Ciudad República estaba bellamente decorada, por las calles se veían colores de todas las naciones, incluída la que estaba casi extinta.Katara había llegado al Ayuntamiento en compañía de su hermano el Consejal Sokka, ambos eran requeridos en todos lados, sobre todo ella que había aceptado hacía poco volver a la Ciudad y hacerse cargo del Hospital. Todos estaban encantados con el regreso de la maestra-agua más famosa de los últimos tiempos.
Logró tomarse un respiro y tomó una bebida de una enorme mesa, estaba pensando en lo que le gustaría ver a alguno de sus amigos cuando un maestro-aire llegó muy rápido a su lado y tomó otra bebida.
-Te ves hermosa hoy-, le sonrió a través del vaso. Ella le devolvió la sonrisa. -Me ha costado trabajo llegar a ti esta noche.
-Te entiendo, es el primer respiro que tengo.
-Supongo que algún día se cansarán de mí.
-Lo dudo-, sacudió la cabeza. -Hoy no será el día.
-Hubiera preferido una celebración más privada, ¿sabes?- se acercó a ella y le susurró al oído, -solo tú y yo, se me ocurren varias formas de celebrar.
Katara sintió sonrojarse cuando un flash la hizo brincar hacia atrás, esas condenadas fotografías. Un sujeto se acercó y los saludó con demasiada amabilidad.
-Avatar Aang, ¿le gustaría dar su opinión acerca de las medidas tomadas para la restauración de la bahía Yue?
-Claro-, Aang se rascó la cabeza nervioso y procedió a contestar. Katara aprovechó para fugarse de ahí de inmediato.
-Estoy harta de esto, no quiero estar socializando, hay mucho que cubrir hoy en las calles-, se quejó Toph cuando se acercó a ella.
-No quiero imaginar las técnicas que mi hermano utilizó para que aceptaras venir aquí.
-Es un idiota-, aunque sus mejillas se colorearon ligeramente. -Recuerdame golpearlo cuando lo vea.
-Con todo gusto, el muy desgraciado prometió no dejarme sola en toda la noche y me perdió en la primer oportunidad.
-Mira qué casualidad, me dijo lo mismo.
Ambas se reían cuando uno de sus antiguos amigos se acercó con mucha alegría.
-¡KATARA! Por los espíritus, qué gusto verte-, le dio un fuerte abrazo y la giró, ella atinó a agarrarse de él para no caerse.
-Haru, cuánto has crecido-, saludó cuando la bajó.
El maestro-tierra había crecido al menos diez centímetros más y vaya que había hecho ejercicio, sus músculos se notaban más marcados debajo de la ropa elegante.
-Te ves hermosa-, le sonrió, aún llevaba ese caracterísitico bigote. -Hola Toph.
-Hola musculitos, te diría que te ves bien, pero no creo poder hacer eso-, Toph rió de su propio chiste.
-Por favor, concédeme esta pieza-, le ofreció la mano y ella accedió.
El baile fue muy ameno, sobre todo por la platica de Haru, le contaba acerca de sus aventuras, se desempeñaba como constructor por todo el mundo, incluso llegaba a ser acompañante de caminos para el rey Kuei, como lo había hecho en este viaje. Ella estaba realmente interesada, no había sabido mucho del resto de sus amigos. El baile terminó y ambos se dirigieron a la orilla por algo de beber. Katara le contó de su aburrida vida y él la felicitó por su nuevo puesto como Directora del Hospital.
-Maestra Katara-, se acercó una joven. -Disculpe la molestia, comenzarán los discursos importantes y se solicita su presencia en el templete.
-Muy bien, vamos-, se despidió con la mano de Haru, por el camino saludó a varias personas, la mayoría no las conocía, pero no quería ser grosera. Al subir al escenario montado, la recibieron Sokka, Toph, Zuko, Suki y Aang. Se acomodó junto a su hermano y esperó indicaciones, todos lucían muy serios.
ESTÁS LEYENDO
Lo gritaremos
Hayran KurguKatara descubre qué sucede cuando a Aang se le mete una idea en la cabeza. Esta obra fue escrita con la intención de participar en el "Kataang Week 2024" creado por la página "Kataang: Katara y Aang de Avatar la leyenda de Aang".