𝐵𝐸𝐴𝑇 𝐼𝑇!! 𝓑𝓮𝓪𝓽 𝓜𝓮...

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—¡Por favor!

—Ya te dije que no, niña llevas una semana así.

—Ya te explique mis razones, ¿por qué no me ayudas?

—¿Acaso toda persona que sepa de tu triste pasado esta obligado a ayudarte?

El silencio lleno aquella tienda de conveniencia, sentia como si los ojos azules del hombre peli negro penetraran con firmeza mis temerosos ojos azules.

—He pasado toda mi vida así, necesito al menos aprender como esquivar algunos golpes.

Vi como él no parecía prestarme atención y solo se centraba en acomodar algunos productos en los estantes.

—Oye, yo—deje de hablar cuando sus ojos se volvieron a posar en mí.

—¿Seguirás con eso? Escucha, te daré un consejo que te servirá mucho más que aprender a esquivar golpes, ¡deja de pensar solo en ti como una víctima!

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Siempre hablas de tí como una víctima, siempre "yo no puedo" "soy muy débil".

Me quede en silencio mientras lo escuchaba con incredulidad.

—Estas tan encerrada en esos estúpidos pensamientos que solo te ves a ti misma como una víctima, entiendo perfectamente como se siente ser el saco de boxeo de toda tu clase, pero si buscas que te ayude a defenderte será mejor que cambies esa mentalidad de víctima y la suplantes por una mentalidad fuerte y decidida.

Quería gritarle en la cara o darle una cachetada, no por sus palabras o porque no me quisiera ayudar, era porque sabía que tenía razón en cada una de sus palabras, no me veía a mi misma como algo más que una víctima,  pero no entendía el porqué eso era importante.

—¿Solo por eso no me ayudaras?

—Eso es suficiente información para mi, sabiendo eso nada me confirma que en el momento en el que te sientas cansada aún así seguirás con el suficiente ánimo para seguir, con lo poco que te conozco sé que en el momento en el que te sientas minimamente mal te veras como una víctima que nunca podrá salir de ese papel.

Odiaba que tuviera razón en cada una de sus palabras, me quedé perdida en mis pensamientos mientras él volvía a acomodar productos en los estantes de la tienda.

Aun recordaba aquella noche, solo por la vergüenza que sentí al tener mi rostro rojo, también porque detrás de Emma, vi la figura de alguien a quien estaba acostumbrada ver hace dos años.

No solo me sorprendió verlo ahí en la noche, también me sorprendió verlo sin su uniforme de cajero, en cambio llevaba un uniforme negro de letras doradas que otros chicos del alrededor tenían también.

Estoy segura de que no me vio, pues entre todas esas personas fue Emma la única que me noto, aunque admito que me dio algo de vergüenza que me viera vestida de esa forma.

Con el pasar de los días los golpes iban disminuyendo, no porque aquellas chicas ya no les importase,  era por Emma, casi siempre estábamos juntas y no era difícil notar que las demás chicas la miraban con algo de miedo cuando se les acercaba.

—Sabes, Sou—hablo Emma mientras nos sentábamos en el borde de la fuente del patio de atrás de la escuela, últimamente ese era nuestro lugar favorito para el almuerzo— Me alegro que seas mi amiga, las demás siempre me tienen miedo a causa de mi hermano.

—¿Tu hermano? ¿Por qué?

Emma detuvo sus manos antes de darle un bocado a un dango,  volteo a mirarme extrañamente confundida.