Un viaje al lago

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La excursión se ha vuelto un poco peliaguda. A la mañana siguiente, Lance se junta con Logan, pero solo recibe malas miradas de la gente. Siendo sincero, me da un poco de pena, pero es lo que pasa cuando te metes en una relación.

—Hola Lando. —Me saluda Daniel mientras estamos a la cola del desayuno. —¿Qué tal has dormido?

—Podría haber dormido mejor, pero alguien anoche hizo muchos ruidos. —Le miró de manera amenazante y sus mejillas se tiñen de rojo.

—¿Nos...?

—Os oí, si. Me alegra que lo hayáis arreglado. —Yo agarró solo un colacao y Daniel un café y una magdalena. —¿Y lo de Lance?

—Es un imbecil. —Me mira mientras nos sentamos en una mesa. —Creo que le interese un tiempo y se intento aprovechar la otra noche en tu casa porque estaba triste y borracho.

—Que hijo de puta. —Danie asiente.

—Le dije que me dejara en paz o se lo contaría a Max, y lo hizo. Creo que le tiene miedo a Max.

—¿Quién no le tiene miedo a Max?

—Bu. —Max pone sus manos en mis hombros y pegó un bote.

—¡Me cago en tus muertos! —La gente me mira y me sonrojo. —Perdón. —Susurro.

Max se empieza a reír y se sienta al lado de su novio.

—¿De que hablabais?

—Lando me estaba diciendo que no ha dormido bien y nosotros tenemos parte de culpa.

—¿Nos oíste? —Asiento ligeramente y veo que se limpia una lagrima de la risa.

—No tiene gracia. —Pierre se sienta a mi lado bostezando y da un trago a su café. —Entre vosotros dos y George y Álex a penas he pegado ojo.

—¿No han sido Daniel y Max toda la noche? —Le miró confuso.

—Yo escuche a Daniel gritar Max y luego a Álex gritar George.

—¿Yo que? —George se sienta con Álex.

—Que tú eres una puta gata en celo, como todos vosotros. —Me levantó enfadado y voy hacia mi cabaña.

Voy tan hundido en mi enojo que no miro por donde voy y al cruzar una esquina me choco con alguien que me tira su colacao encima.

—Lo siento. —Carlos me mira asustado.

—Lo que me faltaba ya. —Le bordeó enfadado y entró en mi cabaña metiendo un portazo.

Me quitó la sudadera, quedándome en una camiseta de manga corta naranja y empiezo a buscar la sudadera de repuesto.

—Alguien se ha levantado con el pie izquierdo. —Me giro y miró a Carlos, quien está de brazos cruzados con una sonrisa mirándome.

—No quiero hablar. —Levanta los brazos en son de paz.

—Tranquilo colega, ¿qué te pasa?

—Que he dormido como una mierda porque primero he escuchado los gemidos de Daniel y luego los de Álex, y no se han callado en toda la puta noche. —Suspiró sin dejar de rebuscar en mi bolsa. —Encima no me he llevado una sudadera de repuesto, vaya mierda.

—Espera. —Carlos sale de la cabaña y vuelve con una sudadera azul. —Mira, un problema arreglado. —Me la extiende.

Me levantó y agarró su sudadera. Es una sudadera azul básica, pero todo el mundo sabe que esa sudadera es muy distinguida de Carlos. Me la pongo y me miro en el espejo del baño.

Segundas oportunidades || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora