Capitulo Cinco

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Habían pasado tres días y tres largas noches y cada vez faltaba menos para la gran "Reunión Familiar Thitiwat" y el vacío interior cada vez se hacía más grande, ojalá hubiera dicho que no podía ir. Pero ya no importaba, no se comportaría como un cobarde no asistiendo, además Marina ya le había hecho espacio en su muy ocupada agenda según ella.

Estaba nervioso, pero sobre todo estaba preocupado, y aunque no lo admitiría ante nadie también sentía miedo.

Necesitaba distraerse de algún modo, lo primero era salir, tenía que distraerse.

Ohm se puso su disfraz de paisano, lo que quería decir que se lavó la gomina de el pelo, la había tenido que usar para una entrevista ese día más temprano. Se vistió con pantalones de chandal, sudadera negra, su color favorito y salió del hotel por las escaleras de servicio.

Camino unos pocos minutos, aún no era ni medio día, pero había poca gente por la calle. Pensó en no alejarse demasiado pues no quería otra escena de Marina, de pronto y al tratar de comprobar si traía el teléfono consigo, se dio cuenta de donde estaba.

Levantó la vista para encontrarse de frente a un restaurante bastante conocido para él.

De algún modo y sin siquiera darse cuenta había terminado a unos cuantos pasos de la librería donde trabajaba Fluke.

La calle estaba casi vacía, se miró a sí mismo y se dio cuenta que a lo mejor su disfraz no servía de nada, ¿Y si tal vez el chico ya sabía quien era? Tal vez ya había stalkeado sus redes, tal vez ya tenía un blog contando aquella vez que le tiro jugo encima a aquel cantante famoso.

Si fuera así, entonces sería lo mejor, pensó.

Él no sería el primero y así caería en el montón con todos los demás.

Había muy pocas personas que no querían algo de su fama o algo de su dinero, y Ohm estaba seguro de que nunca había tenido la suerte de conocer a alguien así, tal vez es porque si lo conociera él lo arrastraría a la oscuridad de su mundo vació. Se había puesto la ropa más sencilla que tenía y pensaba que eso ayudaría.

Ohm se vio en el reflejo de la ventana  y se rio de si mismo. Seguro que esto no valía la pena. Pero su mente no podía superar esos ojos café, solo necesitaba verlo una vez más, solo para desilusionarse, se dijo. No creía que existiera nadie especial para él.

Cuando se acercó lo vio de espaldas, la tienda estaba vacía y él tenía un gran libro en las manos que al parecer leía con mucho interés, quizo pasar desapercibido pero la campanita en la puerta se lo complicó, al entrar dijo casualmente al chico de la caja que solo entro a ver. Y así lo hizo, él no entro ahí por nada para leer.

El chico, no, Fluke no lo vio o al parecer le estaba dando espacio para que escogiera lo que buscaba, y eso le dio la oportunidad de observarlo mejor, de todos los ángulos posibles.

Ohm no recordaba que fuera tan delgado ni tan bajito, pudo ver su nariz algo respingona y que tenía dedos largos y delgados, como tenía la cabeza inclinada no podía ver sus ojos, pero se fijó en su pelo de un color castaño claro, que hacía contraste con su piel blanca. De pronto torció un poco la boca como si su lectura no fuera satisfactoria. Él estaba fascinado y encantado solo con ese pequeño gesto.

Quizo saber que es lo que leía, pero al sostener el libro de esa forma con sus brazos sobre su estómago, no alcanzaba a ver el título, Ohm tenia muchísima curiosidad. Sintió que necesitaba saber más de él.

El chico de la caja estaba en el otro rincón de la tienda ocupándose de algo en su teléfono, y Fluke ahora esbozó una pequeña sonrisa que hacia que en sus mejillas se formaran unos muy lindos hoyuelos.

Ohm no podía dejar de ver a Fluke, así que casi ni se dio cuenta de que un grupo de personas entro a la librería, entre ellas tres chicas jóvenes que al instante lo miraron con atención.
Hizo un intento de sonrisa y se cubrió con la capucha de la sudadera para evitar que lo reconocieran y se alejó al rincón opuesto.

Las chicas comenzaron a cuchichear entre ellas y eso llamo la atención de Fluke que en ese momento levantó el rostro del libro y lo colocó donde no pudiera caerse, Ohm lo observaba disimuladamente y sin perder detalle de sus movimientos. El libro era grande y de tapa azul, tomó nota y al verle alejarse, se acercó al estante donde estaba, cuando lo tomó leyó: "Historia del arte" ¿sería su pasatiempo? Tal vez solo estaba aburrido...

Frunció el ceño y abrió el libro y se encontró con un extenso artículo del arte en el renacimiento y sus diferentes facetas... demasiado pesado y con datos muy precisos como para quitar el aburrimiento...

— ¿Puedo ayudarte?— preguntó una voz a su lado.

Ohm pegó un brinco involuntario.
Cuando se dio la vuelta hacía la voz que estaba al lado suyo casi dejó caer el libro de sus manos, pero era solo el chico de la caja.

—Yo... — de pronto al mirar la actitud desconfiada del muchacho se dio cuenta de lo que parecía con ese disfraz en medio de aquella librería, estaba vestido completamente de negro lentes negros y capucha puesta, actuando sigiloso y raro en general. Rayos.— ¡Me llevaré este!

—Claro, ahora te doy uno nuevo, viene envuelto...

— No, quiero éste.

—¿Éste? — el chico lo miró como si estuviera loco— Tenemos tomos más nuevos, éste fue devuelto y...

—No importa, me lo llevó.— saco un montón de billetes y trato de dárselos.

Ohm podía escuchar a las chicas  preguntando que si lo reconocían de algún lado, estaban justo al final del pasillo. Tenía que irse ahora mismo, si no quería causar un gran revuelo. Al fin y al cabo no quería causar problemas.

—Está bien... Te cobro ahora mismo. De este lado por favor.

Ohm se dio la vuelta, justo a tiempo para escuchar al grupo de chicas acercándose. Estaba rodeado, y no podía quedarse ahí por más tiempo. Mientras pagaba el libro, quizo girar para poder ver a Fluke por última vez pero una de las chicas estaba parada justo detrás de él esperando para pagar también.

—¿Algo más?— le preguntó él chico entregándole una gran bolsa blanca de papel con el libro buen envuelto.

—Si, ¿a que hora cierran?

— Cinco y media,—respondió el chico con algo de desconcierto.

Ohm había salido desilusionado y con un libro de la historia del arte bajo el brazo. No estaba desilusionado por Fluke pues no había tenido la oportunidad de acercarse, bueno en realidad había tenido oportunidad pero la desperdició, al dedicarse a mirarlo sin acercarse.

Pero había averiguado que la librería cerraba a las cinco treinta. Podría volver a esa hora.

El valor del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora