10 Mil perdones vacíos

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 26 de octubre, 1985

Narra Matthew

--¿En serio es necesario llevar esto? -- Me quejé sintiéndome desnudo. A pesar de que llevaba varias prendas encima, eran muy ligeras y eso que mi atuendo no era el más revelador, no me podía imaginar la sensación que tendría que tener V encima, pues por lo que he visto, su ropa es más reveladora que la de Jonathan y yo, la diferencia más grande es que la raja que llevaba para dejar ver las marcas de sus piernas y muslos sube prácticamente hasta el final del pantalón. La ropa de V combinaba genial con su personalidad, y según lo que me explicó, necesita llevar ese tipo de ropa tan ligera y abierta para moverse bien y para que pudieran identificarla. Como era una exiliada, necesitaba enseñar sus marcas todo el rato o la degollarían. Estas marcas las llaman ''líneas enjambre'' y solo las tienen un grupo de personas muy reducido y especial. Aquellas personas que las tienen son ágiles y fuertes y se dice que son capaces de controlar las mentes, por ello, para evitar confrontaciones los exiliaron hace muchos años de la ciudad pero llegaron al acuerdo de que no los matarían si no se entrometían en el reinado de la ciudad, sin embargo, ahora que el caos llena aquellas sombrías calles, algunos valientes se cuelan para conseguir alimento, y sí, ese valiente soy yo. 

Aunque no tengo esas líneas, debo ir con la ropa y una carta que acredite que trabajo y entreno con V para que los guardias me permitan el acceso a la parte comercial y artesana del lugar, a veces los exiliados pueden pasar dentro de la ciudad, seguramente por la corrupción de los guardias.

Yo llevaba una capa con capucha que me tapase la cara, unos pantalones morados con una raya en el medio que dejaría ver mi piel si no fuera porque tenía que llevar una malla negra debajo, una chaqueta del mismo color que el pantalón sin mangas y debajo, la misma tela que tapaba mis piernas estaba tapando mi pecho a forma de semi-camiseta. Ah, y unas botas altas negras. Enseñé mi documentación y pude pasar, una vez compré lo que me mandó mi ahora jefa, salí, volviendo a enseñar mi documento, esta vez también tuve que enseñar mi cara y una vez atravesé la puerta me dirigí hacia la base subterránea de V. 

Las dunas eran preciosas, enserio, eran hermosas, de vez en cuando algún resplandor salía de esa arena mágica, me sentía como en la mismísima Arabia Saudita, quizás me acabe acostumbrando a esta ropa, no es tan incómoda considerando el calor que hace. No puedo evitar sentirme decepcionado aún así, porque llevo un mes aquí y no tengo rastro de las líneas enjambre, es como si yo fuera defectuoso, y las necesito, las necesito porque tengo que ver a ese tal Xavier, y si es posible, partirle la cara en el momento.

Hay muchas cosas raras en este sitio que no me han contado, para empezar, nunca amanece, siempre es de noche por alguna razón, la luna tampoco aparece aquí, simplemente no hay luz, lo único que me deja ver son las luces de la ciudad y los pequeños granos brillantes de arena que se intercalaban con los normales, el aire era fresco pero hacía calor igualmente. Todo era tan contradictorio.

Llegué a la base y saludé a V y a Jonathan, me quité la capa y la capucha frente al espejo pequeño que había en el primer pasillo. Me reflejé en él, sintiendo todo el peso en mis hombros, quería salir de aquí, quería ver a mi hermana y a mis amigos, V me había tratado genial todo este tiempo, pero me sentía vacío, horrible, solamente quiero volver, y pedir perdón a Jessica por no haber cumplido aquella promesa de que siempre la protegería.

...

Segunda base militar28 de octubre, 1985

Narra Charlotte.

Soy una completa idiota, lo sé y no hace falta que nadie me lo diga, aunque si lo hicieran, no les culparía. He sido la persona más mierda y penosa de todo el lugar y ahora que miro atrás y puedo ver todos mis errores, me sentía horriblemente mal. Desde lo de Matthew nada ha vuelto a ser igual, mi relación con Helena ha cambiado bruscamente, seguimos juntas, pero sé que muy en el fondo, sabe que soy la culpable; mi mejor amigo apenas habla conmigo, desde aquella vez que se cabreó tanto conmigo que llegó a incluso ignorarme por días, y repito, entiendo totalmente que lo haga.

Muerte AceleradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora