la noche era un abismo insondable. un silencio sepulcral llenaba la habitación, roto solo por el tenue sonido de los grillos que se encontraban afuera.
Stanford yacía en su cama, los ojos abiertos de par en par, contemplando el techo oscuro mientras su mente giraba en un torbellino de pensamientos. no podía dormir; el sueño se le escapaba como arena entre los dedos, dejando solo la áspera sensación de una vigilia sin fin.pensaba en él. en la sonrisa de Bill, en la manera en que sus ojos brillaban cuando hablaban de algo que le apasionaba. ese brillo, esa chispa, lo había atrapado desde hace unos años atrás.
era un amor extraño, un sentimiento que no podía nombrar sin sentir el peso del miedo y la incertidumbre.
era como si estuvieran atrapados en un universo que no estaba preparado para comprenderlos.Stanford se giró en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda, pero su mente seguía trabajando a toda velocidad.
se despojó de las sábanas y se levantó, dirigiéndose a la cocina para tomar un poco de agua.
estando en el pasillo, notó que las ventanas en la habitación de Bill estaban abiertas y corría un viento muy fuerte directo a él.
entró de puntillas, intentando hacer lo posible para no despertarlo. cerró las ventanas con mucha cautela, y dirigió su vista a Cipher que se encontraba durmiendo plácidamente en su forma triangular.mientras se sentaba en una silla cercana a su cama para admirarlo de una mejor manera, una ligera sonrisa se asomó en sus labios.
Bill era un ser completamente perfecto para él, y nada ni nadie podría hacerlo cambiar de opinión.
recordó la primera vez que se encontró con él.
tal vez no había sido lo mejor, tal vez si llegó a odiarlo alguna vez por ser irritable, pero ahora todo era distinto.
las actitudes que no le agradaban de Bill se habían esfumado al pasar el tiempo, y junto con ellas, el resentimiento que le tenía.sabía que ambos eran cómplices, tomando sus sentimientos como un refugio en medio de todo el caos que existía a su alrededor.
Stanford no podía evitar que la realidad lo golpeara como un martillo. los seres a su alrededor, las miradas reprobatorias, el murmullo constante de desaprobación..
era como si todas las dimensiones que habían visitado juntos les dijeran que lo que sentían estaba mal, que eran un error.¿por qué tenía que ser así? ¿por qué algo tan hermoso como el amor tenía que estar teñido de vergüenza y temor?
Stanford se sentía atrapado entre el deseo ardiente de seguir adelante, de luchar por lo que sentía, y la fría certeza de que tal vez nunca podrían estar juntos realmente.
tal vez ninguna dimensión estaría lista para ellos.el reloj en la mesita de noche marcaba las cuatro de la madrugada. Stanford sabía que necesitaba dormir, pero cada vez que intentaba ir a su propia habitación, la vista de Bill durmiendo de manera plácida lo mantenía allí, recordándole que el amor que sentía era tan fuerte como el dolor que lo acompañaba.
—¿S-Sixer, qué haces aquí? -preguntó Bill en un susurro, mientras se acomodaba en la cama y tallaba delicadamente su único ojo. —¿no puedes dormir?
—no quería despertarte, Bill. lo siento. -respondió, completamente avergonzado por ser atrapado en su momento de admiración.
—no te preocupes, ven aquí.. -indicó Bill, dando unas palmaditas a su lado, haciendo un pequeño espacio en la cama.
sin más, Stanford se recostó junto a él, viendo como Bill cambiaba su típica forma triangular y se convertía en un humano otra vez.
sintió su mano encima de la suya, entrelazándolas, y la apretó fuertemente buscando algún tipo de consuelo y calidez en él. algo que le dijera que las cosas no estaban del todo mal.
—Sixer, ¿algo malo está pasando? -preguntó preocupado, mirándolo directamente a los ojos.
—no, todo está bien.. son solo algunos temas menores. -respondió, dándole una pequeña sonrisa forzada.
—sabes que no debes ocultar nada y mucho menos a mí. yo puedo ayudarte en lo que sea, ¿entendido? -dijo, tomando de su barbilla, obligándolo a mirarlo.
Stanford sintió sus mejillas arder ante tal acción.
estar cerca de Bill era indescriptible, lograba olvidarse de todo a su alrededor, y lo llevaba a un lugar en el que solo estaban ellos dos, sin importarle nada más.—quiero besarte, Bill. -susurró con nerviosismo sobre sus labios, sintiendo los suyos temblar ligeramente.
Stanford notó que Cipher estaba conteniendo una sonrisa burlona ante sus palabras, al parecer dándose cuenta de que no había prestado mucha atención a lo que decía.
—¿qué te detiene? -lo escuchó decir con un tono divertido, provocando un sentimiento de intriga y desesperación en él.rápidamente y sin pensarlo dos veces, cortó la poca distancia que los separaba, uniéndose en un fervoroso beso.
chupando, lamiendo y dando pequeños mordiscos mediante este, sintiendo la cercanía y confianza que se tenían.
ambos lograban transmitir lo que sentían, probando el sabor del amor, el miedo, el cambio y la culpa que los emanaba.al separarse, Stanford miró fijamente el techo, aún consternado por haber compartido un beso más con Bill, sobresaltándose al sentir dos suaves besos en su cuello y un susurro en su oído.
—no quiero que tengas miedo de nosotros, Sixer.
yo sé que tal vez pueda ser extraño para tí, para mí también lo es, pero yo te amo.. realmente lo hago, y no quiero que dudes de eso.Stanford asintió con una sonrisa en su rostro, disfrutando de las caricias que Bill empezaba a brindarle.
—Bill, he estado pensando que estos días has estado solo aquí.. ¿qué te parece si un día de estos me acompañas a visitar a Stanley y mis sobrinos? al fin podrías conocerlos.. -sugirió Ford, sabiendo internamente cuál sería la respuesta del contrario.
—¡al fin pensaste en mí! -exclamó alzando la voz, aparentemente feliz. —claro que iré contigo.
Stanford sonrió, a veces Bill podía llegar a ser muy predecible.
al término de la charla nocturna y con un Bill ya dormido, Stanford anhelaba comprender que, por más que lo intentara, no podía apagar ese fuego en su pecho.
era un amor que quemaba, un amor que nunca sería fácil, pero que, a pesar de todo, seguía siendo amor.con ese pensamiento, Stanford se resignó a otra noche sin descanso, al menos estar al lado de la persona que amaba lo hacía sentir más cómodo, pero aún se encontraba perdido en la oscuridad de sus propios sentimientos, atrapado entre el deseo y la realidad, entre el amor y la imposibilidad de ser comprendido.
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do u hate me now? | billford
Short Storysolo mira lo desesperado que estás por mí en este momento, Ford. vamos, dime que me sigues odiando y que te parezco desagradable.