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—¿Otra vez te alimentas solo con un onigiri? A este paso parecerás un palillo de incienso—Murmuro un chico de cabello oscuro y ojos azules como el mar mientras escaneaba los productos.

—¿Otra vez metiéndote en mi vida?—bufo una femina de pelo corto hasta sus hombros, sus rizos azules le hacían resaltar sus ojos azules.

—Solo decía, llevas dos años comprando un Onigiri cada día.

—Y tú llevas dos años trabajando de cajero chismoso—tomó el onigiri y pagó saliendo de la tienda, si bien aquel hombre tenía razón, Souya había perdido bastante peso a base de solo alimentarse con un onigiri en todo el día, las palabras de aquella chica de cabello melocotón le habían marcado permanentemente.

Si bien aun no comprendo por completo como fingir como lo hacia aquella chica, al menos mi vida ha seguido con tranquilidad después de aquella primaria, creo que esos recuerdos serían más fáciles de olvidar sino tuviera que pasar frente a ella todos los días para llegar a la preparatoria.

—Nada cambio—murmure mirando a los niñas entrar a la primaria, desde fuera podía parecer una primaria femenina como cualquier otra, pero dentro de esas paredes hay un infierno para aquella que no se pueda defender en su primer día.

—Ella siempre ha sido así, no le prestes atención Hinata-chan.

El sonido de aquella voz femenina era como un timbre molesto en mis oídos

—Uh, vale—respondió sin más aquella chica de cabello melocotón mientras caminaba junto a otras chicas.

Con los pasos de aquellas chicas dejaban atrás a una chica que apenas y lograba levantar la vista sin que las lágrimas de sus ojos se resbalaran por sus mejillas.

Para mi en ese entonces, no era la primera vez que me sentía así, no era la primera vez que sentía el dolor de fuertes marcas en mis brazos arder hasta lo más profundo de mi alma, pero si había algo que experimentaba por primera vez, el odio profundo hacia alguien quien apenas y reconocía mi nombre.

La querida y amada Hinata Tachibana, su nombre fue algo reconocido en toda la primaria, no sólo por su belleza o buenas notas, detrás de eso había una demonio que golpearia a la primera que la mirase solo por pocos segundos o interrumpiera en su caminó.

Sigo sin entender lo que pasaba por la mente de esas niñas entre 11 o 12 años cuando golpeaban o se burlaban de las demás, pero nunca fue algo que realmente me importara.Solo me importo aquel último día de la primaria.

—¿En serio te mudaras?

—Si, mi padre consiguió un mejor trabajo en Kyoto y nos vamos a mudar.

Nunca antes me había sentido tan feliz como en ese entonces, había pasado un año soportando a Hinata. Pese a su ida los golpes no pararon, si bien eran menos frecuentes seguian en gran escala, lo único que podía agradecer es que los golpes ya no iban a mis brazos y podía hacer mis tareas con facilidad.

𝐵𝐸𝐴𝑇 𝐼𝑇!! 𝓑𝓮𝓪𝓽 𝓜𝓮...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora