Polos Opuestos || Jenna Ortega x Fem.

Capítulo 27 - Perdonar para sanar.

El fin de semana llegó. Los Pattinson saldrían a cenar, para celebrar el logro de su hija, ya pasaron días de eso, pero nunca es tarde para celebrar.

POV; Charlie.

— ¿Ya pensaste que hacer con tu padre? — mi mamá me miró.

— No lo sé... — negué levemente.

— Quizá y lo que necesites es perdonarlo... — se acercó a mi. 

— No sé si puedo, mamá.... — respondí, mirando al suelo. — Todo lo que hizo, todo el dolor que causó... No es fácil simplemente perdonar y seguir adelante.

Mi madre suspiró, tomando asiento junto a mí.

— Lo sé, cariño. Pero a veces, el perdón no es para la otra persona. Es para ti. Para que puedas dejar ir ese peso y encontrar paz en tu corazón. —

Me quedé en silencio, considerando sus palabras.

—  ¿Crees que eso es lo que necesito? ¿Perdonarlo para poder avanzar? — levante mi mirada.

— Solo tú puedes saber la respuesta a eso. — dijo ella suavemente, acariciando mi cabello. — Pero quiero que sepas que, pase lo que pase, estoy aquí para apoyarte.

— Gracias, mamá. —  apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo una mezcla de alivio y confusión.

Ella me dio un beso en la frente.

— Eso es todo lo que te pido. Tómate tu tiempo y haz lo que sientas que es correcto para ti. —

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad y el apoyo mutuo. Sabía que tenía un largo camino por delante, pero con mi madre a mi lado, me sentía un poco más fuerte.

Minutos más tarde.

— Char, ¿puedes ir por tu hermana y tu padre? Tenemos que irnos. — dijo mi madre desde la cocina.

— Claro. — respondí, levantándome y caminando hacia donde estaban.

Cuando los vi, me quedé parada. Había un cristal gigante que nos separaba. A pesar de la distancia y del cristal entre nosotros, podía verlos claramente, pero ellos no me notaban.

Me quedé ahí, inmóvil por unos segundos, cruzándome de brazos.

— Yo sé que ya no eres el hombre que odié durante toda mi vida — dije en voz alta, sabiendo que la distancia permitía que no me escucharan. — Pero aún necesito decirte esto, al menos para mí. — bajé la mirada al suelo, las palabras saliendo lentamente.

Sabía que no me oiría, pero no importaba. Había algo en el acto de decirlo, de liberarme de ese peso.

— Aquel día en el que dijiste... — me detuve un segundo, buscando fuerzas. — Que jamás sería realmente feliz... he luchado tanto desde entonces. Me he esforzado, lo intento todos los días... después de lo que dijo mamá hoy, me doy cuenta de que, de alguna manera, sigues en mi corazón.

Sentí un nudo en la garganta mientras las palabras salían. Mi voz temblaba, y mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

— El odio que te guardé por tanto tiempo... lo que hiciste... —asentí con la cabeza, sintiendo el peso de cada palabra. —Te he odiado tanto, papá.

Bajé la cabeza, tratando de calmarme, pero las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas, suaves pero incontrolables.

— Ya no quiero odiarte más. No puedo. — dije en voz baja, negando ligeramente mientras las lágrimas seguían cayendo. — Ya no puedo odiarte más.