.— Ohm le sonrió.

Marina hizo lo mismo que siempre hacia, lo ignoro y siguió con su teléfono mientras explicaba que ya había mandado algunos de todos los pendientes a su correo. Ohm se levantó y se fue. Su relación era así, él creía que no sabia como relacionarse, y Marina lo comprendía de un modo que pocos, más bien nadie, lo hacía y además lo aceptaba lo cual él le agradecía, hacían un buen equipo juntos a Ohm no le gustaba discutir con ella.

El valor del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora