Base militar, 23 de septiembre, 1985
Narra Matthew
Eran las 3:00 AM, estaba caminando por los oscuros pasillos de la base, escuché un ruido a mis espaldas, y como reflejo puse mi mano sobre la pistola que me regaló Ian, sin embargo, no había nadie, probablemente hubiera sido una madera crujiendo por la humedad. Sabía perfectamente a donde tenía que ir, detrás del campo de entrenamiento, esa era la única zona sin cámaras. Había quedado para hacer un trato con alguien. Después de salir del edificio, me escabullí entre los muros para llegar al punto de quedada, ahí me encontré con el general Duke que estaba fumando, no era el único ahí, también habían dos hombres más, en vez de presentarme, me escondí en una de las paredes de forma que pudiera escuchar su conversación, no es que fueran muy precavidos para que nadie les escuchase, así que hablaban muy alto. Estuvieron comentando cosas inútiles, salvo dos cosas que llamaron mi atención, uno de los supervisores se había suicidado, encontraron varias puñaladas en su estómago, pero no el arma con la que se suicidó, así que estaban considerando la opción de que no fuera un suicidio y fuese un homicidio. De todas maneras eso me daba igual, lo que era importante era la ''misión'' que mencionaron, en una semana emprenderíamos el camino a una nueva base que se encontraba en medio de un lago helado gigante, a bastantes kilómetros de nosotros. Con esa información decidí presentarme de una vez por todas, salí del muro, al principio no se enteraron que tenían una persona más, pero al darse cuenta de mi presencia, me invitaron a acercarme. Sin decir nada, lo hice.
--¡Pero bueno! Si es mi chico favorito. Te estábamos esperando. -- Dijo Duke entre risas, no me gustó para nada y puse una cara de asco bastante molesta. -- Déjate de gilipolleces Duke, a lo que veníamos. Además, no recuerdo que el acuerdo incluyera que vengas con dos más. -- Contesté, cruzando mis brazos, si bien me superaban en número y fuerza, no les tenía miedo, no me iban a intimidar, además, si notaban que estaba asustado, se aprovecharían de mí. Por mucho miedo que te den, siempre con la cabeza arriba, a menos de que quieras que te quiten más información de la que debas dar.
El general se acercó a mí riendo, se le notaba nervioso, seguramente porque pensaba que sus hombres iban a generar miedo en mí. Se me encaró a lo que yo respondí siguiendo con mi semblante serio y arrogante de siempre.
--Escucha, chico, quiero que me consigas información de la oficina del general Ludwig, especialmente la información que habla sobre las misiones. Seguramente necesites abrir un candado o forzar algo para conseguirlo. -- Me dijo, o más bien me exigió.
--Entendido, ¿Y qué gano a cambio yo? -- Le pregunté, sin dejar de mirarle fijamente, a lo que él se rió y me apartó la mirada. --Hay una habitación con unos libros extraños que creo que te pueden interesar, consígueme lo que quiero a cambio de eso, y toma, pago por adelantado.-- Me tendió unas llaves, asentí y me las guardé en el pantalón, antes de poder mencionar nada, me agarró por las mejillas y me obligó a volverle a mirar. --Pero escúchame, si no me consigues esa información, te haré gritar de dolor, más te vale no jugármela.-- Me amenazó sádicamente, enfadado, golpeé su mano con mi antebrazo para que me soltase.
--No me toques, cabrón. Te conseguiré la información, pero no soy tu perrito para que me vayas mandando. En cuatro días en el mismo sitio. -- Me fui, bastante cabreado, odiaba con toda mi alma que se me encarasen y trataran de intimidarme, sobre todo haciendo tratos, como si yo no fuera a cumplir mi parte. Me alejé de la escena, ya me preocuparía de la información mañana, ahora mismo lo único que me apetecía era dormir. Volví a mi cama, y me recosté, no sin antes quitarme la chaqueta y dejándola a la esquina de mi cama, terminé durmiéndome casi al instante.
El sol salió y me desperté 15 minutos antes que los demás, como no podíamos salir hasta que nos llamaran, me quedé en la cama, estudiando la situación, me acordé de Ian, ah sí, ese alemán que era más pesado que un niño hambriento preguntando cuándo va a estar la comida hecha, no entendía por qué estaba todo el rato encima mía, pero tenía que admitir que cumplía sus tratos bastante bien, el otro día le ofrecí información sobre el estado de las misiones y algo sobre unas personas que le interesaban a cambio de unos cartuchos de balas para la pistola. Un supervisor nos llamó para despertarnos, sacándome de mis pensamientos, me levanté y ayudé a Jess a despertarse, aún habiendo dormido tan poco, mi cuerpo no estaba cansado, durante estos meses he tratado de entrenar mi cuerpo para poder soportar situaciones extremas, y funcionó. Después de ayudar a mi hermana, cogí mi chaqueta y me la puse, subiendo las mangas hasta el final del antebrazo, como siempre. Nos dirigimos a la cafetería a recoger nuestro desayuno, aunque me pasé primero por la biblioteca para dejar la pistola del rubio. Por las mañanas siempre estaba con mi hermana, estábamos hablando alegremente mientras caminábamos hacia el campo de entreno.
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Muerte Acelerada
Fantasy¿Qué pasaría si un día el mundo entero es sometido a una abrumante oscuridad? Llena de muertes sospechosas y desapariciones sin ninguna pista sobre el paradero de aquellas personas. Poco a poco y aunque se trató de evitar, el pánico llenó las calles...