Capitulo Once

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—¿Se puede saber que demonios piensas, Ohm? — el tono de su padre era de pura rabia— Imagine que estarías despierto, aún no amanece,— tuvo que tragarse el comentario sarcástico acerca de las buenas costumbres de saludar cuando llamas a alguien — ¿No te vas a cansar nunca de humillar a tu familia en público ? Sabes que el Señor Armando Natouch, es una persona muy importante para los negocios de tu tío y para toda la familia, como pudiste involucrar a su hijo, al hijo pequeño del dueño de una de las empresas más famosas en Londres, en uno de tus escándalos. ¿Como puedes ser tan egoísta? Sabes que tus actos tienen efecto en los demás y no solo en ti. Solo llame para avisarte que si tú madre y yo nos quedamos sin empleo y sin casa será únicamente culpa tuya. ¿Entiendes?

—Discúlpame padre, pero no sé a qué te refieres— Ohm le contesto lo más calmado que pudo, con si padre las discusiones eran una perdida de tiempo — Yo no involucre a nadie en esto, si el hijo del tal Señor Natouch ese estaba ahí no lo vi, a menos que fuera el tipo ese al que golpee y para que lo sepas se lo merecía y lo haría de nuevo... — había estado tan ofuscado con todo lo acontecido, que no había caído en cuenta Natouch era el apellido de Fluke— discúlpame padre tengo que colgar. Gracias por tu llamada, como siempre es un gusto hablar contigo, por favor saluda a mi madre. Adiós — colgó.

Ohm odiaba todas las paginas de chismes así que sólo entro a tres paginas de esas para lograr entender lo que estaba pasando, para comprobar lo que su padre le había dicho. No tuvo que leer mucho, para su mayor disgusto, desgraciadamente habían conseguido imágenes de las cámaras de seguridad con cuadros perfectos de Fluke y de él, desde que habían atravesado la puerta de entrada.

Los titulares iban desde "Dean y el  joven millonario, amor por conveniencia" hasta " ¿Será que la música ya no es tan rentable como antes?, tanto que ahora se vende al mejor postor..."  Todos y cada uno de los encabezados eran más asquerosos que los otros.

Nunca había intentado averiguar sobre la familia de Fluke o que hacía su padre o si de casualidad era hijo de uno de los hombres más ricos de Londres, lo había hecho principalmente para no tener que dar explicaciones acerca de su familia.

Ohm no se lo podía creer. Por lo que sabía las oficinas de esa empresa estaban en Cambridge, que hacía Fluke tan lejos del nido y soló además.

Marina le había dejado seis mensajes de voz en los últimos diez minutos, por lo regular ella sabía cuando no iba a contestarle y se rendía, pero al parecer esta era una ocasión especial. Ese día estaba siendo el más largo de su vida bueno casi porque apenas eran las 3:30 am del domingo.

El mensaje de Marina era breve pero fue letal, al parecer los periodistas habían encontrado  la compañía de taxis que los había llevado hasta la casa de Fluke y si no estaban rodeados ahora, pronto lo estarían. 

Lo que le faltaba. No había otra opción.

Era él o Fluke, llamó a Marina y le dijo lo que iban a hacer y le pidió que llamara a una conferencia de prensa en el hobby de su hotel y que lo organizará rápido. Si lo que querían era un buen escándalo lo tendrían y de paso liberaría a Fluke de la atención pública. O ese era el plan.

Fluke despertó porque sentía frío, cuando Ohm se quedaba nunca pasaba frio. Pero él no estaba en la cama y Fluke no escuchaba ruido de ningún tipo. Eran casi las 5:00 am Ohm no podía estar ya despierto, era muy temprano. Se talló los ojos con pereza, se puso una camiseta blanca que le quedaba grande y nada más, no importaba porque pensaba regresar a la cama pronto, con Ohm. Fue a buscarlo.

No supo nunca lo que había molestado a Ohm, pero habían hecho las paces y eso era lo que importaba.

Ohm siempre era considerado a la hora de hacer el amor con Fluke pero la vez anterior había tratado a Fluke como si fuera muy especial para él quien lo demostró, con cada caricia cariñosa que le dio. Se había sentido muy amado.

El valor del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora