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Mientras volvían al palacio, el príncipe se deleitaba con la vista puesta en el cielo. Cómo el camino era largo probablemente volverían cuando ya halla estrellas en el cielo.

Mientras iban lado a lado, Muichiro no podía apartar su mirada del cielo que se iba tiñendo de tonos rosados y naranjas con el atardecer. La luz del sol se desvanecía lentamente, dejando espacio a las primeras estrellas, como diamantes esparcidos en el terciopelo azul oscuro de un vasto cielo sin fin sobre sus cabezas. El sonido de los cascos de los caballos sobre el empedrado camino creaba una melodía hipnótica que parecía mecer el alma. El príncipe se sentía envuelto en una sensación de paz y serenidad, como si el mundo se hubiera detenido para permitirle disfrutar de ese momento mágico.

A su lado, Genya cabalgaba con una gracia silenciosa, su rostro iluminado por la suave luz del crepúsculo. Sus ojos algo entrecerrados, con una serenidad que parecía desafiar a la oscuridad que se aproximaba lentamente con su avance. El príncipe Muichiro se sintió atraído por su belleza, y su corazón latió con fuerza en su pecho.

Sus miradas se encontraron, y sonrieron sin necesidad de palabras. En ese instante, todo parecía posible, y la conexión que compartían parecía brillar con la misma intensidad que las estrellas que comenzaban a titilar en el cielo. Cómo si ese amor que se le fue arrebatado de la memoria, renaciera en su pecho.

No, más bien, no renació. Sino que nunca se fue, cómo si ese amor que perdió en su mente nunca hubiese abandonado su pecho y su alma. Que parecían extrañamente conectadas en una sinfonía de paz cálida.

El camino continuaba serpenteando hacia el palacio, pero el príncipe y Genya sabían que su corazón ya estaba en un lugar muy lejano, un lugar donde solo existían ellos dos, y la confianza que los unía.

Muichiro levantó la vista nuevamente, viendo las estrellas - ¿Crees que reciba un castigo por salir sin avisar?...el Rey es un poco extremista.

Sus dudas y sus miedos parecieron escapar entonces, claramente su angustia no disiparía por completo al final del día. Genya no podía hacerle olvidar por siempre que sería príncipe, pero podía ser su apoyo.

- Me encargaré de defenderlo si así pasa - Dijo su acompañante, sin mirarlo, se veía y oía totalmente seguro - Créame, conmigo a su lado, no tiene que temerle a ningún verdugo que juzgue sus acciones.

El príncipe se sonrojó un poco, y ocultó su rostro con su cabello aún húmedo mientras evitaba sonreír demasiado.

- Pareces ser el caballero más rebelde que tiene el palacio - Mencionó Muichiro.

- Nunca está de más oponerse un poco a la corriente - Agregó él.

El camino continúo tranquilamente, sin más conversaciones ni miradas, sólo un silencio para nada incómodo que acompañaba y abrazaba aquellos corazones silenciosos con ternura.

Cuando las puertas del Palacio ya se hicieron vistas a la lejanía, el príncipe echó un suspiro pesado y dejó caer su torso sobre su caballo ligeramente. Genya lo interpretó sin problemas, el príncipe ya estaba sintiendo la amargura y angustia de llegar.

- ¿Crees que podrías traerme otro día? - Preguntó el príncipe.

- Por supuesto - Asintió él - Podemos salir todos los días.

Una mirada asombrada se hizo presente en el rostro pálido del príncipe, sugiriendo que aquello le sonaba realmente fantástico. A Genya le enamoraba mucho más aquello.

- ¿En serio?

Él asintió nuevamente - Por supuesto. Y no necesariamente tenemos que ir al mismo lugar...hay muchas zonas por estos lados que tienen paisajes hermosos.

No soy un arma - Genmui (Royal Au) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora