20.Roedores

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Roedores

Narrados (yo)

Los ojos rojos y negros se clavaban en la mujer que lucia asustadiza, sabía que si intentaba soltarse terminaría cayéndose. El miedo le causaba estar en shock total.

Miraba aterrorizada aquellos roedores, que le traen tantos recuerdos de la infancia. Y no eran buenos recuerdos, más bien todo relacionada a su infancia fue un total infierno.

La figura de el, se hizo presente. —Sabes, a las ratas les encanta el queso— ahí Tanya clavó la mirada en el, aun con el rostro cubierto por el pasamontañas, pero dejando a la vista esos ojos que tanto odiaba y temor les tenia. —O mejor ¿lo comprobamos?—. de una bolsita de plástico transparente se hacia visible el queso amarillo.

Y lo empezó de desmoronar en el suelo tirandolo llamando la atención de las ratas.

El poco restante con desprecio se lo aventó a la ropa de la mujer, que ahora se encontraba completamente destrozada.

—Te hace falta un baño.— en ese momento la otra figura se hizo visible, con una sonrisa eetorcida y espeluznante.

Que lucia más bajo las penumbras de aquella habitación.

La segunda figura, sin compasión y con rencor guardado le avienta agua fría causando que Tanya tiemble.

Mojando también a las sucias y espeluznantes ratas, las cuales con el contacto de la agua congelada empiezan a chillar.

El sonido causa que los recuerdos divagando entre la mente de Tanya.

Esta en el verdadero infierno. Se quiere rendir, pero sabe que no es débil, aparte que el que la mate que le cueste. Se repite sin cesar.

Los chillidos aumentan, las ratas se alborotan, caminando de un lado al otro. Empapadas.

El queso es consumido por los roedores, la figura vestida completamente de negro toma una rata de la colaboración, colgándose en sus dedos, se retuerce en busca de equilibrio.

En la oscuridad nada más se hace visible la sonrisa retorcida.

El hombre camina lento, hacia la víctima. Tanya trataba de safarse más su cuerpo se lo impedía. Observó a Tanya y de pronto ella se convertía en una niña indefensa como en su pasado.

La mujer anhelaba un abrazo de su padre Alex. Tenía en claro que el era como su padre, no la maldita escoria que la daño tantas veces.

El hombre le acercó la rata, a una distancia que si la rata saltará la tocaría.

Eso le aterraba pues no eran simple ratas, eran causantes de varias tortura anteriores. El temor de que lo que sucedía le aterraba.

Clamaba por compasión la casa estaba llena de ruegos, de que alejaran a esos animales, pues la fobia era más grande que nada.

Las ratas le causaron tanto sufrimiento en su infancia, no quiere volver a ver una nunca más.

Aveces hasta lo más leve nos puede doler, como no tenemos ni idea.

La mujer que mostrará fuerte ante los demás,  ahora estaba suplicando para que alejaran eso.

Lloraba con un pequeño bebé que busca amor de su madre.

La ciudad de Londres es gigantesca, millones de casas, millones de habitantes y aún no encontraban a la casi hija del ministro. ¿Quién la secuestro? Se preguntaba la élite.

El ministro creía que tuvieron que haber sido la mafia italiana o la Rusa, pero algo los sorprenderá.

La central estaba en caos, Christopher sin importarle nada creo una misión suicida de vida o muerte donde solo sesenta soldados van a participar.

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