°•catorce

2 2 0
                                    

ESTABA FRENTE a la puerta de su departamento sin poder decidirme si tocar o no... Ha pasado tiempo desde la última vez que he pisado este lugar.

Pero no podía dejar que el tiempo siguiera pasando, las cosas se deben aclarar ya.
Así que con un poco de nervios di un paso adelante y toqué el timbre, escuché de inmediato ruido desde adentro y no pude evitar sonreír porque sabía cuán torpe podía ser Hugo en ocasiones.

-¡Voy!- su voz seguía siendo tan varonil como siempre. Pasos acercándose y por instinto observé mi atuendo acomodando algunos pliegues. El sonido de la puerta siendo abierta me puso más nerviosa que nunca y cuando su rostro sorprendido enfrentó el mío nervioso no tuve nada para decir, ni siquiera una sonrisa amable. -¿Emilie?- la confusión ahora bañaba su rostro mientras dos pasos dados por el me hacían sentir su olor refrescante y su presencia como nunca antes. -¿Qué haces aquí?

Si... ¿Qué hacía aquí?

Ojalá hubiera la posibilidad de terminar lo que sea que tuviéramos con un simple mensaje de texto, pero ese actuar sería tan cobarde y me vería tan tonta. También estaba seguro que al día siguiente del mensaje Hugo no me dejaría en paz.

-Necesito hablar contigo...

Su semblante estaba a punto de mostrar una de sus hermosas sonrisa, sin embargo mis palabras hicieron que esa sonrisa muriera antes de nacer.

-Claro... -suspiró mientras se hacia a un lado- pasa.

El lugar seguía siendo como siempre, con ese olor a detergente ligado con su perfume elegante... El departamento era bastante sobrio, con pocos adornos y una iluminación cálida, las paredes eran beige y los muebles de madera oscuro; no era por completo mi estilo pero el solo verlo caminar en medio de la estancia todo resaltaba cien veces más.

-No te quedes ahí, siéntate. -su voz me sacó de aquellos pensamientos. El sofá seguía siendo tan cómodo y suave como siempre... Podría decir que al igual que en mi departamento era lo único que desentonaba por completo, mientras el estilo del lugar era como ejecutivo noventero, el sofá era de rayas amarillas y rojas... El tipo de sofá que fácilmente podrías encontrar en una habitación hippie.-¿Deseas agua, gaseosa... Vino?

Negué con una leve sonrisa mirando fijamente su rostro.

-Así está bien... Ven - palmeé el lugar a mi lado- siéntate, por favor.

Limpiando sus manos en los pantalones de pijama con nerviosos y asintiendo mientras miraba al suelo se sentó a mi lado como perrito regañado.
No me gustaba verlo así; cuando Hugo tenía un semblante nervioso o triste me hacían sentir de una manera tan extraña que todo dentro de mi se resolvía y solo quería contentarlo de alguna manera. Así que, fue mi turno de alizar los pliegues de mi ropa y mirar como sus ojos brillosos al fin daban con los míos.

-¿Quieres terminar esto, verdad?

Hubiera deseado que su pregunta me tomara por sorpresa, pero habíamos llegado a un punto donde así lo hayamos evitado, habían cosas, gestos, comportamientos en dónde nos conocíamos muy bien.

Asentí con una sonrisa triste.

-¿Ni siquiera me darás una oportunidad? ¿No aceptarás ninguna de mis citas?

Negué, abriendo mis labios para decir aquello que seguro le lastimaría.

-Ya acepté la cita de alguien más... -bajé la mirada esta vez sin el valor para observar como su rostro era cada vez más triste. -Hace un tiempo conocí a alguien y creo que me gusta.

-Emilie... - con un jadeo doloroso soltó mi nombre. -Pero nos conocemos desde hace tanto, solo... Solo necesitabamos ponerle un título a ésto. Solamente eso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dime que me amas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora