23. Dos gatos y un ratón

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Jungkook consideraba que a lo largo de su vida le ha tocado enfrentar algunos momentos difíciles, especialmente cuando llegó a la gran ciudad con nada más que una mochila y la convicción de que lograría conseguir el trabajo de sus sueños. Hasta el momento las cosas habían ido bien, pero últimamente su vida había vuelto a complicarse por todos los frentes. La invasora era la principal precursora, pues debido a su llegada había tenido que enfrentarse a muchas otras cosas que por mucho tiempo había hecho un esfuerzo por mantener a raya, por ejemplo sus sentimientos no resueltos por su secretario y la fragilidad de su candidatura como próximo CEO.

Hasta hace poco consideraba que era imposible que alguien pudiera interponerse entre él y la silla presidencial, pero supo que las cosas no iban del todo bien cuando recibió un correo personal de Dai Cheong pidiendo una reunión. Hace pocos días se había encontrado con la mujer en el estudio, lo que hacía de su petición algo incluso más sospechoso. Ella lo había ayudado desde el primer momento, pero que entre ellos existiera algo parecido a una amistad no significaba que la mujer no fuera meticulosa con su inversión en sus proyectos. Algo debía estar pasando.

Demasiadas cosas estaban pasando y él debía encontrar el hilo de todas ellas si es que no quería que su vida se saliera de control. O al menos más de lo que ya lo había hecho.

―¿Hyemin te ha dicho algo de esta granja de fresas de la que siempre habla?

La voz de Taehyung lo trajo de regreso a la realidad. Los dos ya se encontraban en el auto, con el secretario al volante, dirigiéndose al hostal una última vez con la esperanza de conseguir algunas respuestas antes de ver a la modelo el fin de semana. El mayor giró a ver a su secretario concentrado en el camino y apretó ligeramente la quijada. Realmente había esperado que Taehyung cambiara de opinión después de verlo tan dispuesto a besarlo de nuevo en su oficina, pero el castaño había vuelto a actuar como si nada hubiera ocurrido. Al parecer también tendría que hacer algo al respecto.

―Una vez intenté preguntarle en dónde estaba esa granja, pero es buena para esquivar las preguntas o simplemente no reconoce cómo llegar a ese lugar, todavía estoy dudando cuál de esas es la verdadera razón.

No estaba mintiendo, sabía que Hyemin era muy lista, pero seguía siendo una niña pequeña. Él investigó sobre las granjas de fresas, pero no había ninguna en la ciudad, todas se encontraban a las afueras o en otras provincias, por lo que debía ser difícil para la pequeña explicar algo así.

―Pensé que si le enseñamos algunas fotografías de las granjas más cercanas, entonces ella podría recordar en cuál estuvo ―dijo Taehyung al poco tiempo.

No era mala idea en absoluto, pero había algo en aquello que le inquietaba a Jungkook.

―No sé si ella nos lo diría.

Al menos no después de comprobar cómo es que Lee Yaereum huía de cualquier pista que fuera capaz de dejar. No después de escuchar en repetidas ocasiones el «mamá dijo que no lo dijera» de Hyemin. Ellas que habían huido de Seúl hace algunos años y ahora volvían solo para decir que la niña era su hija.

Hyemin le había dicho que Yaereum era una buena madre, él mismo había comprobado la forma en que la pequeña se iluminaba al hablar de lo que la mujer le había enseñado durante todos esos años y el cariño con el que abrazaba al pequeño oso que parecía ser una promesa. ¿Cómo podría ser que alguien así podría abandonar a su hija de la noche a la mañana? ¿Cómo podría esconderse con tanta vehemencia para no volver a verla?

¿Cómo podría él exigirle más a Hyemin, recordándole cada día que alguien la había dejado atrás solo porque él quería hacer lo mismo?

―Encontraremos respuestas pronto, esta vez no me iré de ese hostal con las manos vacías ―dijo con convicción.

Fuera de la oficina  |  KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora