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Bill se despertó solo, sintiendo un peso en el pecho que no tenía nada que ver con el sueño.
la noche anterior había sido mágica, llena de promesas y susurros. sin embargo, al estirar la mano al lado vacío de la cama, solo encontró sábanas frías y revueltas.
el perfume de Stanford, su amante fugaz, aún flotaba en el aire, una fragancia que ahora parecía burlarse de él.

se sentó lentamente, con los ojos recorriendo la habitación en busca de algún rastro de Ford, alguna nota o señal de que la conexión que sintió había sido real. nada. solo el eco de la pasión pasada y el vacío presente.

se preguntaba si todo había sido una ilusión, un espejismo de afecto que se desvaneció con el amanecer.

deambuló por la habitación, recogiendo la ropa esparcida por el suelo, cada prenda era un recordatorio de la intimidad compartida. cuando llegó a la cocina, se preparó una taza de café, esperando que el calor le brindara algún consuelo. cada sorbo era un intento de calmar el torbellino de pensamientos en su mente, la pregunta persistente de por qué Stanford se había ido.

al término de su café y con la taza vacía, recordó el proyecto del que le había hablado Ford el día anterior, el proyecto que tenía con McGucket.

Bill palmeó suavemente su cabeza, reprochándose a sí mismo por haberlo olvidado, y por haberse hecho idea de que Stanford estaría junto a él al amanecer.

[...]

Bill caminaba por las calles del pueblo, buscando algún sitio tranquilo que le sirviera de distracción de todo lo que había sucedido y su desilusión mañanera.

llegó hasta un parque amplio, se encontraba un poco lleno, pero al menos podía ver a gente allí.

se sentó en el banco vacío que había, prestando atención a los niños y adolescentes que jugaban de un lado para otro.
sonrió ligeramente sintiendo ternura al verlos, detonaban rostros llenos de felicidad.
"¿en qué momento me volví así?" se preguntó a sí mismo, desviando la mirada a un punto fijo, perdido.

en todo el tiempo que pasó junto a Ford había aprendido muchas cosas, y una de ellas era la sensibilidad.

la sensibilidad al sentir afecto, al ver algo que le gusta, o conmueve.
no ser alguien sin sentimientos, como la mayoría de los que habitaban su dimensión.

respiró pesadamente.
Stanford le había enseñado muchas cosas, y esa era una de las infinitas razones del por qué lo amaba.

su vista se dirigió a dos adolescentes que parecían tener la misma edad, luego al adulto que venía con ellos.
parpadeó dos veces para poder asimilarlo, y su corazón empezó a latir con más fuerza.
el sujeto era Stanley, el hermano de Ford, y supuso que los niños que lo acompañaban eran sus sobrinos.
volteó su cabeza, intentando salir de la impresión de verlos en persona, dándose cuenta momentos después de que Stanford estaba a pocos metros de ellos, hablando animadamente junto a McGucket.

las ganas de ir en su dirección lo empezaron a carcomer. en él existía esa necesidad de presentarse ante ellos como un "algo" de Ford. ya sea como su mejor amigo, como la persona con la que había pasado una noche entera, como la persona que lo odiaba..

simplemente quería ser validado, quería que los demás notaran el cariño que le tenía a Stanford, y mucho más que los demás, quería que él mismo lo notara.

sacudió su cabeza, aturdido.
el paseo que había realizado con finalidad de relajarse y poder olvidarse de las cosas había terminado dando el efecto contrario.

con sus dos pies en el suelo, sintiendo el corazón en la mano, decidió reprimir sus sentimientos una vez más e irse lejos de allí; ahora la pregunta que lo invadía era cómo debía actuar.

olvidarse de la mejor noche de su vida para siempre y continuar con su amistad, o liberarse y arriesgarse a perderlo.

do u hate me now? | billford Donde viven las historias. Descúbrelo ahora