22. Deseo

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Taehyung tuvo dificultades para dormir esa noche, sobre todo porque cada que su mente se atrevía a rememorar aquel momento en el auto, su corazón comenzaba a agitarse de forma automática. Cada acción tiene y una reacción y él estaba experimentando todas las reacciones que había intentado evitar y sabía que eso no era solo lo de esa noche, sino de mucho antes. Desde que Jimin le llenó la cabeza con esos demenciales pensamientos.

Aunque, a favor del animador, no resulto ser una completa locura. Jungkook se lo había confirmado.

«¿Qué pasa si realmente siento algo por ti?».

Él debía encontrarse en alguna especie de mundo alterno, en algún sueño o una alucinación. ¿Por qué demonios Jeon Jungkook, un genio en el mundo de los videojuegos y próximo candidato a CEO en una de las empresas de tecnología más grandes del país, iba a sentirse atraído por él? Después de haber presenciado casi todas las conquistas del hombre en los últimos años, podía hacerse una idea de que a su jefe se le había zafado un tornillo.

Modelos, actrices y actores, las personas más bellas que alguien podría encontrarse en Seúl... y un secretario.

Algo debía estar mal en la cabeza de Jungkook para siquiera considerar algo como aquello. La única razón que podía encontrar como sustento lógico era la falta de compañeros que transitaran la vida del director en los últimos días. Desde que Hyemin llegó a irrumpir en sus vidas... en la vida de su jefe, las cosas habían estado cambiando más de lo que a él le gustaría.

No quería que las cosas siguieran cambiando más y más. Su vida por fin había encontrado algo de paz y ahora todo esto estaba ocurriendo. No le gustaba.

No obstante, su pulso seguía incrementándose cada que siquiera la imagen de Jungkook cruzaba su mente.

«Cuando hayas decidido dejar de ser tan terco, espero que me devuelvas lo que te di esa noche».

El beso. De verdad el pelinegro no había dejado el tema morir en el olvido como él había esperado y aquello lo estaba enloqueciendo. Después de todo, era plenamente consciente que fue él quien dio el primer paso para dejar que aquello ocurriera. Jungkook era consciente de eso también, sabía a la perfección que estaba provocando algo en él y estaba a punto de utilizarlo en su contra.

¿En su contra?

Bueno, no estaba realmente seguro de eso, pero de lo que no tenía duda era que ya no iba a quedarse quieto. No después de su declaración en el auto.

Y él no tenía idea de cómo es que debía tratar la situación. Él había tenido algunos pretendientes esos últimos años de los cuales no le importó ignorar a unos cuantos, era hombres que se rendían con facilidad si no encontraban rápidamente lo que buscaban, pero Jungkook era diferente a eso. Primero, el pelinegro era un completo cazador y no solo de conquistas, sino de todo lo que se proponía en la vida, intentar frenarlo era como intentar detener a un tren que va a su máxima velocidad y él lo había presenciado más veces de las que le gustaría admitir. Segundo, Jungkook no era alguien a quien pudiera ignorar. Lo había comprobado esa noche en que fue directo a él cuando se sintió tan perdido después de su discusión con Namjoon. Era alguien demasiado importante.

Entonces solo quedaba una salida: convencer a su jefe de que todo aquello no era más que una locura. Una vez Jungkook regresara a su rutina, entonces olvidaría lo que sea que pensó sentir por él. Todo volvería a la normalidad.

Al menos eso era lo que tenía en mente cuando se plantó en la puerta de aquel departamento lujoso a primera hora del día. Solo entonces pensó que había sido una pésima idea aceptar aquella propuesta de desayuno por parte de su jefe, pero si quería que las cosas no cambiaran demasiado, entonces también tenía que poner de su parte. Le iba a demostrar al pelinegro que así era como las cosas debían funcionar.

Fuera de la oficina  |  KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora