Muerte Acelerada

11 Pautas A Seguir

19 de Diciembre, 1985

Narra Matthew

Sacarme de aquí, por favor. Esto es horrible, no aguanto más. Pensé que igual no era tan malo hacer algo por V y conseguir comida, pero ahora entiendo por qué tengo que ir yo. Me doy asco. Siento todas esas miradas sobre mí, y da igual cuanto me tape o cuan breve intente ser, siguen chocando contra mi cuerpo como flechas, clavándose más y más en mí. ¿Lo peor? Que sé las intenciones de estas.

Pensaba que en este lugar paradisíaco sería mejor todo, sin acoso ni insultos con los que cargar, sin rumores ni golpes que evitar como en la base, pero me equivoqué rotundamente. Esto no era un lugar bonito, no había gente comprensiva, todo se incrementaba el doble. Quizás es porque soy un exiliado ahora, o igual es por mi apariencia que se creen con el poder de jugar conmigo como una peonza. Me siento sucio. Me siento asqueroso. No es la primera vez que intentan hacerme algo, robarme, golpearme, tocarme, y nunca podré hacer algo para defenderme, porque solo hace falta un golpe a un ciudadano, y ya no tendré otra oportunidad para renacer, caeré en la Cripta, o me degollarían.

¿Entonces qué se supone que deba hacer? ¿Aguantarme y tragármelo como si todo estuviera bien? Quizás esa era mi única opción en estos momentos. Pero aún así, no puedo dejar de sentirme así, de querer que pare, de suplicar por un futuro cercano en el que esto no ocurra. Pero eso no es lo peor.

Lo peor es que, durante toda mi vida, nunca ha habido un momento en el que no me sienta así, en el que me sienta seguro. Nunca. Da igual por cuántas relaciones pase, cuántas personas juren amarme, siempre terminan de la misma forma, y siempre acabo siendo yo el que acaba destrozado, roto. Nunca son ellos, siempre soy yo. Siempre soy yo al que destrozan, al que usan como un juguete, porque solo me ven como eso, algo que puedes usar y olvidar como si nada para que cuando te vuelvas a aburrir, repitas el mismo ciclo. Dan igual las veces que haya intentado mejorar para que no acabe así, da igual lo que me esfuerce en que la gente me ame, da igual que me esfuerce por gustarle a la gente, las veces que he cambiado por otras personas incompetentes, da igual porque nunca me han amado. 

¿Por qué te tuviste que ir, mamá? A ti sí te querían, igual si nunca te hubieras ido, nada de esto habría sucedido, si hubieras aguantado y te hubieras esforzado tanto como yo, yo no sufriría esto día a día, traté de ignorarlo, pero ya no puedo soportarlo. No puedo soportar seguir siendo una simple atracción turística, esas miradas, unas llenas de odio y otras depravadas, esos comentarios, todas esas cosas. Si tú siguieras cuidando a tus hijos, yo podría ser libre, pero decidiste huir como una cobarde antes de enfrentarte a la realidad de la historia, decidiste dejarme a mi suerte, decidiste irte. Si hubiera sabido que te irías, entonces, habría deseado nunca haberte conocido, así, no tendré que verte en mí, no tendré que verte en cada parte de mi ser, en mis ojos verdes, igual que los tuyos; en mi piel canela, igual que la tuya; en mi pelo castaño e igual de ondulado que el tuyo, en mis manos, en mi nariz, nunca tendría que verte en mi reflejo en el espejo. Y así, nunca tendrían que verte en mí otras personas, sería yo, Matthew, y no tú. Por una sola vez la gente me querría de verdad, por una sola vez no se aprovecharían de mí. Tú que ahora no estás aquí, ¿Sabes lo mucho que he sufrido? ¿Lo mucho que he deseado un poco de amor en todo este tiempo? ¿Las veces que me he refugiado en otras personas buscando ese amor y esa calidad materna que nunca fuiste capaz de mostrarme? ¿Sabías todo eso antes de que decidieras abandonarme a mi suerte?

Seguro que ni siquiera te paraste a pensarlo. Y es tan curioso, porque la persona que juré que no odiaría jamás, ahora la aborrezco, aborrezco parecerme tanto a ella. Y esa misma persona, es la que me dio a luz. Mi madre, Lydia. Ojalá nunca me hubieras parido si te supondría tanta complicación, al fin y al cabo, ya estoy muerto.